Columnas de opinión

Laboratorios Naturales para una Ciencia Mundial

Publicado 05-08-2013

Desde hace varias décadas se reconoce que el norte de Chile tiene características únicas a nivel mundial para la astronomía: es un laboratorio natural. Esta ventaja comparativa llevará a que nuestro país concentre hacia el año 2020, más del 70% de la capacidad instalada de grandes observatorios internacionales y a que los astrónomos chilenos pasen a ser actores relevantes en el desarrollo de esta ciencia. Así se lo hacía saber recientemente el astrónomo australiano y Premio Nobel de Física 2011, Brian Schmidt, al Presidente Sebastián Piñera, mientras le contaba que había visitado más de 20 veces La Serena y sus observatorios, previo a la obtención de su galardón.

Inspirados en esta exitosa experiencia, la pregunta es: ¿será posible “astronomizar” otras áreas de la ciencia chilena, compartiendo nuestros laboratorios naturales con las más importantes instituciones científicas del mundo y sus investigadores? El especial emplazamiento del territorio chileno, al que Benjamín Subercaseaux llamara “una loca geografía”, está asociado a una serie de singulares condiciones climáticas, atmosféricas, ecológicas y geológicas –entre otras- que representan una oportunidad única para desarrollar investigación científica de clase mundial en una multiplicidad de disciplinas y áreas del conocimiento.

 

La ventaja para investigar en energía solar en el norte de Chile se da por razones similares a las de la astronomía, ya que se accede a un gran flujo de energía solar por los cielos despejados y limpios. Santiago, ha sido elegida por una institución europea para el estudio integrado de temas relevantes en megaciudades de países emergentes, como son la migración campo-ciudad, la segregación poblacional, el uso de suelo y del transporte público, la contaminación ambiental y manejo de residuos. También tenemos un amplio laboratorio natural para estudiar el desarrollo temprano del hombre americano en los ambientes hostiles de los bordes costeros del desierto y en la Patagonia. Cabe recordar que la cultura Chinchorro y sus momias anteceden por casi 3 mil años a sus símiles de Egipto, y que el asentamiento humano más antiguo en el continente americano, cuya data excede los 13 mil años, está en Monteverde cerca de Puerto Montt. Nuestra variada geografía y geomorfología son nichos donde la vida se da en condiciones extremas de altas o bajas temperaturas, excesiva concentración de sal o compuestos azufrados, o mínima humedad. La genómica de los llamados microorganismos extremófilos puede contener secretos importantes para su aplicación en biominería, la producción de fuentes sustentables de energía y de materias primas industriales. Desde el punto de vista de la sismología y la ingeniería antisísmica, somos uno de los países con mayor frecuencia de temblores y terremotos del planeta, y donde se ha liberado más del 40% de la energía sísmica en los últimos 100 años. Los ecosistemas sub-antárticos albergan una gran biodiversidad de musgos y líquenes que es reconocida como única a nivel mundial. Y también están los glaciares y los ecosistemas del Pacífico sur-oriental para monitorear el cambio climático.

Como se aprecia, un buen número de laboratorios naturales se encuentran en regiones y su desarrollo exitoso no solo daría ímpetus a la ciencia sino que contribuiría a desarrollar una identidad propia y a la valoración de los recursos autóctonos. Sin lugar a dudas el paso siguiente a la astronomía sería aprovechar el laboratorio natural comprendido por la zona sub-antártica y la Antártica, con el desafío de convertir a Punta Arenas en la capital mundial de la ciencia polar. Pero tal como se hizo en el caso de la astronomía, es necesario invertir para crear localmente la infraestructura básica que albergue a los centros de investigación, proporcione una logística atractiva y difunda una imagen global de la ciudad atrayendo el turismo.

Además de su valor intrínseco, tener investigación científica de nivel mundial en suelo chileno contribuiría a fortalecer la educación en ciencias e ingeniería, a mejorar las capacidades tecnológicas de ciertas industrias y a generar nuevas alternativas de innovación y emprendimiento que sean cualitativamente superiores a las existentes.

José Miguel Aguilera

Presidente de CONICYT