Publicado 20-03-2003
De computólogo a empresario: ese es el trayecto que la tecnológica VIPNova ha obligado a cruzar a los ingenieros en computación de la Universidad de Chile Rodrigo Arenas (31 años, en la foto) y Mario Arenas (34 años). ¿La apuesta? Ofrecer videoconferencias interactivas para empresarios sobre la base del protocolo IP, el que sustenta a Internet. Y están las manos en la masa.
Apoyados con una participación minoritaria en la empresa por los profesores José Miguel Piquer y Eduardo Vera, los jóvenes ingenieros partieron con todo el entusiasmo que recogieron al participar como alumnos investigadores de un proyecto del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef). Dedicados inicialmente a un laboratorio sobre transmisión de medios en banda ancha, se dieron cuenta que el cuento de las videoconferencias tenía potencial comercial. Y había que tirarse a la piscina.
Claro que no fue fácil, porque de tecnología había mucho, pero de negocio muy poco. Es por eso que el principal desafío que está enfrentando en estos momentos la compañía es desarrollar su plataforma comercial.
Con los $5 millones que ya tuvieron en ventas durante 2002, para este año el plan de negocios de la empresa proyecta $100 millones, todo ello a partir de la consolidación como empresa y de la venta de 10 unidades y servicios asociados.
Lo más difícil, según Arenas, son los sacrificios personales. ¿Tiempo libre? No alcanza. VIPNova no sólo consume eso, sino que además lo que dedicaba a su familia.
Pero es que las expectativas son prometedoras. Es el minuto de lanzarse a la piscina, antes de que haya más compromisos que arriesgar. Es el momento de tratar de marcar la diferencia y apostar por un estatus de vida más tranquila en el futuro. Si pierde, Arenas sabe que puede reintegrarse como ejecutivo. Lo importante es dar la jugada.
El Mercurio
20 de marzo de 2003
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