Publicado 31-07-2003
Si la relación universidad-empresa es compleja, el equipo de investigadores de la Unidad de Tecnología Pesquera de la Universidad de Concepción, Unitep, lo sabe mejor que nadie.
Bajo la guía del doctor Hugo Arancibia Farías, el grupo ha dedicado cientos de horas de trabajo directo con pescadores, plantas procesadoras y agentes de comercio en Chile y el exterior para transmitir su experiencia académica y convertirla en negocios.
El martes cerraron un ciclo de capacitación de 60 pescadores artesanales de las caletas de Coliumo, Dichato, Tomé, San Vicente, Coronel, Llico, Punta Lavapié y Lebu.
La idea de los académicos es generar la capacidad de articular a los distintos actores de la cadena de valor, esto es, a quienes participan de la extracción de los recursos, quienes los procesan y los encargados de comercializarlos.
Pero no se trata de cualquier producto.
Arancibia suma más de una década de investigaciones con varios proyectos financiados por el cotizado Fondo de Fomento de la Investigación Científica y Tecnológica, Fondef. El tema común ha sido el de nuevos recursos para convertirlos en alternativas rentables cuando las actividades tradicionales están en receso (entre otras causas por las vedas), tanto en el nivel de la pesca artesanal como en la industrial.
Según el científico, las mismas iniciativas Fondef les hicieron ver que la industria extractiva y de procesos tiene una capacidad instalada que queda ociosa en ciertos períodos. Con la idea de aprovecharla, se dieron cuenta de que era necesario capacitar a quienes están en la fase de captura de los recursos (en este caso apuntaron a los pescadores artesanales), pero también a quienes integran el resto de la cadena.
Este trabajo lo han cumplido con aportes de Innova Bío Bío (Corfo), que inyectó 46 millones de pesos para hacer esta transferencia tecnológica.
En este caso, Arancibia acumula un fuerte conocimiento en materia de especies nuevas como la anguila babosa, anguila común, congrio plateado y jaiba limón. El paso siguiente fue el de entregar a los pescadores los aparejos y la capacitación necesaria para extraer los recrusos.
Eso ya está cumplido, así como la capacitación de otras 46 personas en la fase de procesos para que preparen, por ejemplo, congelados de anguila babosa, filetes de congrio plateado o pinzas de jaiba.
Y el tercer eslabón de la cadena no se ha quedado atrás. El equipo, cuya directora alterna es Angélica Carmona, ya ha hecho contacto con más de un centenar de empresas y “traders” o comercializadores en Chile y en el extranjero.
Han tenido buena respuesta principalmente fuera de la Octava Región, lo que los ha llevado a establecer contactos con empresas instaladas en Valparaíso.
Por ahora, todo lo que producen los pescadores artesanales es utilizado como muestra, se envía a las plantas o a los comercializadores interesados para que conozcan los productos y puedan hacer el camino de abrir un mercado, especialmente en el extranjero.
Lo que está en juego, dice Arancibia, es la confianza. Cree que los mercados están disponibles en el exterior, pero que urge entregar herramientas adecuadas para que los eslabones ya señalados se unan.
La Unidad de Tecnología Pesquera de la universidad está en condiciones de asumir momentáneamente la producción de los pescadores y canalizarla hasta que el producto llega al extranjero, pero la idea es entusiasmar a grupos de inversionistas para que sean ellos quienes aprovechen esta capacidad instalada que apunta a nuevos productos del mar.
El Sur (Concepción)
31 de julio de 2003
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