Publicado 22-09-2002
Daniel Hojman es un nombre que se repite entre los profesores chilenos en EE.UU. Hoy está haciendo un PhD en Economía en Harvard, pero al mismo tiempo dedica su tiempo libre a la poesía -ya publicó un libro- y la literatura.
Vocaciones que compartió mientras estudió en la Escuela de Ingenieria de la Chile, de donde egresó como licenciado en Física y magister en Ingeniería.
¿Cree que Chile superará antes del Bicentenario el déficit científico que muestra hoy?
Existe un desaprovechamiento enorme de la producción y el conocimiento científico en el país. Contamos con investigadores de excelencia mundial en ciencias básicas y en matemáticas aplicadas. Otras ciencias aplicadas, más intensivas recursos, presentan un panorama menos alentador, pero el potencial es enorme. Un punto central es la brecha que existe entre las ciencias y la empresa privada. A diferencia de los países desarrollados donde la incorporación de profesionales con conocimientos avanzados en ciencias es una necesidad en los sectores productivos más dinámicos, en Chile tener un postgrado en física, ingeniería o en computación puede resultar una desventaja a la hora de insertarse en el mercado laboral. Conozco de cerca el caso de los ingenieros de la Escuela de Ingeniería de la Chile y puedo decirte que es un desperdicio que la mayoría de los cabros que tuvieron cursos avanzados (que tienen poco que envidiar a los de universidades de nivel mundial) en matemáticas, física, computación, ciencias de los materiales, etc., terminen por utilizar una parte mínima de esos recursos.
En síntesis, un elemento esencial para superar el así llamado déficit científico, pasa por involucrar al sector privado. No se trata de hacer naves espaciales; más bien el punto es utilizar el conocimiento de nuestros científicos e ingenieros para adaptar y generar tecnologías que aumenten la productividad de nuestras empresas y expandan las posibilidades productivas tomando en cuenta nuestras ventajas comparativas.
Programas como Fondef, Fondap y otras iniciativas impulsadas por el sector público apuntan a establecer un nexo entre la investigación y su uso productivo, pero son insuficientes. Prefiero ser optimista a este respecto. Paulatinamente, el sector privado debiera percatarse que los aumentos de productividad asociados a la investigación en ciencias aplicadas y las rentas asociadas a la innovación beneficiarán directamente al empresariado. Temas relacionados con los incentivos de los privados a invertir en innovación dicen relación con la profundización de los mercados de capitales y una legislación de derechos de propiedad intelectual apropiadas. El rol de las instituciones es clave.
¿Cuáles debieran ser las grandes transformaciones para que Chile logre el desarrollo?
Los economistas tendemos a identificar el desarrollo con el crecimiento económico de largo plazo. En este sentido, existe relativo consenso en que los determinantes del crecimiento son principalmente los aumentos de productividad, la inversión en capital físico y capital humano, y las instituciones de un país. Una transformación importante pasa por darle más énfasis a la inversión conducente a aumentos de productividad. Necesitamos una cultura empresarial más abierta a gastar en investigación y desarrollo para reducir costos y generar productos con mayor valor agregado. La educación escolar seguirá siendo un tema central. Proveer incentivos para mejorar la calidad del profesorado debiesen ser una prioridad. A fines de los ’90, como parte de la reforma educacional, se produjeron en Chile textos escolares de ciencia que fueron evaluados por una comisión internacional como los mejores textos en su género producidos en el mundo durante los últimos diez años. Los textos no pudieron ser utilizados porque requerían un nivel de actualización y capacitación de los profesores que resultó infranqueable. En el plano de la institucionalidad económica, creo que un tema fundamental es superar las imperfecciones en los mercados del crédito. Debiésemos apuntar al deseo de un mercado financiero que permita que la inversión se canalice eficientemente hacia los sectores más productivos, y que permita enfrentar mejor tanto el riesgo asociado a proyectos “intensivos en innovación” (capital de riesgo) como aquellos derivados de shocks macroeconómicos. Facilitar el acceso a créditos para financiar educación también es importante. Sin embargo, desarrollo y crecimiento económico no son lo mismo. El bienestar material es esencial, pero el mejoramiento de la calidad de vida pasa por respetar el medio ambiente (y no expropiar a las generaciones futuras de parte de su bienestar) y por la construcción de un marco político-social integrador. Respecto de esto último, celebro la gestión de la Concertación en reducir significativamente la pobreza a través de la focalización del gasto social, pero es evidente que la erradicación de la pobreza debiese seguir concentrando esfuerzos. Por otra parte, la legitimidad del sistema político y mantener la corrupción a raya. En este sentido veo el desinterés de los jóvenes por la política, el desperfilamiento de la Concertación y la obliteración de una derecha liberal como síntomas preocupantes.
Diario La Tercera
22 de septiembre de 2002
Página 19
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