Publicado 18-05-2004
Proyecto medirá compuestos tóxicos de la polución que no eran monitoreados
El letal secreto del esmog
Los HAPs y los PCBs son dos familias de compuestos nocivos presentes en el esmog que pueden producir cáncer y mutaciones genéticas. Pese a ello no están contemplados en el actual sistema de monitoreo de la calidad del aire de Santiago, hecho que será subsanado por un grupo de investigadores a través de un proyecto Fondef. Por su parte, Conama trabaja en una serie de estudios sobre la materia y apura la ratificación en el Congreso del Convenio de Estocolmo.
El pasado miércoles, la Intendencia Metropolitana decretó la primera alerta ambiental del año, iniciando una rutina a la que los santiaguinos ya se han acostumbrado: aprender a convivir con el peligro de la contaminación.
Como si eso no fuera poco, muchos de los compuestos orgánicos presentes en la polución no son contemplados en los reportes entregados por la Red de Monitoreo de Calidad de Aire de Santiago, ya sea por falta de tecnología adecuada, dinero, especialitas o simplemente porque no han sido considerados prioritarios. Es el caso de los Hidrocarburos Aromáticos Policíclicos (HAPs) y los Bifenilos Policlorados (PCBs), dos familias de compuestos que se encuentran en muy bajas concentraciones, pero que destacan por su capacidad de producir cáncer o mutaciones genéticas.
El primer trabajo que midió la concentración de PCBs en la atmósfera urbana del país fue realizada en Santiago en 2001, por el Centro Nacional del Medio Ambiente (Cenma) a petición de la Comisión Nacional del Medio Ambiente (Conama). Un equipo dirigido por el doctor Rodrigo Romero encontró niveles similares a los registrados en las urbes europeas.
Ahora un grupo de investigadores de la Universidad Técnica Federico Santa María (UTFSM), liderados por el doctor Francisco Cereceda, director del Laboratorio de Química Ambiental y académico de esa casa de estudios, retomó el problema a través de un proyecto que recientemente le adjudicó más de 260 millones de pesos de Fondef-Conicyt y que se propone desarrollar tecnología de punta para investigar a fondo el nivel de tóxicidad de HAPs y PCBs en la atmósfera capitalina.
El fin es que los organismos ambientales y sanitarios puedan, a partir de esta información, iniciar planes preventivos o correctivos para proteger la salud de la población. Además, se busca sentar las bases de una red nacional de monitoreo de calidad química del aire, que sea exportable a países en vías de desarrollo, y aprovechar esta nueva tecnología y los especialistas para contar con una certificación química y ambiental, un hecho de suma importancia en el escenario de los nuevos tratados de libre comercio. Por eso este proyecto colaboran otras múltiples instancias (ver dato)
Tóxicos y cancerígenos
El doctor Cereceda conoce muy bien a estas familias de compuestos, ya que en sus años de doctorado en Química Analítica Ambiental en Alemania desarrolló un sistema de muestreo para determinar su presencia en agua de lluvia, nieve y granizo, así como también en el material particulado atmosférico. Por ello, de vuelta en Chile en 1998, creó el Laboratorio de Química Ambiental en la UTFSM y se propuso medir estos compuestos en Temuco (1998) y Santiago (2001). Respectivamente los resultados arrojaron concentraciones de HAPs, 9.850 y 330 veces mayores que lo recomendado por la Organización Mundial de la Salud.
Los datos no dejan de ser preocupantes si se piensa que los HAPs son los compuestos asociados a material particulado que más evidencias acumulan como potencial fuente cancerígena.
Por otro lado, explica, estudios recientes han demostrado que los HAPs, así como los PCBs, también podrían estar asociados a alteraciones reproductivas relacionadas con la infertilidad, retardo en la maduración sexual en adolescentes y del crecimiento intrauterino.
¿Por qué si estos compuestos son tan nocivos no están contemplados en el actual sistema de monitoreo de la calidad del aire de Santiago?
“Porque no existen aún métodos estandarizados o de referencia. Además, y lamentablemente, determinar estos compuestos es algo muy complejo y se requiere de una infraestructura y equipamiento muy sofisticado para lograr tomar una muestra de aire, procesarla y finalmente identificar y cuantificar este tipo de contaminantes. Por otra parte, no se puede cumplir lo anterior sino se cuenta con personal altamente calificado para llevar a cabo esta tarea, algo que nos ha costado años desarrollar y sin contar con recursos financieros. Afortunadamente, tanto Conama, como Sesma y Conicyt han llegado al convencimiento que este tipo de estudios deben realizarse”, dice Cereceda, quien agrega que su investigación estará lista en agosto de 2005.
