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PLANTA SOBREVIVIENTE AYUDARÁ A LA MINERIA

Publicado 13-05-2002

Ávido por el cobre, el berro rosado lo filtra. Resulta útil para recuperar el metal de relaves y evitar erosión

EL MERCURIO
13 DE MAYO DE 2002 PAG. A 6

Resalta por su belleza cuando florece en primavera sobre gruesas rocas. Abandonada en Sewell, localidad precordillerana junto a la mina El Teniente, VI Región, esconde lo que otras plantas en el mundo ya hacen a gran escala: filtrar metales pesados.
Conocida como berro rosado, es nativa. Come cobre. Se llama Mimulus luteus. Es el único vegetal que logró sobrevivir en suelos con altas concentraciones de minerales disueltos.
También, hasta ahora, es de las pocas plantas identificadas con tal propiedad en la Zona Central. Evolutivamente se adaptó tanto a esas condiciones, que el metal rojo no le produce intoxicación. Por eso, su población es solitaria.
Demostramos que la planta lo tolera bastante bien, precisamente en un lugar donde hallamos elevadas concentraciones totales de cobre. Saberlo es una garantía. Con este vegetal deseamos trabajar, señala Rosanna Ginocchio, investigadora de la Universidad Católica.
Explica que estas plantas funcionan como verdaderas limpiadoras de suelos. Por ejemplo, podrían usarse para la recuperación de terrenos con sales de cobre muy solubles y, por tanto, no aptos para la agricultura.
Pero en la minería ofrecen mayores ventajas. El berro rosado puede extraer minerales con más bajas concentraciones y que, por ello, no son ocupados por los procesos tradicionales.
Se siembra, se cosecha y, en una especie de chancado, se recupera el metal contenido en la planta.
También podría cultivarse encima de los relaves, los desechos que quedan tras la refinación del cobre. Estos tienen minerales en más altas concentraciones, pero no lo suficiente para seguir siendo procesados por la minería.
En tal caso, no sólo se recuperaría el cobre, sino que, además, se evitaría la erosión eólica que levanta parte de este material fino, destaca.

Poco dramatismo

La científica ha realizado estudios en la VI Región, con importantes riñas históricas entre minería y agricultura.
Específicamente ha analizado suelos y vegetales en casi todo el valle central, desde Rancagua hasta Angostura.
Y, al parecer, las plantas son amigas de la minería. Salvo pocas excepciones, halló que los vegetales comestibles tienen baja cantidad de cobre agregados en su tejido y que, por consiguiente, no presentan efectos tóxicos.
Los resultados obtenidos evidencian las mismas concentraciones que normalmente se encuentran en los cultivos agrícolas.
Las áreas donde hubo problema fueron Sewell y el valle que rodea al río Cachapoal. En estos sectores el cobre estaba bajo la forma química en que los suelos lo absorben y las raíces de las plantas lo degluten.
La situación no es tan dramática como se cree, menos aún si se considera que los minerales deben estar solubles, por ejemplo como sales sulfatadas, para ocasionar daño en las plantas o la agricultura, asegura la Dra. Ginocchio.
Puede haber una altísima concentración de mineral, pero como tal, no solubilizan ni causan estragos a la agricultura. Para los vegetales es como si no estuvieran allí. Las condiciones que propician estos efectos negativos son suelos muy ácidos, pobres y con altas precipitaciones, precisa la experta.
Por otra parte, destaca que hay que investigar las fuentes de compuestos cupríferos. En la VI Región existe mucha actividad industrial. No es la minería la única productora de cobre.
Incluso la misma agricultura lo es con el uso intensivo de fungicidas basados en el metal, ya que este elemento, en grandes dosis, es tóxico. Todas las aguas contaminadas llegan al Cachapoal y esas mismas se usan para regar.
El asunto es multifactorial. Por tal motivo, estamos averiguando qué forma de cobre está siendo incorporado a los suelos y cuál es su procedencia. Luego, en laboratorio, exploramos la cantidad exacta que pudiera afectar o matar a los vegetales, enfatiza.
Para ello, se trabaja con otra planta, que actúa como sensor altamente sensible. La idea es medir los niveles a los cuales se produce toxicidad, de modo que esta información sirva de base para formular una normativa de elementos trazas en los suelos de Chile, como los metales pesados.
Con estos antecedentes se pueden impedir exigencias muy elevadas e innecesarias. En esta línea de investigación la Dra. Rosanna Ginocchio trabaja con el Centro de Investigaciones Mineras y Metalúrgicas (CIMM), a través de un proyecto Fondef, que culmina el próximo año.
Expresó que hay interés de Codelco, que incluso ha dispuesto el terreno para el quehacer científico. Pese a que este tipo de estudio recién empieza en Chile, se visualizan grandes beneficios.

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