Publicado 28-10-2002
¿Tiene Chile suficientes profesionales en las áreas de ciencia y tecnología (CyT)? La pregunta se justifica si lo que se quiere es que el país transite hacia el desarrollo económico y social.
De acuerdo a una proyección de la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicyt), a 2006 el número de investigadores -de acuerdo a su incremento histórico- llegaría a 8.716, frente la necesidad de contar con 13.400. Así se lograría tener 2,00 profesionales en esta área por cada mil habitantes, cifra deseada si se quiere alcanzar un nivel de desarrollo científico y tecnológico.
Sin embargo, señala la misma entidad, la cifra sigue siendo moderada comparada con países como Dinamarca con más de 17.000 investigadores, superando el 6,0 por cada mil habitantes en relación a su población activa. En tanto, Portugal -que es una de las naciones menos desarrolladas de Europa- tiene más de 13.000 investigadores, con 2,7 por cada mil habitantes.
Problema estructural
Pese a ello, explica el director ejecutivo del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) y Conicyt, Jorge Yutronic, la relación entre oferta y demanda aún está desequilibrada.
Esto último significa que a la fecha, si bien el número de profesionales de CYT es bajo, las empresas aún no logran absorber esta mano de obra. Por tanto, pasará un tiempo para llegar a este equilibrio, reconoce.
Así, a 2000 el número de profesionales de CYT alcanzó los 14.593, de los cuales 7.217 corresponden a investigadores; 896 a becarios y doctorados, mientras 7.034 es personal de apoyo. De los investigadores, sólo 301 trabajan en empresas, es decir, 4,17%. De ese total, el 8% corresponde a postgraduados. La mayoría de ellos laboran en los sectores minero, forestal y acuícola.
Se trata de un problema estructural, explica Yutronic. “Como Chile aún tiene escasas empresas de las áreas de electrónica, biotecnología y manufacturas avanzadas, existe poca demanda. Por consiguiente el desafío es desarrollar al empresariado basado en tecnología”.
La clave, agrega, “es el espíritu emprendedor”. Y esa es la labor que las universidades están comenzando a desarrollar con sus estudiantes, a quienes están entregando las armas necesarias para crear sus propias empresas.
Educación
La educación es otro indicador del desarrollo en esta área. Por ejemplo, el número de estudiantes que ingresan a la educación superior (considerando universidades e institutos) que optan por esta área ha registrado un suave, pero sostenido incremento.
De acuerdo a cifras del ministerio de Educación, a 2001 el número de matriculados en pregrado en carreras científicas alcanzó a 8.841 y en tecnología llegó a 129.255. En tanto, a 2000 el número de estudiantes de magister y doctorado del área de CYT alcanzaba a 339.
En este caso, explica Jorge Yutronic, “el incremento en el número de estudiantes, sobre todo de postgrado, responde al aumento en el número de becas y pasantías en centros de investigación en Estados Unidos y Europa. Además, muchas personas, por iniciativa propia han decidido estudiar con sistema de crédito o recursos propios”.
Subraya que “el profesional chileno mira la posibilidad de una maestría o doctorado. Todos estos son buenos síntomas, pero el volumen aún es pequeño para un país con necesidades de desarrollo, como Chile”.
Publicaciones
Otro indicador clave del nivel alcanzado por los profesionales de CYT es el número de publicaciones científicas. Así, entre 1981 y 2000 Chile aparece como el cuarto entre cinco países, con 10,8% de participación en el total, esto es, 22.575 publicaciones. Pero la media es de 0,978 artículos por investigador, por sobre Brasil y Argentina y Venezuela.
Para Yutronic, “el primer equilibrio entre oferta y demanda se puede alcanzar pronto. Más aún, se cree que podríamos quedar con un déficit en profesionales de la tecnología de la información, lo que se podría traducir en una mayor formación y en atraer a investigadores de otras latitudes”.
De hecho, dice, muchos proyectos que se desarrollan hoy en el país cuentan con la colaboración de las más prestigiadas instituciones científicas internacionales. Un signo positivo en medio de cifras tan poco alentadoras.
El Diario
28-10-2002
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