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Una puerta al fondo del mar

Publicado 20-10-2002

Al encanto de las ruinas de la antigua planta ballenera, impronta del legendario balneario de Quintay, se suma una experiencia académica que, más allá de sus objetivos meramente docentes, ofrece una perspectiva interesante y desconocida
El apacible balneario, famoso por sus ruinas balleneras, es el enclave de esta experiencia científica que, bajo el rigor de la docencia, advierte los privilegios de nuestro fondo marino.
Al encanto de las ruinas de la antigua planta ballenera, impronta del legendario balneario de Quintay, se suma una experiencia académica que, más allá de sus objetivos meramente docentes, ofrece una perspectiva interesante y desconocida acerca de los valiosos recursos que habitan nuestro océano. Después de recorrer el lugar, se aprecia aún más el privilegiado mundo marino que tenemos a nuestra disposición. Quizás, quienes ya lo hayan visitado, nunca más se van a sentar a la mesa frente a un apetitoso cóctel de erizos, un congrio colorado a la plancha o un lenguado a la lata, de la misma manera que antes.
Y es que desde 1993, el Centro de Investigaciones Marinas de Quintay, (CIMARQ) opera en esa localidad, dependiendo de la Facultad de Ecología y Recursos Naturales de la Universidad Andrés Bello, la que contempla las carreras de Ingeniería de Acuicultura y Biología Marina, tiempo en el que, gracias a la infraestructura y dotación implementada, tanto investigadores como alumnos y profesores han contribuido a acrecentar el valor y, por qué no, el sabor de estas especies.

LINDA QUINTAY
Roberto Cabezas Bello, director de la Escuela de Ciencias del Mar, aclara que se eligió esa localidad para instalar el CIMARQ por su excelente localización en la zona central, además de ser un lugar poco visitado, sin contaminación y punto estratégico por la calidad del agua. “Estamos en medio de una zona de surgencia (afloramiento de agua superficial) rica en nutrientes y con temperaturas bajas”.
Estas condiciones son ideales para la doble función del Centro. Por un lado, se orienta a la realización de todas las actividades prácticas y talleres que demandan las mallas curriculares de la Facultad, que consideran, entre otras materias, como plato fuerte el cultivo de peces, moluscos, algas y crustáceos.
La otra área es la investigación que también es de apoyo a la docencia. “Hay varios tipos de proyectos, financiados por la Universidad en los que participan los investigadores del Centro”, acota Cabezas.
Diego Ramírez, Ingeniero en Acuicultura egresado de la misma universidad, es como el capitán Nemo del CIMARQ. Cuenta que también asisten alumnos tesistas y ejecutan proyectos con empresas privadas del rubro de la acuicultura. “Hemos trabajado también con fondos concursables (Fondef de Conicyt) y en estos hemos desarrollado el lenguado chileno, el erizo rojo, el congrio colorado, lapas y almejas”.

CAPITANES NEMO
Ataviados todos, hombres y mujeres; profesores, estudiantes y estudiosos con las típicas batas blancas, sinónimo de ascepcia y pulcritud, el lugar parece como si hubiera flotado la ciudad sumergida.
Las instalaciones están habilitadas para cumplir a cabalidad con la docencia y la investigación, incluidos laboratorios de microscopia. “Tenemos “Hatchery” -maternidades- de moluscos, erizos y lenguado así como patios de pre engorde de estas dos últimas especies”, enfatiza Roberto Cabezas.
A la entrada del Centro lo primero que se ve son los estanques de los erizos, divididos por tamaños. Son los regalones. Diego Ramírez aprovechar de recordarnos que Chile es el principal exportador de erizos del mundo a la vez que aclara que no tenemos erizos venenosos como muchos piensan. “Los negros que generalmente vemos y sacamos del mar, al pincharse uno con ellos, por lo general dejan la punta de su espina clavada en la piel porque es muy pequeña y molesta bastante, pero no es que sea venenosa. No son comestibles porque no hay nada que comerles, como al erizo rojo que si se consume”.
Año tras año se han ido mejorando las instalaciones. El área cuenta con un sistema de bombeo de distribución de agua de mar y uno de distribución de aire, que funcionan en forma continua durante todo el año, las 24 horas del día.
Se calcula que la inversión hasta el momento se empina a los 850 mil dólares y hay aún muchas iniciativas pendientes. Incluso se va a construir un dormitorio para los alumnos, especialmente los tesistas, profesores e investigadores, a fin de facilitarles la dedicación y entrega que muchas veces exige la experimentación en estas materias.
También está contemplado adquirir en un corto plazo una embarcación con capacidad para 12 personas completamente equipada, de manera de apoyar la realización de estudios oceanográficos costeros.

GRANDES FORTALEZAS
Dos grandes fortalezas tiene el CIMARQ. “En materia de investigación acuícola, lidera el desarrollo del cultivo del lenguado chileno y el cultivo masivo de semillas de erizo con una capacidad de un millón a un millón quinientos mil semillas por lote de producción. Estas son semillas de dos a cinco centímetros”, sostiene el director de la Escuela de Ciencias del Mar.
En este momento la gran novedad es la obtención de ova, larva y juveniles de congrio colorado. El biólogo marino, Juan Manuel Estrada, investigador del Centro y director de algunas de las tesis que realizan los alumnos, entre los logros del lugar el ciclo de alimentación. “Contamos con todo el alimento vivo para los estados larvales, microalgas, fito y zooplancton.
Con él pudimos apreciar el milagro de la vida, a través del microscopio, desde el estado más primario, menos que milimétrico, de la jaiva, el congrio colorado y el lenguado, hasta que se convierten en sendos ejemplares adultos, que inevitablemente se tienden a imaginar sometidos al calor del horno hogareño.
El fascinante mundo del Centro de Investigaciones Marinas de Quintay es posible apreciarlo sólo mediante una visitada autorizada por la Universidad Andrés Bello. No obstante, tiene abierta sus puertas a los colegios e instituciones interesadas en participar en este viaje al fondo del mar, que aunque sea en tierra firme, es una experiencia vivificante.

Socios pescadores
La labor que realiza el CIMARQ está estrechamente ligada al Sindicato de Pescadores de Quintay, especialmente en lo que se relaciona con los estudios vinculados a las áreas de manejo y explotación de recursos beltónicos (pegados o adheridos al fondo) y las actividades tendientes a la repoblación con semillas de erizo.
Es una manera de integrar a los habitantes de la caleta de Quintay a estos estudios e investigaciones y el aporte de los pescadores se traduce en proteger los recursos de los depredadores del erizo, tales como la estrella de mar. Otro es el chungungu, aunque este animal está protegido por la ley por ser una especie en peligro de extinción.

El Mercurio de Valparaíso (Cuerpo de Reportajes)
20 de octubre de 2002
página 4

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