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Judith Pardo: “Los ictiosaurios de Torres del Paine pueden revelar el secreto de su evolución”

Publicado 31-03-2016

  • Es la científica que más sabe de ictiosaurios, los reptiles marinos con forma de delfín, que vivieron hace 245 millones de años. Estudia los fósiles perfectamente conservados en las rocas de las Torres del Paine, sus hallazgos convirtieron al lugar en uno de los yacimientos más importantes del mundo. Comenzará pronto un postdoctorado en Alemania y desea seguir investigando para ayudar a entender el origen y la evolución de estos misteriosos animales carnívoros.

judithpardoentrevistaportadaEn las primeras edades de nuestro planeta, Torres del Paine era una gran cavidad marina llamada “cuenca de rocas verdes” y sus famosos macizos gigantes de granito estaban sumergidos. Las masas continentales se fragmentaban y la zona ubicada en la Región de Magallanes y la Antártica Chilena era un paraíso para los monstruos marinos llamados ictiosaurios, grandes reptiles que vivieron allí durante el Cretácico temprano (130 a 140 millones de años atrás) con abundante alimento y sin depredadores.

Ese refugio natural preservó en condiciones óptimas los fósiles de estos animales carnívoros y vivíparos cuyo nombre significa “lagartos peces”. Desde el primer hallazgo en 1997 se han encontrado en el área del glaciar Tyndall 46 ejemplares articulados, de entre uno y seis metros de largo. En su mayoría descubiertos por la paleontóloga chilena, Dra. Judith Pardo, y su equipo. La zona se convirtió así en el yacimiento Cretácico de ictiosaurios más austral e importante del mundo por la concentración y excelente preservación de sus fósiles. Algunos de sus resultados han sido publicados en la revista Bulletin of the Geological Society of America (2014).

En su última expedición, la doctora de la Universidad de Heidelberg (Alemania) se trasladó al glaciar ubicado en el Parque Nacional resguardado por la CONAF, y con el apoyo de la INACH, la joven científica y su equipo realizaron impresionantes hallazgos: una hembra con embriones en su interior y una columna vertebral con tejido blando que podría ser clave para resolver uno de los grandes enigmas de la ciencia que ella busca descubrir: cómo y por qué evolucionaron los ictiosaurios.

Un camino trazado desde el glacial Tyndall

Una serie de casualidades selló su destino científico: desde que creció en Porvenir explorando la naturaleza durante largas caminatas; el profesor del liceo que la invitó a participar del programa Explora; y eso la incentivó a estudiar Biología en la Universidad de Magallanes (UMAG). Luego un dato clave de un compañero; hasta el profesor alemán que la vio presentar su tesis de pregrado y la invitó a especializarse a Alemania, donde hoy está a pocos días de comenzar un postdoctorado. Judith se mueve como pez en el agua.

¿Cómo decidiste dedicarte al estudio de estos animales prehistóricos?

Después de haber tomado un ramo de paleontología y geología en la universidad comencé a interesarme mucho en el estudio de las ciencias de la tierra. También me gustaba mucho la anatomía y la zoología, entonces decidí que me dedicaría a estudiar animales antiguos. Comencé ayudando en el laboratorio de arqueología de la universidad, ahí limpiaba huesos de milodón y otros animales extintos, para ayudar a clasificarlos. Estaba en eso cuando un amigo volvió del glaciar Tyndall con una fotografía de un animal que él y el montañista de la expedición encontraron en las rocas, al borde del glaciar. Él era un aficionado a la paleontología y supuso que podría corresponder a un ictiosauro, me interesó, lo estudiamos y presentamos el hallazgo en un congreso universitario al mes siguiente. Ese fue el comienzo, al año siguiente me llamaron de la Dirección de Programas Antárticos de la universidad para proponerme un trato: ellos me financiaban la investigación completa incluidas las campañas en terreno, y a cambio debía presentar una tesis de pregrado.

¿Cuándo pudiste ver por ti misma ese fósil en terreno?

En el 2004 fue la primera exploración. Llegamos sabiendo que había tres fósiles, encontramos dos más. Para el 2006 ya habíamos encontrado 24 ictiosaurios. El material estaba muy bien preservado y fue el primer hallazgo así de completo en la historia de Chile. Esa fue mi tesis. Luego en un congreso científico de la Universidad de Concepción, conocí al profesor alemán, Wolfgang Stinnesbeck (U. Heidelberg) quien me invitó a hacer el doctorado en su país. Postulamos a un fondo del gobierno germánico (Fundación Alemana de Investigación, DFG) y en el 2008 me fui a estudiar el idioma local y al año siguiente comencé mi especialización.

¿A qué se debe el buen estado de conservación de los restos?

El excelente nivel de preservación tiene que ver con la forma en que murieron y fueron depositados sus cuerpos. Los ictiosaurios vivían en un cañón submarino cazando y alimentándose de peces, los que habían en abundancia, en un ambiente libre de depredadores. En ese tiempoGondwana se estaba fragmentando y el desplazamiento de placas tectónicas desencadenó movimientos y derrumbes en el fondo marino que arrastraron con gran fuerza y velocidad a los ictiosaurios.