Eliminación de agentes nocivos
“Naciones Unidas dice que los humanos hoy somos parcialmente sintéticos y en el último número de la revista NewsWeek (abril 2004) aparece un artículo que cita un estudio efectuado a 157 ciudadanos de Gran Bretaña y Bélgica -incluida la propia comisaria del Medio Ambiente de la UE, Margot Wallstrom- a quienes se les tomaron muestras de sangre ¿El resultado? Se encontraron 77 tipos de moléculas que incluyen cancerígenos conocidos. En el caso de Wallstrom su cuerpo contenía 28 sustancias químicas potencialmente tóxicas, entre ellas DDT y los mismos PCBs”.
Los HAPs pueden ser naturales, como producidos por el hombre. Sus fuentes naturales pueden ser erupciones volcánicas; incendios forestales y los procesos de formación de petróleo y carbón. También se producen en procesos por el humo del cigarrillo, del escape de motores o en plantas termoeléctricas entre otras.
Con estas palabras Rodrigo Romero, doctor en Química Orgánica y miembro del Departamento de Gestión de Residuos y Riesgo Ambiental de la Conama resume el peligro que significa para el hombre y su entorno los Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs), entre los que se encuentran los PCBs, los que si bien hace 50 años permitieron grandes avances industriales, hoy acumulan una montaña de evidencia científica en torno a su nocividad.
Para poner freno a esto, en 2001 se firmó el Convenio de Estocolmo que pretende eliminar, prohibir o reducir al mínimo, las liberaciones al medio ambiente de un listado inicial de doce COPs y al cuál Chile está suscrito. El tratado pretende eliminar el uso de los PCBs al 2025 y el resto de los residuos al 2028.
Romero explicó que nuestro país ratificaría antes de fin de año este convenio y que hoy la única normativa que hay sobre control de PCBs en Chile es una de la Superintendencia de Electricidad y Combustible que prohíbe su presencia en los transformadores eléctricos a partir de 1982, norma que claramente es insuficiente.
Mientras los parlamentarios apuran el tranco para ratificar este tratado, el doctor Romero dice que Conama trabaja en la elaboración de un inventario nacional cuyo fin es determinar las fuentes de emisión de estos agentes nocivos y a la vez desarrolla un conjunto de estudios, entre las que destaca el Plan Nacional de Implementación para la Gestión de los COPs, que estará terminado a fines del 2004. Para ello, Chile está recibiendo financiamiento internacional, siendo uno de los 12 países en el mundo que obtiene recursos de Naciones Unidas, con aportes que bordean los US$ 500 mil.
En ese contexto, el experto alaba el proyecto del doctor Cereceda así como los importantes trabajos sobre la materia realizados en ratas en la Universidad de Chile, por el doctor Lionel Gil y la doctora Adonis y en bivalvos en la Universidad de Concepción por el doctor Ricardo Barra.
Sin embargo, la tarea mayor está recién en camino y es de esperar que cuando las políticas globales sobre la materia sean puestas en marcha, no tengamos que lamentarnos como la Comisaria de Medio Ambiente de la UE, por cargar con tal cantidad de tóxicos en nuestra sangre.
Fuentes de PCBs
Los PCBs se caracterizan por su alta inerticidad (resisten los ácidos y bases), su gran estabilidad térmica, baja conductividad eléctrica y el no ser explosivos. Fueron producidos en forma industrial por primera vez en EE.UU. en 1929. Su producción se mantuvo por más de 50 años y fueron exportados a todos los países del planeta.
Los principales usos de los PCBs son en transformadores eléctricos, lubricantes, plastificantes, tintas, recubrimientos de superficie, pinturas, aceites, refrigerantes, pesticidas, etc.
Teóricamente existen 209 compuestos distintos que se clasifican como PCBs.
Compuestos nocivos
Los Compuestos Orgánicos Persistentes (COPs) que pretende eliminar el Convenio de Estocolmo, entre ellos los PCBs, pueden ingresar al cuerpo humano no sólo por la contaminación atmosférica, sino también por el agua, la tierra, los animales, las plantas, los alimentos, etc, es decir, todo lo que nos rodea.
Se trata de sustancias altamente liposolubles que se acumulan en los tejidos grasos y permanecen tiempos prolongados en el medio ambiente. Su amplia y eficaz distribución, permiten que estén presentes en todos los continentes, encontrándose inclusive en las zonas más remotas del planeta como los polos.
Dato
En el proyecto del doctor Cereceda colaboran los Departamentos de Química, Electrónica, Diseño de Productos y Ciencia de Materiales de la UTFSM; el Departamento de Física de la Usach, Conama y Sesma y la empresa norteamericana Rupprecht & Patashnick Co y su representante en Chile Milenio XXI.
Más información:
Fuente: La Nación
Fecha: Martes 18 de mayo de 2004
Periodista: Leyla Ramírez
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