Publicado 11-07-2002
La Universidad de Chile inauguró el primer laboratorio en América Latina que detecta posibles cambios genéticos causados por compuestos alimenticios
Cuando mi madre murió, víctima de un agresivo cáncer que se la llevó en dos meses, prometí que me dedicaría a investigar las sustancias que pueden alterar las células y provocar esa mortal enfermedad. Así explica la doctora Ruby Valdivia, investigadora de la Universidad de Chile, la motivación que la llevó, junto con el doctor Motoe Katoh, a trabajar por la creación del Centro de Evaluación de Riesgos Genotóxicos (Cerig), inaugurado ayer en esa casa de estudios. El laboratorio es el primero en América Latina que podrá analizar si los alimentos tienen compuestos capaces de producir mutaciones genéticas que causen enfermedades como el cáncer, entre otras.
El centro, financiado por la U. de Chile y por el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico, FONDEF, estudiará productos alimenticios como jugos en sobre o líquidos, golosinas y materias primas (colorantes y saborizantes), a petición de los productores u organizaciones encargadas de velar por la salud de las personas, como los servicios de salud del medioambiente o el Servicio Nacional del Consumidor, entre otros.
Bacterias dan la alerta
La clave de su trabajo radica en el uso de bacterias cuyos genes fueron modificados para que no crezcan: “Si las colocamos en un tubo de ensayo con una sustancia que se agrega a algún alimento, y las bacterias comienzan a proliferar, quiere decir que sus genes han sido alterados por ese compuesto. En los seres humanos el compuesto podría causar mutaciones que generen, por ejemplo, distintos tipos de cáncer o malformaciones”, dice la doctora Valdivia.
Según el presidente de Conicyt, Eric Goles, “así podremos estar 100% seguros de que lo que consumimos los chilenos no nos provoca daño y, además, podremos exportar productos alimenticios a otros países que exigen certificaciones como las que entregará este laboratorio”.
Otras iniciativas
El sistema usado por los expertos se llama test de Ames y es aplicado en otras investigaciones en Chile. Una de ellas es la que realiza el ingeniero químico Manuel Saavedra, académico de la sede Viña del Mar de la Universidad Federico Santa María. Según explica, aquí se estudia “la capacidad de los líquidos percolados provenientes de vertederos de causar mutaciones genéticas. Estos pueden contaminar las napas subterráneas de agua que después son tratadas para el consumo o el riego”.
Otra investigación es la que desde 1989 lleva a cabo el doctor Lionel Gil, del Laboratorio de Bioquímica y Toxicología Ambiental de la U. de Chile. El facultativo señala que “buscamos determinar la toxicidad del material particulado del aire en Santiago y en regiones y, hasta ahora, hemos encontrado que en Santiago el esmog es altamente mutagénico”.
Inauguran laboratorios para la ingeniería
La División de Ingeniería y Gestión de la Construcción (Dictuc), filial de la Universidad Católica, inauguró ayer en el Campus San Joaquín cinco modernos laboratorios que en conjunto suman más de cuatro mil metros cuadrados.
Las nuevas dependencias -descritas como las más modernas de América Latina- incluyen los laboratorios de Energía Sustentable, Servicios Mecánicos, Resistencia de Materiales, Inspección Técnica y un laboratorio de Resistencia al Fuego. Este último ya se encuentra operativo y aspira a ser un soporte fundamental para empresas que trabajen en la protección contra el fuego y en el control de riesgos de incendio.
“Las obras que inauguramos corresponden a las primeras de un gran proyecto de nueva infraestructura que se desarrollarán en los próximos años, en conjunto con la Universidad Católica”, destacó el presidente de Dictuc, Hernán Solminihac.
La ceremonia contó con la presencia del rector de esta casa de estudios, Pedro Pablo Rosso; el alcalde de la comuna de Macul, Sergio Puyol y personalidades del ámbito de la ingeniería y la construcción.
LA TERCERA
11 DE JULIO DE 2002
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