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La frontera del desarrollo

Publicado 03-12-2003

La velocidad del cambio y con ella la percepción del rápido paso del tiempo, lleva a plantearnos la necesidad de pensar a Chile e imaginarnos como será a partir del año 2010. Y cualquier escenario que pensemos con todas las variables que queramos incluir topará finalmente con un límite que la geopolítica no ha querido definir: la energía disponible para el desarrollo potencial que siempre es mayor que el real, en un momento del análisis.

 

Todos queremos que nuestro crecimiento vuelva a los valores del 7% y 8 % a que nos acostumbramos hace veinte años. Esto fue posible gracias a que nuestra disponibilidad de energía dejaba un gran porcentaje del total sin utilizar que daba espacio para ocuparla sin que ello grabara los costos. Pero las cosas han cambiado. Hoy la energía es más cara y hay cada vez menos, ya sea porque abandonamos el incentivo para seguir construyendo centrales hidroeléctricas o porque el petróleo que se demanda debe traerse en su totalidad desde fuentes de Ultramar.

 

Resulta que el agua dulce y el petróleo son, sin duda los más estratégicos de los elementos naturales y sin ellos, el crecimiento se detiene. Como no tenemos petróleo somos vulnerables y podrá sorprender la idea de que no tenemos agua dulce, pero la que tenemos en la cordillera disminuye en la medida que el cambio climático se hace más evidente y puede que en el futuro no alcance para la generación de electricidad. La respuesta ha sido comprar gas desde Argentina y construir centrales que usen este combustible haciéndonos, de paso, altamente dependiente del país vecino. En este aspecto seamos claros, esta es una dependencia estratégica que ya ha tenido consecuencias. Bastó una huelga en Argentina para que en el pasado verano nos quedáramos sin electricidad en la zona central, obligándonos a colocar en marcha las centrales que usan carbón. Entonces debemos hacer todo lo posible para zafarnos de esta dependencia antes que a los argentinos se les agoten sus reservas.

 

En Chile siempre se vuelve al mar. Desde hace tres años se está realizando el proyecto de oceanografía y geología submarina entre la Pontificia Universidad Católica de Valparaíso, la Armada y la Universidad de Chile bajo el Proyecto Fondef DOOI1104 destinado a determinar la extensión de los hidratos de gas de metano que se encuentran desde Valparaíso hasta el sur de Valdivia. Pero este proyecto termina en septiembre de 2004 y ahí quedará. Los científicos han determinado que un metro cúbico de este gas, que se encuentra en el subsuelo marino en forma de hielo comprimido, equivale a 164 metros cúbicos de gas útil para la energía. Las reservas estimadas en todos los fondos marinos de los océanos son el doble de todas las reservas de combustibles fósiles que existen en el mundo. El estado actual de esta cuestión permite establecer que ya es posible extraerlo desde el fondo desde profundidades superiores a 3000 metros y que en el caso de Chile, los depósitos se encuentran en el talud continental a mucho menos profundidad. Es decir, tenemos la posibilidad más que cierta de tener una fuente local de energía en cantidades enormes que, si pensamos en las demandas de combustibles que se generarán para concretar un desarrollo con un crecimiento más alto y sustentable en el tiempo, abandonar estos proyectos científicos sin continuarlos dándoles nuevos recursos para que finalicen con un diseño concreto para la utilización efectiva de este gas, sería carecer de realismo político frente al futuro.

 

Claro que frente a la importancia del Océano se plantean otros problemas aparte de los propios de las ciencias. Lo primero es entender que los espacios oceánicos son demandados como espacios de pleno interés económicos, lo segundo es que ya es urgente que la ley internacional debe ampliarse para disminuir los conflictos que se originarán en la búsqueda de las riquezas del mar promoviendo una Cuarta Conferencia General del Mar. Esta realidad potencia el concepto del mar presencial. Lo tercero, que un país marítimo como Chile tiene que considerar al mar como parte de su desarrollo. Por último, es el momento para plantearse un esfuerzo de Estado y que junto a otros países del APEC como Japón y los Estados Unidos, organizar un grupo de investigación científico multinacional que permita continuar con estas investigaciones, las que bien debieran conformar el eje de un proyecto mayor en el conjunto de las posibles actividades programadas para el Bicentenario.

 

Diario Financiero

3 de diciembre de 2003

página 34

 

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