Publicado 14-10-2006
Especialista de la Clínica Las Condes aplica en nuestro país un sofisticado procedimiento de ingeniería genética que abre una nueva esperanza en la lucha contra la mortal enfermedad. El método consiste en cruzar los glóbulos blancos del enfermo con las moléculas de la patología, y luego inyectarlos al cuerpo del paciente para que se active el sistema inmunológico.
La sala de espera de la consulta del cirujano oncólogo Carlos Ferrada es luminosa. El sol de octubre se filtra por las ventanas y estalla en los rostros cansados y cabizbajos de los pacientes que esperan ser atendidos. Francisco Pulgar (39), un transportista que fue operado hace diez días por el especialista de un cáncer a la boca, fija su mirada en la pared mientras su esposa, Jessica Rojas, lo observa con ternura. Aunque le fue extirpada parte de su lengua, él se comunica sin dificultad y esboza una sonrisa.
Esta escena es como todas las jornadas en el gabinete que el doctor Ferrada mantiene en calle Pérez Valenzuela, en Providencia. Los pacientes aquejados de cáncer, algunos con un muy mal pronóstico, llegan esperanzados a tratarse con este eminente médico de la Clínica Las Condes, quien ha operado a más de 14 mil personas buscando combatir la mortal patología. Al cirujano se le humedecen los ojos cuando recuerda esos casos que no pudo salvar a causa de que el mal se encontraba en una fase avanzada.
Carlos Ferrada (53) integra uno de los equipos pioneros del mundo en la aplicación de una revolucionaria técnica para derrotar a este mal. El método que desarrolla hace 6 años con un grupo multidisciplinario, integrado por el científico Flavio Salazar, consiste en cruzar, mediante sofisticadas técnicas de ingeniería genética y molecular, los glóbulos blancos de pacientes enfermos con extractos de sus propios tumores. De esta forma se activan las células de la inteligencia inmunológica del cuerpo, conocidas como células dendríticas, para que reconozcan y actúen contra el enemigo.
Hasta ahora ha experimentado con pacientes afectados de cánceres a la piel, de colon y renal, y los resultados han sido satisfactorios. Ferrada, aunque remarca que no quiere crear falsas ilusiones, es un convencido de que el método “es súper prometedor” para el combate que se está dando en el mundo contra el flagelo.
El especialista trabajó en el M.D. Anderson Cancer Center de Houston, Estados Unidos, el hospital más importante del mundo en terapia anticancerosa. Hace 21 años regresó al país y hoy divide su atención de pacientes con la docencia en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile.
“SERVICIO DE INTELIGENCIA
La tarde de la entrevista con VEA su consulta estaba repleta. Hacía pocos minutos había controlado a una joven a la que le extrajo un melanoma –cáncer de la piel– desde la órbita del ojo izquierdo. Sencillo y acogedor, intenta explicar la complejidad del tratamiento que realiza y que lo ha puesto en un lugar privilegiado en la medicina planetaria.
Al regresar de Estados Unidos en 1985 –cuenta– comenzó a trabajar en el Instituto Nacional de Cáncer. Se percató de que los resultados que se obtenían en los enfermos aplicándoles terapias convencionales de quimioterapia y radioterapia eran muy similares a los logrados en otras naciones. Las estadísticas actuales establecen que el 70 por ciento de los niños enfermos logra sanar, al igual que más del 90 por ciento de los adultos cuya enfermedad ha sido detectada en sus inicios. Cuando el mal está avanzado, la mejoría se estima en un 60 por ciento.
Tomando en cuenta los resultados logrados con las técnicas habituales “es que se empezaron a explorar en el mundo otras posibilidades para los pacientes a los que no les resultaban los tratamientos habituales. Fue así como se abrió uno de los grandes capítulos, las terapias génicas, de manipulación inteligente de las células del mismo cuerpo afectado”, explica el facultativo.
