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Sequía en Lago Riesco: En busca de un modelo climático regional  

Publicado 14-06-2016

  • El deficit hídrico en las masas de agua dulce requerirá un enfoque multidisciplinario que considere aspectos científicos, socioeconómicos y culturales. El investigador CIEP, Brian Reid, recorrió el Riesco para extraer los datos del sistema de monitoreo que mantiene en sus aguas.

Estos últimos días se ha sumado a los informes sobre la contaminación ambiental y la proliferación de algas nocivas, el déficit hídrico del Lago Riesco. Si bien, la variabilidad climática está provocando múltiples cambios hidrometereológicos a nivel regional y nacional,  es necesario comprender cómo estas alteraciones interactúan con otros factores para generar distintos efectos en los ecosistemas naturales. Con este objetivo, el investigador CIEP Brian Reid, limnólogo (especialista en aguas continentales: ríos, lagos y aguas subterráneas) mantiene una red de monitoreo de alta frecuencia en seis lagos de la región: Plomo, Bertrand, Frío, Cochrane, Paloma y el Lago Riesco.

Boya monitoreoEl monitoreo se realiza a través de boyas con cadenas de instrumentos colgantes que son capaces de medir cada diez minutos – y registrar durante años-  los cambios en la temperatura, niveles de nutrientes, las concentraciones de oxígeno y la cristalinidad del agua, lo que permite realizar evaluaciones con perspectivas analíticas de largo plazo.  En el caso de los lagos de Aysén, se aprecia una combinación de  factores que operan a varias escalas, por estos motivos Reid señala que además de considerar el  fenómeno ENSO, comúnmente conocido como el Niño -patrón climático que genera corrientes cálidas en las aguas de la parte central y oriental del Pacífico tropical –  y su opuesto, la Niña, que produce un descenso de las temperaturas, se debe advertir la incidencia de la oscilación antártica, pues “esta fluctuación norte-sur de los vientos, afecta a las latitudes medias y altas del hemisferio sur, incidiendo en la posición de los frentes fríos, lo que afecta la variabilidad de las precipitaciones”.

El investigador CIEP, también destaca que si bien el Niño fue muy potente en los últimos meses, en la zona no se vieron impactos importantes como las crecidas del río Tinguiririca (VI Región) y el Mapocho (región Metropolitana), tal vez por el efecto frío de la Niña y los cambios en los vientos. “En la región no hubo algo equivalente, por lo tanto, no disfrutamos de los beneficios de contar con más agua”, señaló. Por estos motivos, el investigador considera que se podría apostar por modelos climáticos regionales para evaluar los cambios que se producen según las condiciones de cada zona.

En este contexto, es importante que la metodología científica incorpore, para entender las dinámicas naturales locales, el conocimiento generado por quienes viven en los lugares afectados; Víctor Tocol Navarro, habitante del sector, advierte que “hace 30 años pasaba lo  mismo. El lago Riesco bajaba y jugábamos fútbol en esas arenas, pero en ese tiempo era distinto porque venían las grandes escarchas que llegaban a  casi medio metro bajo la tierra, podías hacer un hoyo profundo y estaba escarchado, entonces se formaban afluentes pequeñas de agua. Esto duraba dos o tres meses hasta que venían los deshielos de las cumbres con nieve y se venían de nuevo las aguas. Hace 20 años se nevaban también los valles, pero eso ya no sucede, si durante los próximos meses no viene grandes nevazones, para el verano estaremos mal”, relató.

Por último, Reid destacó que a través de la evidencia científica “se puede predecir que con un  bajo nivel de agua, va a aumentar la temperatura y eso automáticamente incrementará las concentraciones de oxígeno, lo que afectaría a todos los organismos. Además, habría una concentración de nutrientes -dependiendo de la estación, del caudal de los ríos y del impacto de posibles incendios y usos del suelo-. En general lo que se espera para los lagos es más estrés hídrico, cambios en los tipos de plantas y animales que se encuentran en sus ecosistemas, aumento de presencia de macrofitos y además es probable que aumente el riesgo de floración de algas nocivas, similares a la marea roja”.

Reid, también previene que la escasez hídrica del lago Riesco es más llamativa porque se genera una playa de 200 metros con poca pendiente, pero el problema se está repitiendo en otras masas de agua, como el lago Elizalde.

Enmarcados en un escenario de alteraciones climáticas es fundamental comprender la complejidad biológica y la capacidad adaptativa de los sistemas dulceacuícolas, los datos extraídos mediante los sistemas de monitoreo permiten realizar análisis prospectivos y  plantear  cómo evolucionan las distintas combinaciones de elementos y sus efectos durante un tiempo continuado.

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