Publicado 01-12-2003
Si bien Chile ofrece condiciones marco relativamente buenas para las innovaciones, en términos de estabilidad macro económica y atractivos para la EID, sus sistema de innovación nacional (SIN) continúa siendo subdesarrollado. Se caracteriza por un nivel insuficiente de inversión en investigación e innovaciones, especialmente en el sector empresarial. Más aún, existen vínculos débiles entre la investigación pública y privado, lo que contribuye a un círculo vicioso que mantiene a los dos en un nivel muy bajo.
Sin embargo, hasta elemento Chile ha sido más exitoso que la mayoría de los países de la región en practicar una estrategia de aceleración cuyo objetivo principal es agregarle valor a los productos de exportación, basados en los recursos naturales tradicionales, a través del uso de nuevas tecnologías e innovaciones organizacionales, especialmente en el sector agroalimentario. Ya existen islas de actividades innovadoras a nivel mundial basadas en la sofisticación de los productos y la diferenciación. Si se sostienen en el tiempo y gradualmente se aumentan, las iniciativas gubernamentales y del sector privado para fomentar y difundir estas buenas prácticas pueden inducir los cambios estructurales necesarios para poner al SIN chileno en un cambio de desarrollo más dinámico.
El gobierno chileno no ofrece incentivos tributarios a la investigación y el desarrollo, pero apoya la investigación y la tecnología principalmente a través de Corfo y la Comisión Nacional para la Investigación Científica y Tecnológica (CONICYT). CORFO administra el Fondo nacional de Desarrollo Tecnológico y Productivo (FONTEC) y el Fondo para el Desarrollo de la Innovación (FDI). CONICYT gasta la mayor parte de su presupuesto en dos programas de financiamiento: i) el Fondo Nacional para el Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDECYT), que apoya cerca de 1.000 proyectos de investigación básica por un máximo de 3 año, y ii) el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (FONDEF), que gasta una cantidad similar en proyectos con potencial de impacto económico en áreas prioritarias tales como la minería, silvicultura y agricultura.
El Ministerio de Agricultura también administra la Fundación de Innovación Agraria (FIA). En los últimos años, intermediarios privados como la “Fundación Chile” han jugado un rol cada vez más importante en la promoción del mejoramiento tecnológico y la innovación industrial.
La actual reorientación de las políticas de ciencia y tecnología, con un mayor énfasis en medidas que refuercen los vínculos entre la comunidad científica y los usuarios de los resultados de las investigaciones en la industria y el sector público, es un paso inicial necesario en una estrategia para aumentar el grado de respuesta del sistema científico a las oportunidades económicas y las necesidades sociales, y para alentar al sector empresarial a buscar un mejor calce entre las oportunidades tecnológicas y las de mercado.
La experiencia de los países de la OCDE que han tenido éxito en la transición de una economía basada en recursos naturales a una basada en conocimientos, muestra que escapar de la “trampa del bajo equilibrio” en investigación y desarrollo requiere un constante mejoramiento del marco de condiciones (por ejemplo, competencia, derechos de propiedad intelectual) que afectan los incentivos para innovar y los retornos privados para tal efecto. También demuestra que mejorar un SIN involucra.
i)Asegurar un compromiso político y presupuestario con la inversión pública sostenida y balanceada en conocimiento, incluyendo desarrollo de recursos humanos. ii)Evitar incentivos financieros generalizados y costosos, buscando puntos para “apalancar” en la interconexión entre investigación pública y privada y entre la educación y capacitación en el trabajo. iii)Evitar la miopía de alta tecnología y un enfoque de “escoger a los ganadores”, sino más bien promover actividades innovadoras con efectos en otras actividades y no intensivas en importaciones, incluyendo “servicios intensivos en conocimientos”, a través de instrumentos que estimulen pero no excluyan la iniciativa privada, tales como asociaciones público privadas. iv)Complementar los recursos naturales y magnificar la eficiencia en su uso a través de la intensificación de vínculos y cooperación internacional. v)Construir sobre las redes de innovación existentes, manteniendo los esquemas de incentivos abiertos y atractivos para los que vienen de afuera.
Artículo tomado del libro “Estudios Económicos de la OCDE”, noviembre 2003, pág. 191
Reproducido por Diario Financiero
1 de diciembre de 2003
página 38
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