Publicado 30-05-2003
El país debe focalizar su inversión científica y tecnológica en todas las áreas del conocimiento en las cuales ha logrado reconocimiento internacional.
La reciente confirmación de que el Banco Mundial prestará al país en los próximos seis años una suma equivalente a cien millones de dólares destinados a estimular el desarrollo científico y tecnológico de la nación, ha sido interpretado por la comunidad científica local como una oportunidad histórica para asegurar una estrategia de desarrollo para el sector.
Los fondos suplementarán los recursos que anualmente dispone Conicyt, permitiendo que más proyectos e investigadores alcancen financiamiento para sus iniciativas, lo que se espera se traduzca adicionalmente en un aumento significativo en la velocidad de crecimiento del sistema científico y tecnológico nacional.
Es cierto que la ciencia en Chile en estos últimos 20 años alcanzó un incremento importante, pero aún es insuficiente para lograr que la investigación produzca un impacto significativo en el crecimiento del país. Se implementaron varias fuentes de recursos como el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico Tecnológico (Fondef), dedicado a aprovechar las capacidades de innovación tecnológica de las universidades e institutos de investigación tecnológicas y el programa Fondo de Investigación Avanzada en Areas Prioritarias (Fondap), cuyo objetivo principal es el desarrollo de las áreas de las matemáticas, astronomía, oceanografía, biomedicina y ciencia de los materiales.
Sin embargo, como lo han hecho ver especialistas, nuestra comunidad científica debe trabajar duro para obtener logros a nivel internacional. Primero, luchar por la obtención de recursos; luego contar con una masa crítica dedicada exclusivamente a la investigación y tercero, disponer de tiempo para poder aplicar y dar a conocer los estudios.
A partir de la dictación de la Ley 11.575, que asignó algún financiamiento para la investigación, se ha insistido por parte del Estado en una investigación de carácter aplicado. Sin embargo, la comunidad científica ha dicho otra cosa y lo que hasta ahora se ve, salvo pocas excepciones, es investigación básica cuyo único objetivo es obtener el reconocimiento de la comunidad científica internacional a través de la tácita aceptación de temas de corriente principal. Chile destina sólo el 0,6 por ciento de su PIB para la investigación, y recién espera en el 2006 invertir un 1,2 por ciento. En comparación con Estados Unidos que destina a esta área el 2,7 por ciento y Japón un 2,9 por ciento.
La comunidad científica nacional, las universidades y los órganos del Estado encargados de promoverla deberían avanzar en una línea que apunte a la consolidación de aquellas áreas que se presentan hoy como nuestras fortalezas en materia científica. Los suplementos financieros deberían orientarse entonces hacia sectores ya consolidados, de modo de asegurar las ventajas comparativas que la nación muestra en sectores como la biotecnológica, las matemáticas y la astronomía. La inversión en investigación científica y tecnológica se ha demostrado siempre como una opción rentable de uso de los fondos públicos, especialmente en la posibilidad de establecer alianzas estratégicas con el sector productivo.
El Sur de Concepción
30 de mayo de 2003
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