Publicado 13-09-2009
Santiago, 7 Septiembre. Ante un sismo fuerte o terremoto, evitamos que la energía del evento se transmita al edificio. Las personas que lo habitan sentirán el mismo efecto mecedor de un barco, pero sin el movimiento relativo de los pisos, que es el que causa los daños”, explicó Juan Carlos de la Llera, del departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica de la casa de estudios. Proyecto Fondef. Fuente: El Mostrador.
Los ingenieros de la Universidad Católica que diseñaron el aislamiento sísmico del nuevo Hospital Militar y del muelle en Coronel —único en el mundo—, ahora desarrollan técnicas similares para el Hospital de la Universidad de Los Andes y los hospitales públicos de Maipú y La Florida, cuyas obras serán licitadas a fines de septiembre.
“Estas obras son hoy siete a ocho veces más seguras que cualquier otra en Chile”, destaca el doctor Juan Carlos de la Llera, el timonel del equipo, del departamento de Ingeniería Estructural y Geotécnica.
A tales innovaciones, se suman también el Hospital San Carlos de Apoquindo de la UC, los edificios de la Asociación Chilena de Seguridad — uno en Santiago y otro en Viña del Mar — y viviendas sociales.
El Hospital Militar es novedoso porque, hasta el momento, es uno de los edificios más grandes del mundo construidos con este tipo de avance.
En su superficie, cerca de 50 mil metros cuadrados, hay instalados 164 aisladores sísmicos, con cargas máximas verticales de 800 toneladas.
Esos aisladores, que sus ingenieros llaman “elastómeros”, están ubicados en el cielo del primer subterráneo.
Son una especie de torta de mil hojas, con láminas de goma y acero intercaladas. En conjunto, permiten que el edificio sea rígido en la dirección vertical y deformable en la dirección horizontal.
“Ante un sismo fuerte o terremoto, evitamos que la energía del evento se transmita al edificio. Las personas que lo habitan sentirán el mismo efecto mecedor de un barco, pero sin el movimiento relativo de los pisos, que es el que causa los daños”, explica el ingeniero.
Control en micro
Juan Carlos de Llera partió de cero con su grupo en 1996. A través de un proyecto Fondef, comenzaron a realizar investigación y a desarrollar modelos propios en aislamiento sísmico.
Y triunfaron. Hoy están cambiando la forma de cómo se construye en Chile y próximamente en el resto de los países de América Latina.
Este año, habiendo ganado otro concurso Fondef, están afanados en diseñar nuevas técnicas de disipación de energía, las que también permitirán controlar vibraciones.
En vez de aislar una vibración, la idea de ahora es recibirla y disiparla en forma calor.
Lo harán en el rango más completo, desde lo más pequeño a lo más grande, como los terremotos.
Desarrollarán dispositivos más sofisticados y miniaturizados para aplicaciones de alta precisión, como instrumentos astronómicos y médicos.
A tales proyectos también incluirán revoluciones en la bioingeniería, con el diseño de prótesis para la regeneración de huesos y de elementos que se usen en arterias obstruidas, como los stent. Serán capaces de deformase y de volver al estado original una vez que reciben calor.
“Con estos materiales podemos, incluso, escribir las letras de nuestro nombre en un metal deformado y recuperar la forma inicial mediante temperatura”, acota el ingeniero.
La idea es que estos nuevos fondos culminen con al menos cinco nuevas patentes para la comercialización de los productos en Chile y el extranjero.
Hacia lo macro
Los avances que los ingenieros están gestando ahora es “pensar” edificios altamente “adaptables” a los grandes sismos, pero en este caso útiles para construcciones de grandes alturas.
Tales nuevas versiones de edificios inteligentes y antisísmicos no sólo están en Tokio, sino que también en Santiago.
“Ya diseñamos disipadores metálicos de energía para los edificios Titanio, en la Portada de Vitacura, y Parque Araucano, en Presidente Riesco”, informa el ingeniero.
Un modo de hacerlo es colocar disipadores de energía en lugares precisos de su arquitectura. En el edificio Parque Araucano, donde la empresa incubada de la UC tiene oficinas, ellos emplearon la variante llamada “amortiguador de masa sintonizado”.
Lo componen dos péndulos de hormigón de 160 toneladas cada uno, unido al disipador de energía. Ambas partes forman una estructura continua adosada al inmueble.
Estos elementos finalmente compensan, en cuestión de milisegundos, el movimiento del edificio para volverlo a su estado original en caso de sismos.
Si ante un terremoto, el edificio se mueve para un lado y los péndulos están en la dirección opuesta, el disipador de energía actúa usando toda su fuerza para atraerlo hacia donde debe estar. Si el edificio y los péndulos se mueven en igual dirección, el disipador se inactiva.
En el disipador está el cerebro del sistema. Lo llaman “magneto reológico semiactivo”. Usa un fluido con pequeñas partículas de hierro en suspensión.
Pasado el desastre, el disipador, diseñado para lesionarse, se puede cambiar como un fusible.
La plata del proyecto Fondef de este año también alcanzará para diseñar un laboratorio de última generación para simular terremotos. En tiempo real, los ingenieros probarán sus inventos.
Deja un comentario