“El cuerpo humano –agrega–, al igual que un país, tiene un servicio policial, que es el sistema inmunológico. Este se encuentra mediado por unas células que se denominan dendríticas, que son los agentes de inteligencia. Son ellas las que avisan al primero de que hay una célula ‘terrorista’. Cuando se produce el cáncer es porque, por algún motivo, el servicio de inteligencia no fue capaz de avisarle al sistema inmune de que existían esas células terroristas”.
Lo que el doctor Ferrada y su equipo hacen es tomar los glóbulos blancos del paciente, llevarlos al laboratorio y realizar con ellos un cultivo celular. “Producimos las células dendríticas, hacemos millones de veces esas células de la inteligencia y las manipulamos. Tomamos moléculas del cáncer y, a través de ingeniería genética, las cruzamos con las células de inteligencia que tenemos en el laboratorio. Y hacemos que se vuelvan activas, para que informen al cuerpo de que hay una célula terrorista”, afirma el médico.
Cuando las células preparadas ya están activas con su información contra el cáncer se vuelven a inyectar al cuerpo del enfermo. “Y en ese momento el sistema inmune actúa. Esto que pudiera parecer súper sofisticado, casi increíble, funciona”. Y es lo que hoy se denomina en términos simples “vacuna contra el cáncer”.
¿Cuántos enfermos han sido tratados?
–Sesenta pacientes. La gran mayoría padecía de un melanoma, que es un cáncer de piel súper malo.
También hemos tratado personas con cáncer de colon y renal, cuyos tumores eran inmunogénicos, que se habían generado por un problema inmunológico. En el primer grupo se encontraban pacientes en los que todos los tratamientos habían fallado y estaban en sus últimas horas. Si bien no logramos curar a ninguno, porque se trataba de personas desahuciadas, lo que se obtuvo fue doblar su tiempo de sobrevida.
Carlos Ferrada indica que también fueron asistidos un grupo de pacientes “con melanomas no tan avanzados. No tenían metástasis, pero sí alto riesgo de hacerla. Trabajamos con unos 25, y en ellos obtuvimos los mejores resultados. En los cánceres avanzados –subraya–, aunque se informe a los `sistemas policiales’ del organismo, el mal se encuentra tan avanzado que ya no queda sistema inmune con el cual pelear”.
Remarca que el método es complementario y no alternativo. “Ahora estamos abocados al cáncer de colon y de boca. Queremos hacer lo que siempre se ha hecho con estos enfermos –aplicar las técnicas convencionales–y adicionarles este procedimiento. Creemos que así van a haber menos pacientes que se mueren”.
¿En qué otros países se desarrolla este método?
–En Estados Unidos, Francia, Suecia y Australia. Y en este último país con mucha fuerza.
CELULAS EN POCAS HORAS
Hace cuatro años le presentaron el proyecto a la Comisión Nacional de Ciencia y Tecnología (Conicyt) y obtuvieron financiamiento de un millón de dólares. De esta manera nació Oncobiomed, una empresa biotecnológica en la que trabaja el equipo de Ferrada con el apoyo económico del Estado y el respaldo de la Universidad de Chile.
El especialista comenta que se acaban de ganar un segundo Fondef, de 300 millones de pesos, que utilizarán para investigar cómo se comporta este tratamiento en los tumores urológicos.
¿Cuál es la siguiente fase en la aplicación de estas técnicas génicas para tratar el cáncer?
–Uno de los aspectos es la investigación y búsqueda de moléculas que avisen a tiempo que viene un cáncer. En este momento se está trabajando con intensidad en la detección molecular del cáncer de pulmón antes de que aparezcan los primeros signos en la radiología. Esto es maravilloso.
Carlos Ferrada cuenta con satisfacción que “nuestros ingenieros genetistas y biólogos han logrado detectar una forma de producir las células dendríticas en forma más rápida. Tenemos avanzadas conversaciones con una empresa biotecnológica australiana para introducir estos procesos que se mantienen en secreto por el sistema de patentes”.
¿En cuántas horas serán capaces de producir estas células?
