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QUÉ HACER CON LOS RECURSOS DEL ROYALTY

Publicado 13-07-2004

Si no hubo acuerdo en aplicar el royalty, podría haberlo en cómo gastar los recursos recaudados. Es momento de aprovechar la coyuntura y establecer una comisión conjunta entre los sectores público y privado que puedan evaluar la actual experiencia y llegar a un gran acuerdo nacional en esta materia.

 

 

El gobierno ha finalmente optado por introducir un cargo a la extracción de recursos naturales no renovables. Entre las razones que se han esgrimido para justificar este cobro está el hecho de que hay que procurar que una riqueza que sabemos se va a agotar en algún momento, sirva para sentar las bases para crear nuevos motores de crecimiento para el futuro.

 

En esa línea, se ha planteado que los recursos que se recauden sirvan para complementar el esfuerzo que actualmente efectúa el país en materia de innovación tecnológica. A continuación quiero proponer algunos criterios orientadores sobre cómo usar esos recursos para estimular la innovación en Chile.

 

Como antecedente, es bueno recordar que muchas voces se han alzado en reiteradas ocasiones para indicar la necesidad de que Chile incremente su esfuerzo en esta materia, si aspira a convertirse en una nación desarrollada. No es que el país, el gobierno y las empresas en particular no estén haciendo nada en materia de innovación tecnológica. Se hace, y muchas veces muy bien. El punto es que es insuficiente.

 

En ese sentido, un primer elemento a considerar es que actualmente el grueso de los recursos destinados a financiar proyectos de innovación tecnológica y a labores de investigación y desarrollo, son de origen público. No en vano las comparaciones internacionales hablan no sólo de que el esfuerzo en materia de inversión en innovación es bajo en Chile, sino que subrayan el escaso aporte del sector privado al mismo.

 

El primer criterio que debiera orientar nuevos esfuerzos públicos en la materia, es que ellos incentiven mayores innovaciones desde el sector privado.

 

De poco sirve en términos de crecimiento económico disponer de infraestructura científico-tecnológica, si es que ella no está adaptada a las necesidades y proyectos de las empresas. Las empresas deben liderar la ejecución de los proyectos, de modo de asegurar que sus resultados no se guarden en estanterías, sino que se apliquen realmente en labores productivas.

 

Lo anterior no significa que hay que “regalar” los recursos a las empresas. Se trata de que los recursos públicos complementen el esfuerzo privado. La ausencia de aporte de las empresas es una señal clara de que en realidad no están comprometidas con el proyecto en que participan, por lo que ese tipo de iniciativas no deben ser apoyadas.

 

En Chile existen fondos tecnológicos que operan sobre bases como las indicadas y que han tenido gran éxito de acuerdo a todas las evaluaciones que se les han aplicado. Entre ellos se cuentan el Fontec y el FDI, en Corfo, y el Fondef en Conicyt. Se trata de fondos que tienen experiencia en trabajar en conjunto con las empresas privadas, pero cuyos recursos son claramente insuficientes como para dar cuenta de la demanda existente y para apoyar iniciativas de gran envergadura y larga maduración.

 

Hay que aprovechar esa rica experiencia, fortaleciéndola y complementándola, pero no partiendo de la errónea idea de que “aquí no se ha hecho nada” y tratar de inventar una vez más la rueda.

 

Sin embargo, la experiencia chilena e internacional (como lo muestra el caso de los Royal Crown Institutes de Nueva Zelandia, por ejemplo) indica que no basta con disponer de recursos que apoyen la realización de proyectos innovadores. Es preciso que existan instituciones que cumplan el rol de articular el desarrollo científico (que muchas veces se encuentra en las universidades) con los requerimientos empresariales.

 

Chile tiene una gran carencia de ese tipo de instituciones, siendo la Fundación Chile una de las escasas excepciones. Invertir en el desarrollo de tales instituciones es imprescindible si es que se quiere incrementar el ritmo de la innovación.

 

Los anteriores son simplemente algunos elementos que debieran tomarse en cuenta para potenciar nuestra capacidad de innovación tecnológica y dar un buen uso a los recursos recaudados por el royalty minero.

 

Pero son muchos más los factores que debieran tomarse en consideración. Quizás es el momento de aprovechar la coyuntura y establecer una comisión conjunta entre sector público, parlamentarios, académicos y representantes privados de organismos como la Sofofa y la CPC que pueda evaluar la experiencia chilena, conocer las trayectorias de otros países, y llegar a un gran acuerdo nacional en la materia.

 

Si no hubo acuerdo en aplicar el royalty, podría sí haberlo en cómo gastar los recursos recaudados. ¿O no?

 

La Tercera

13 de julio de 2004

 

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