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La obra, no la persona

Publicado 10-05-2003

Para el profesional las preguntas difíciles son lo más atractivo de la arquitectura. Y se ha dedicado a plantearlas y contestarlas, desde el ámbito académico ­es profesor en la Universidad Católica y en Harvard­, en los proyectos construidos, en los libros que ha escrito y ahora, con Elemental, un diseño que apunta a la creación de conjuntos habitacionales de bajo costo.

 

 

Méritos tiene de sobra, pero insiste en no sobresalir. Para el arquitecto Alejandro Aravena lo importante son las obras. Tan en serio, que obtener un retrato suyo es casi una hazaña. Algo curioso en un mundo en que el ego cumple un rol nada menor.

 

Me parece que lo que da credibilidad profesional son las obras más que la personalidad. Por lo tanto, no me interesa mostrarme.

 

Trabaja como docente en la Universidad Católica y en Harvard. En esta última escuela, de magíster, hace clases entre septiembre y diciembre.

 

Creo que me llamaron por el proyecto de la Facultad de Matemáticas de la Universidad Católica, y por el libro Hechos de la Arquitectura. La primera, se construyó en 1999 y el volumen fue publicado por ediciones ARQ ese mismo año.

 

¿Como el sueño del pibe? ¿Aló, señor Alejandro Aravena, lo llamo de Harvard?

 

Claro. Y siento que me pagan por estar al día en lo más actual del arte. Harvard tiene dos o tres Premios Pritzker haciendo clases. Te pasa el mundo por delante.

 

Si ahí estás rodeado de lo mejor, ¿no sientes, modestamente, que estás también dentro de eso?

 

Estaban buscando arquitectos jóvenes para renovar su planta. Porque se mueven en dos líneas, y tienen a Rem Koolhaas y Rafael Moneo; o apuestan a la escena que emerge. Sé que puedo contribuir con preguntas que valgan la pena, porque me interesan los temas de la ciudad, vivienda social, asuntos relevantes en los que sería deseable ocupar el tiempo.

 

El gran tema que Aravena tiene en mente en estos momentos es el concurso Elemental. Éste se refiere a contar con los mejores profesionales del mundo para construir siete conjuntos habitacionales y así dar una respuesta a la nueva política destinada a los más pobres de Chile: la vivienda social dinámica, sin deuda, que consiste en un nuevo tipo de subsidio de 300 UF ­unos cinco millones de pesos­, monto que el Ministerio de Vivienda y Urbanismo puede entregar sin esperar que le paguen dividendos.

 

Con las 300 UF, si construyes siguiendo las leyes de mercado ­que en general es bastante eficiente­ se entregan unos 25 ó 30 m2. Y luego se necesitará de autoconstrucción por parte de los beneficiados para que esa solución habitacional se transforme en una vivienda, dice el profesional.

 

Para financiar esta iniciativa, la Escuela de Arquitectura de la Universidad Católica, el Harvard Graduate School of Design (GSD) y el Ministerio de Vivienda y Urbanismo obtuvieron un FONDEF (Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico, organismo dependiente de la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología, CONICYT).

 

Estamos recibiendo 500 mil dólares para poner, tanto a destacados arquitectos del mundo como a los mejores arquitectos chilenos, a construir vivienda social en Chile, explica. Y lo más importante es que el ministerio ya comprometió los subsidios para la construcción de los proyectos ganadores, que tendrán entre 200 y 500 casas, en total, unos 12 ó 15 millones de dólares.

 

Este proyecto ­dice Aravena­ tiene tres aspectos. La mejor arquitectura posible, que no es mejorar la estética, sino que la pregunta se plantee de la forma correcta; la mejor ingeniería posible, para que tenga seguridad estructural, ya que el núcleo inicial debe garantizar que haya cortafuegos, sistema antisísmico, y eso lo verá el departamento de ingeniería estructural de la Católica, más algunas constructoras importantes. Y el mejor trabajo social posible, el acompañamiento, la definición de preferencias de la gente, la caracterización de la demanda, cuáles son los terrenos. En esta última parte trabajarán el Hogar de Cristo, la Fundación Rodelillo y Paz Ciudadana.

 

Con respecto a la mejor arquitectura, ¿cuál es la manera de plantear la pregunta?

 

Hay dos temas clave. Lo primero es cambiar la escala. En vez de pensar qué es lo mejor que puedo hacer con 300 UF y multiplicar esa solución por, digamos, cien familias, nos preguntamos cuál es el mejor edificio que se puede hacer con 30.000 UF, donde quepan esas cien familias. Y lo otro es considerar la expansión de la ciudad, porque el problema de la vivienda social es también su ubicación.

 

Además, se involucra el sueño de tener una casa digna: Hay una presión social gigantesca para dar solución a gente que no tiene nada. Se necesitan cien mil unidades al año. Y para construirlas, los presupuestos son tan bajos, que opera un principio de reducción.

 

La primera experiencia en este nuevo concepto de vivienda social dinámica sin deuda se dio en Iquique, en la Quinta Monroy, un campamento de cien familias. El proyecto fue realizado por un equipo de la Universidad Católica a través del Programa Chile-Barrio. Se espera que a fin de año se haya completado su licitación y construcción.

 

Les parecía que al uso del suelo, que hasta ahora significaba hacinamiento, se le podía dar una vuelta de tuerca para evitar este reduccionismo. Partimos de que la tipología que hace uso eficiente de un terreno es un edificio, pero su problema es que acepta crecer sólo en el primer y el último piso. Por lo tanto, esta tipología teórica en la que estábamos trabajando debía ser un edificio de sólo dos niveles. Eso se ha llamado la casa de altos en la arquitectura tradicional.

 

La adaptaron en un edificio, de dos propiedades en paralelo, donde el primer piso crece horizontalmente y el segundo, hacia arriba. Y le incluimos una serie de poros o vacíos, donde se irán haciendo los crecimientos. Ahí se le da la condición de flexibilidad, explica.

 

Alejandro Aravena está convencido de que la vivienda de muy bajo costo es un problema de mérito intelectual. Es lo suficientemente difícil como para que destacados arquitectos se ocupen de ello; no sólo es un tema humanitario o de cargo de conciencia, y eso requiere de un fuerte golpe de timón.

 

El Mercurio, Revista Vivienda y Decoración

10 de mayo de 2003

página 16

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