–Lo normal es producir células dendríticas entre 48 y 72 horas. Pero, mediante un procedimiento que no puedo contar, logramos hacerlo en cuatro horas. Esto quiere decir que ya no será necesario que un enfermo de Cali venga a tratarse con nosotros. De hecho, en una primera etapa los enfermos viajaban desde España, Brasil y Ecuador a asistirse acá. Ahora el paciente de Colombia podría enviar sus glóbulos blancos en la mañana y nosotros le mandaríamos de vuelta toda la producción en el avión de la tarde.
Añade que en la actualidad “el laboratorio donde se realizan estos procedimientos se encuentra en la Facultad de Medicina de la Universidad de Chile, pero en un tiempo más se nos asociará una empresa y se podrá realizar en forma particular. En algún momento –adelanta– pretendemos introducirlo en el Centro de Cáncer de la Clínica Las Condes”.
¿Cómo se escogieron a los pacientes que fueron “vacunados” contra el cáncer?
–El protocolo es súper estricto. Hay criterios de selección de pacientes, no se hace al azar. El enfermo debe cumplir numerosos requisitos, algunos de tipo ético. Ha habido mucho interés en la técnica, porque se ha visto que es inocua y se trata de una esperanza importante. Las personas que atiendo han llegado derivadas.
¿La técnica es accesible, económicamente hablando, a cualquier persona?
–Es accesible, porque estamos en una etapa en la que el Estado aporta una cantidad suficiente de dinero para el tratamiento de cada paciente. A los enfermos se le solicita una colaboración en la compra de los insumos, porque de esa forma podremos tratar a más gente. Un tratamiento de esta índole normalmente puede costar 20 mil dólares, pero el Estado aporta el 90 por ciento.
¿Alguno de los casos que le ha correspondido asistir lo ha estremecido en especial?
–Antes de que partiéramos con esta técnica recuerdo de manera especial que veía a una paciente joven con niños chiquititos. Ella se murió, y fue muy duro… (se emociona). El poder abrir esta puerta ha significado una satisfacción espiritual enorme, porque sé que estamos en un camino que va a significar para muchos un alivio o una curación de su enfermedad.
Y agrega que hoy los cánceres más frecuentes en Chile son el de vesícula biliar, en las mujeres, y el de estómago, en los hombres.
¿Se puede prevenir el cáncer? –Claro. En el futuro cercano pienso hacer un pequeño manual, que esté al alcance de todo el mundo con un lenguaje aterrizado, para que la gente aprenda cuáles son las frecuencias de la enfermedad y cómo se puede detectar en forma precoz. Una de las cosas dramáticas que he observado en mi vida es que en muchos pacientes el cáncer había avisado con antelación y ellos no se dieron cuenta.
Usted ha señalado que el empresario Hernán Briones, fallecido el año pasado de un cáncer a la piel, fue su “gurú”.
–Fui su médico y éramos muy amigos. El me enseñó a pensar en forma más empresarial respecto a este proyecto.
“AMANTE CELOSA”
El doctor Ferrada está casado con la paisajista Bernardita Montero y es padre de seis hijos, Carlos (27), abogado y seminarista; Lucas (24), ingeniero agrónomo; José Miguel (23), ingeniero agrónomo; Bernardita (20), estudiante de publicidad; Jorge (12) y Beatriz (8).
Comenta que la medicina “es una amante celosa” porque se debe “estar pendiente todo el día de ella”. Sin embargo, con los años ha aprendido “que los momentos familiares son importantes y que uno debe saber postergar algunas cosas para estar con la esposa y los hijos”.
Al término de la conversación reflexiona sobre lo que significa la verdadera medicina, y expresa que “es un acto excelsamente humano, para el cual se requiere una capacidad de comprensión del dolor ajeno y apoyar a las personas de manera eficiente”. Al terminar reflexiona con cierto dejo de amargura que ha visto “que eso se ha perdido en la medicina moderna, porque es muy técnica”.
FUENTE: www.vea.cl
FECHA: 19/OCT/2006
https://www.conicyt.cl/bases/fondef/fondef/INVEST/9978874.HTML
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