Se estima que eran capaces de nadar hasta más de 500 metros pero debían salir a respirar aire con frecuencia porque tenían pulmones, el desplome debió llevarlos inmediatamente hacia el fondo marino, causando que se desorientaran y ahogaran. La corriente que los arrastró estaba constituida por diversos tipos de sedimentos, que formaron un barro que los cubrió rápidamente. Los cadáveres quedaron depositados en un ambiente libre de oxígeno, lo que permitió la conservación intacta de sus huesos articulados (cuerpos completos). Fue algo casi instantáneo.

¿Esta mortandad masiva sucedió en más de una ocasión?

Fue más de un evento, derrumbes similares ocurrieron varias veces. Hemos encontrado este tipo de fósiles en siete distintos niveles, eso significa que al menos hubo siete diferentes sucesos. En estos niveles hemos encontrado ictiosaurios de diferentes estadios ontogenéticos, adultos, juveniles y hasta recién nacidos. Esto sugiere que la especie cazaba en grupos de diferentes rangos etarios. Un hallazgo muy interesante para descifrar su comportamiento.

Enigmas de la evolución

La teoría actual es que los ictiosaurios evolucionaron por alguna razón desde la tierra al mar, en el periodo Triásico, debido a cambios en el ecosistema y la escasez de alimento en suelo firme. Está comprobado que hubo una extinción masiva en esa época de animales terrestres, lo que refuerza esta idea. Pero no se sabe aún el real origen de esta transición. En el 2014 la revista Nature, publicó el hallazgo en China de un anfibio (Cartorhynchus lenticarpus) que podría ser el eslabón perdido, que con 248 millones de años de edad es un poco más antiguo que los primeros ictiosaurios.

¿Por qué la evolución de estos reptiles marinos es una de las más misteriosas?

Son reconocidos como los reptiles que se han adaptado de mejor forma a la vida acuática, y es un misterio el por qué o cómo lo lograron. Es más, desarrollaron la capacidad de tener crías en el agua en vez de desovar en tierra firme. Aún no se conoce con certeza cuál es el origen de los ictiosaurios. Es por estos misterios que me he dedicado y estoy muy interesada en investigar el tema.

Me encantaría poder estudiar las formas más primitivas de ictiosaurios para ayudar a entender su evolución, origen y desarrollo, pero también estoy interesada en trabajar con otros reptiles marinos.

En ese sentido, ¿Por qué son tan valiosos los fósiles de Chile?

Son muy importantes por la gran concentración y el excelente estado de preservación en el que se encuentran, los que permiten hacer estudios de tafonomía y anatomía en detalle, además la edad a la que han sido datados (130 -140 millones de años) refuerza la hipótesis que hace mención al incremento en la diversidad de ictiosaurios durante el Cretácico temprano y no una decadencia como se pensaba hasta hace unos pocos años atrás.

¿Cuáles de los descubrimientos en las Torres del Paine son más impresionante?

Encontramos una hembra con crías en gestación en su interior, al parecer son tres. Este material aún se encuentra en terreno, hay que excavarlo y eso es muy difícil por el lugar donde está ubicado y la extrema dureza de la roca que lo contiene, pero es necesario para poder preservarlo de lo contrario la erosión del viento, la lluvia y los cambios de temperatura lo degradarán y perderemos este valiosísimo material.

Este material se puede ver casi completamente expuesto en dos dimensiones en el sedimento rocoso, esto permite ver de manera directa su anatomía, como la columna vertebral, la que aporta información en términos de tamaño y movimiento, costillas, aletas y parte del cráneo, lo que permite clasificarlo taxonómicamente. Una vez excavado podremos ver huesos del cráneo que no se ven expuestos y esperamos obtener información que nos permita determinar el diámetro de su órbita ocular la que aporta información sobre la profundidad a la que esta especie habría sido capaz de nadar, así como la extensión de su hocico, la que tiene una importancia ecológica del medio en el que vivían y alimentaban.

¿Qué otros partes blandas de estos animales han podido detectar?

En un nuevo espécimen localizamos tejido blando, un material negro entremedio de las vértebras de su columna. Creemos que este tejido debió haber dado soporte entre las vértebras y haber tenido una importancia en la biomecánica del movimiento. Sacamos un pequeño fragmento para analizar con un microscopio electrónico. Estamos aún trabajando en este hallazgo, pero los resultados deberían salir pronto publicados. El descubrimiento ayudará a comprender mejor la anatomía y la locomoción de los ictiosaurios.

¿En qué centrarás tu investigación de post doctorado que comenzarás este año?

Ahora me enfocaré en las enfermedades que sufrieron los ictiosaurios durante el mesozoico. Trabajaré con fósiles de diferentes partes del mundo en conjunto con dos importantes paleontólogos. El estudio detallado de patologías en ictiosaurios es inédito, y los resultados podrían aplicarse también a los dinosaurios y otros animales terrestres del pasado.