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Diversificación acuícola: definen cuatro especies con potencial similar al del salmón

Publicado 12-07-2010

Julio, 2010. Fondos público-privados apoyan cultivo de seriola, corvina, merluza austral y bacalao de profundidad. Hasta el año 2007, la acuicultura chilena venía creciendo a tasas del 13% anual, con el salmón como producto estrella acaparando el 90% de la producción. Fuente: El Diario Financiero

 

 

Carmen Mieres

 

Francisca Orellana

 

 

Hasta el año 2007, la acuicultura chilena venía creciendo a tasas del 13% anual, con el salmón como producto estrella acaparando el 90% de la producción. Sin embargo, y antes incluso que el virus ISA afectara al sector, existía el convencimiento de que para mantener las altas tasas de expansión de esta industria, se hacía necesario y urgente diversificar los recursos cultivados en el país, minimizando así los riesgos de “poner todos los huevos en la misma canasta”.

 

La seriola, corvina, merluza austral y bacalao de profundidad se alzan como la base de esta diversificación, gracias al alto potencial que presentan en relación a las aproximadamente 15 especies que hoy se cultivan con fines comerciales en Chile. Si bien en ninguna parte del mundo existen recursos acuícolas que “compitan” con la supremacía del salmón (por demanda, precio y nivel de producción), estas cuatro especies se vislumbran como las nuevas “canastas” en las que Chile puede poner sus apuestas: si se logra crear una industria alrededor, se podrían generar anualmente entre US$ 300 millones y US$ 500 millones adicionales para la acuicultura local.

 

De hecho, el desarrollo de las capacidades tecnológicas y de I+D que derive en la creación de nuevas industrias en torno a estas cuatro especies, está siendo impulsado por los llamados Programas Integrados, iniciativas de largo plazo (entre siete y diez años), conformadas por diversos operadores y que están radicados en InnovaChile de Corfo (para el caso de la seriola y corvina) y Fondef de Conicyt (merluza austral y bacalao de profundidad).

 

Hace unas semanas, InnovaChile adjudicó sus dos programas (falta sólo que la Contraloría tome razón del acto de adjudicación), que tendrán un aporte total público-privado de $ 16.111 millones a diez años y el Fondef está ad portas de adjudicar los suyos. Además, InnovaChile aprobó nueve perfiles cuyo objetivo es, en unos nueve meses, explorar otras especies candidatas a generar programas integrados.

 

 

 

Camino correcto

 

Thierry de Saint Pierre, subdirector de bienes públicos e I+D precompetitiva de InnovaChile, aclara que si bien la idea de estos programas es transferir la tecnología a los inversionistas interesados, se evaluará con un estudio de campo el interés comercial real por la seriola y la corvina. En el caso del bacalao y la merluza, los desafíos son aún mayores, según Gonzalo Herrera, director del Fondef, puesto que muchos aspectos de su biología son desconocidos y requieren por tanto mucha más investigación para su cultivo.

 

De todas maneras, los especialistas coinciden en que de las aproximadamente 60 especies que se han explorado en Chile -y que han contado con financiamiento público en distintas etapas-, estas cuatro son las más promisorias. “El cultivo de seriola ya se encuentra en etapa experimental y la corvina presenta buena adaptación al cautiverio y buena tasa de conversión de alimento. La merluza austral y el bacalao de profundidad son de lento crecimiento y han mostrado problemas conductuales al cautiverio y de alimentación, pero los precios de su carne son muy buenos en los mercados internacionales”, explica Hugo Arancibia, docente de la unidad de tecnología pesquera de la Universidad de Concepción.

 

De todas maneras, se reconoce que la meta de doblar las exportaciones acuícolas chilenas al año 2015, superando los US$ 4.500 millones, es posible de lograr pero en un plazo mayor. Chile tiene condiciones naturales y climáticas para el desarrollo de la acuicultura y además la demanda por recursos marinos crece en el mundo, sin embargo, los especialistas recalcan que generar una industria a partir de una nueva especie demora entre diez y quince años, con inversiones que se deben ubicar entre los US$ 10 millones y US$ 15 millones.

 

Por lo menos, al parecer ahora se está en el camino correcto. Leonardo Guzmán, del Instituto de Fomento Pesquero, aplaude el hecho de que el Estado haya ordenado la inversión de recursos en I+D en estas especies, pues “demuestra una intención política correcta”, en tanto que José Gallardo, jefe de la carrera Ingeniería en Acuicultura de la PUCV, añade que “es un hito puesto que antes las acciones no eran coordinadas”.

 

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