Publicado 14-06-2003
El nuevo escenario que plantean los tratados internacionales ofrece un desafío considerable para la educación superior en el país.
En el contexto actual, es una realidad que rápidamente estamos entrando en la llamada “sociedad del conocimiento”. Para enfrentar la dinámica y las exigencias de esta sociedad es necesario reorientar y focalizar el sistema de aprendizaje de la educación básica y media.
En la sociedad del conocimiento actual, la relación entre capital humano y capacidad de crecimiento de un país es un eje central para enfrentar el mejoramiento de los sistemas formales de educación, transformando este eje en un factor clave en el perfeccionamiento de la capacidad competitiva de los países, de su crecimiento económico y su desarrollo social en general.
Algunos elementos extraídos de diversos estudios econométricos permiten citar las siguientes conclusiones: el logro del promedio internacional de rendimiento en matemática y ciencia medido por el Estudio Internacional de matemáticas y Ciencias (TIMSS, por su sigla en inglés), crea como expectativa un incremento de la productividad en el país de 0.7 puntos porcentuales anuales, y si la calidad de la educación chilena estuviera a la altura de su ingreso per cápita, la economía podría aumentar su crecimiento cercano a dos puntos porcentuales. Dato no menor, si consideramos que la relación del ingreso promedio de los países de América Latina y el Caribe con el promedio de un país desarrollado disminuyó, desde más de un 40 % en 1950 a un 25 % en 2000.
Progreso tecnológico
El ritmo del progreso tecnológico ha experimentado una aceleración considerable durante las últimas tres décadas, sin embargo, es necesario destacar dos factores importantes. Primero, el cambio tecnológico en el siglo veinte se produjo a favor de los trabajadores educados y fue relativamente rápido en los países que establecieron convenios bi-multilaterales, abiertos al comercio y la inversión extranjera directa. Segundo, el entorno país para acoger estas transformaciones tecnológicas, se corresponde con niveles de educación razonables, ejemplos tenemos en países del Asia del Este y otros, como Finlandia y España.
Esto significa, disminuir la brecha entre educación y tecnología. Por ello, la calidad de la educación es fundamental. Otro elemento importante de cambio tiene relación con el crecimiento de la educación masiva. En este sentido, Chile ha realizado esfuerzos importantes por lograr un avance en el acceso a la educación. Actualmente más de un tercio de nuestros jóvenes asiste a la educación superior.
Recientemente el Ministro de Educación, Sr. Sergio Bitar, con motivo del décimo aniversario del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF) entregó los siguientes datos: cada año adicional de educación básica otorga un 4 por ciento adicional de renta; cada año adicional de renta redunda en un 10 por ciento; y cada año en la Universidad genera un 20 por ciento más de renta. Sin embargo, al comparar estos indicadores con países exitosos, tenemos una brecha importante, sólo basta con citar lo siguiente: En Chile tenemos el 35 porciento de los jóvenes en educación superior, en España ese porcentaje es del 56 porciento; en Nueva Zelanda, del 62% y en Finlandia del 83 por ciento.
Nuevo escenario
La Universidad debe enfrentar un nuevo escenario en el cual es necesario realizar una transformación en la educación, y como país, en particular en los niveles medios, tecnológicos y profesionales. La actual sociedad presenta una economía y demandas diferentes a la era industrial, que demanda competencias distintas y que requiere de aprendizaje continuo en vez de un conocimiento más o menos estático; equipos de trabajo en vez de dicotomía entre trabajadores y administración; aceptar una toma de riesgos calculados en vez de asumir seguridad, un escenario de competencia en vez de monopolios y muchas otras que no viene al caso detallar. Pero tienen implicancias en todos los niveles de formación del capital humano del país, es decir, establecer un continuo de educación desde la “escuela” hasta la educación superior y dentro de ésta la Universidad orientada con nuevos modelos de formación.
Transformaciones
Para lograr estas transformaciones es necesario que profesores y estudiantes cambien su actitud frente al aprendizaje. Los estudiantes deben convencerse que prepararse responsablemente es una actitud de compromiso con su propia formación, ya que esto tiene impacto tanto en su desarrollo académico como en el desempeño técnico-profesional futuro. Las economías que más éxito han tenido en el mundo han construido sus niveles de capacidades y tecnologías desde su base, en educación básica o secundaria, hasta las diversas alternativas con la educación superior y el postgrado.
Por Hernán Maureira Pareja
Vicerrector Académico
Universidad Católica del Maule
Publicado en:
El Centro de la Séptima Región (Talca)
29 de junio de 2003
página 15
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