Mujeres en Ciencia

Eloísa Díaz, la primera doctora de Chile y Sudamérica

Publicado 27-06-2018

  • Hace 125 años, nació en Santiago la primera mujer chilena en ingresar a la educación superior. Junto al ejercicio de la medicina, su vida estuvo marcada por el impulso a diversas políticas sociales, como la obligatoriedad del desayuno escolar, la vacunación masiva y las campañas de prevención del raquitismo y la tuberculosis.

 

Eloísa Díaz, primera doctora en Chile y Sudamérica

“Vedado estaba a la mujer chilena franquear el umbral sagrado del augusto templo de las ciencias”. Con estas palabras, comenzaba Eloísa Díaz Insunza la lectura de su Memoria para optar al grado de Licenciada en la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile, la que rindió el 25 de diciembre de 1886.

Un año después, ella se convertía en la primera doctora de nuestro país, casi una década después de promulgado el Decreto Amunátegui, que permitió a las mujeres de la época el acceso a la Educación Superior. La disposición legal consideraba tres puntos: la conveniencia de estimular a las mujeres a que hagan estudios serios y sólidos; que pudieran ejercer con ventaja alguna de las profesiones denominadas científicas; y la importancia de facilitarles los medios de que puedan ganar la subsistencia por sí mismas. Declaraba que “las mujeres deben ser admitidas a rendir exámenes válidos para obtener títulos profesionales, con tal que se sometan para ello a las mismas disposiciones a que están sujetos los hombres”.

Eloísa nació en Santiago, el 25 de junio de 1866. Sus primeros estudios los desarrolló en el Colegio de Primeras Letras de Dolores Cabrera de Martínez y continuó luego sus humanidades en el Liceo de Isabel Le Brun. En 1877, el mismo año en que se abrían las puertas de las mujeres para cursar estudios superiores y tras rendir con éxito sus exámenes finales, ella no desaprovechó la oportunidad y, con 15 años cumplidos, se presentó a las pruebas de bachiller el 22 de abril de 1881. Aunque el examen fue particularmente exigente, salió aprobada e ingresó a la Escuela de Medicina de la Universidad de Chile, lo que provocó gran expectación, que fue recogida por los periódicos de la época.

Eloísa Díaz se graduó en 1887 en la Facultad de Medicina y Farmacia de la Universidad de Chile.

En esa institución (a la que debió acudir en compañía de su madre y escuchar las clases de anatomía tras un biombo) se graduó en 1887. Consciente de su responsabilidad de género, fue una estudiante excepcional, la mejor en dos asignaturas. Su memoria, “Breves observaciones sobre la aparición de la pubertad y las predisposiciones patológicas propias del sexo”, fue publicada en los Anales de la Universidad de Chile y recibió el título de manos del propio Presidente José Manuel Balmaceda, por ser el primero entregado a una mujer Sudamérica.

A partir de allí, comienza una carrera que no sólo abarcó el campo de la medicina, sino que la convirtió en una ferviente impulsora de políticas públicas, como la obligatoriedad del desayuno escolar, la vacunación masiva y las campañas de prevención del raquitismo y la tuberculosis.

Díaz comenzó a trabajar en el Hospital San Borja en 1891, ejerciendo además como profesora y médico en la Escuela Normal de Preceptores del Sur, entre 1889 y 1897. En 1898 se convirtió en inspectora médico escolar de Santiago, asumiendo más tarde, y durante treinta años, el mismo cargo a nivel nacional. En 1910 participó en el Congreso Científico Internacional de Medicina e Higiene de Buenos Aires, donde fue nombrada “Mujer Ilustre de América”.

Se retiró de la actividad profesional en 1922. Falleció luego de una larga enfermedad, en el Hospital de San Vicente de Paul, el 1 de noviembre de 1950 en Santiago, a los 84 años

A pesar del ejemplo de la doctora Diaz, las mujeres no ingresaron masivamente a las aulas universitarias y tendrían que pasar varias décadas antes que fuera más usual verlas en los campus y facultades. Podemos recordar a otras pioneras, como Ernestina Pérez Barahona, que también obtuvo su título de doctora en 1887. En 1892 se tituló como abogada, Matilde Throup, convirtiéndose en la tercera mujer chilena profesional; y en 1919, Justicia Espada Acuña Mena recibiría su título de ingeniera.