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La otra acuicultura, con amplia licencia para exportar

Publicado 17-11-2003

La acuicultura no sólo es salmón. El cultivo de otras especies como los mejillones o choritos, abalones, ostras y ostiones representa una opción real de exportación para las pequeñas y medianas empresas, sobre todo si participan en las etapas media y final del proceso (engorda, crecimiento y cosecha).

 

Por una parte hay una creciente demanda internacional frente al déficit de productos marinos –un artículo de The Economist constató que 75% de las de la existencia de peces silvestres está prácticamente agotada- y, por otro lado, el avance en investigación en centros públicos y privados en el país ha disminuido la brecha tecnológica para este tipo de emprendimientos.

 

Además, los tratados de libre comercio junto a los mejores precios internacionales también son factores que pueden potenciar a este sector. Si bien la punta de lanza de la acuicultura fue el salmón, no hace más de 15 años que la oferta de especies comenzó a diversificarse.

 

En Chile existen unas 150 pymes dedicadas al cultivo acuícola, de las cuales 80 son salmoneras y 70 cultivan otras especies. El ostión, abalón y el turbot se desarrollan preferentemente en las regiones II a V; el alga gracilaria o pelillo, en la III, IV y X; los mejillones o choritos, en la X y la ostra chilena, en la IV y la X.

 

Los productos acuícolas con tecnología desarrollada son choritos, choro zapato, almejas, ostión del norte, huepo, ostra chilena, ostra del pacífico, abalón, turbot, erizos, luga roja, luga negra, pelillo y huiro. Y en desarrollo están la corvina, róbalo, merluza del sur, centolla y pulpo.

 

Cristián Lagos, jefe de acuicultura del Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) de Conicyt, proyecta que entre 2003 y 2010 el número de pymes presentes en el rubro se duplicará, debido a que la acuicultura es considerada un “área estratégica en el desarrollo del país. Además, se están facilitando una serie de regulaciones, como las concesiones”.

 

El funcionario destacó que a los pescadores artesanales el gobierno les ha entregado zonas de manejo, en lugares como Quintay, Maitencillo, Tongoy y la Región de Los Lagos. “Los únicos que pueden explotar las praderas de algas, alimento del abalón, son ellos, por lo que la actividad debe profesionalizarse para ser sustentable esta explotación”, acota Gustavo Parada, gerente de recursos marinos de Fundación Chile.

 

¿Qué falta?

Los cultivos contemplan tres etapas fundamentales: generación de ejemplares primarios; crecimiento y engorda; y cosecha. Las posibilidades para las pymes están concentradas en las dos últimas, dado que la primera requiere elevadas cifras de inversión, apunta Félix Inostroza, subdirector del Servicio Nacional de Pesca (Sernapesca).

 

Uno de los desafíos para las compañías es identificar el tipo de cultivo más propicio o rentable y en qué fase de la producción integrarse. En cualquier caso, las empresas deben “asegurarse de que alguien esté generando los ejemplares iniciales”, explica Inostroza.

 

En el Instituto de Fomento Pesquero (IFOP), con sede en Puerto Montt, son de la misma idea, aunque con matices. El doctor Leonardo Guzmán, jefe de la División de Investigación Acuícola y director zonal (X, XI y XII regiones), dice que “la acuicultura actualmente es más para las medianas empresas, ya que las pequeñas requieren antes desarrollar capacidades financieras, tecnológicas y administrativas. Y las microempresas deberían estar orientadas a cultivos de subsistencia”.

 

Lo difícil es iniciar el negocio, porque se debe hacer en un cuerpo de agua que esté previamente autorizado y según el tipo de agua, existen diversos permisos y el trámite es largo.

 

“Está el tema de ordenamiento del borde costero para que no surjan interferencias entre distintas actividades. Hay una serie de situaciones que hacen lento el proceso de asignación de estas autorizaciones y eso puede ser una pequeña traba para las pymes”, comenta Inostroza.

 

Para Guzmán, las firmas también deben saber integrar los aspectos sanitarios y medioambientales. Para ello, la autoridad requiere desarrollar normas de administración que permitan un desarrollo sostenido. Asimismo, las instituciones buscan hacer más expeditos los trámites para obtener los permisos para iniciar un cultivo.

 

Junto con tales aspectos, es necesario fortalecer la investigación científica y tecnológica. Uno de los objetivos es lograr un equilibrio entre la actividad productiva y el resguardo del patrimonio genético, acuático y ambiental. En ese sentido, el subdirector de Sernapesca recordó la publicación, en diciembre de 2001, del Reglamento Ambiental para la Acuicultura.

 

En la actividad científica y tecnológica para apoyar proyectos en el sector acuícola –incluido la salmonicultura- el Estado y los privados ya han aportado en conjunto más de US$ 100 millones en la última década, según datos recopilados por Fondef de Conicyt.

 

Este organismo es una de las principales fuentes de financiamiento público junto al Fondo de Investigación Pesquera (FIP), FDI, Fondecyt, FNDR, Fontec y Sercotec.

 

Para Guzmán, del IFOP, los cultivos que presentan una mayor proyección son el ostión del norte y el abalón por el avance tecnológico y el chorito por su demanda.

 

Los estudios han permitido reconocer otras especies con potencial exportador, como el hirame (lenguado japonés), langosta australiana, erizo, navaja, puye y diversos tipos de algas que se emplean para el consumo humano y en la industria cosmética y alimenticia. “Estos desarrollos permitirán nuevas alternativas de negocios para las pymes”, afirma Cristián Lagos.

 

EL Diario Financiero – El Portal Pymes

17 de noviembre de 2003

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