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Médicos chilenos crearon una vacuna para el cáncer a la piel

Publicado 29-09-2003

El melanoma maligno es un asesino eficiente. En sólo meses puede acabar con la vida de alguien que, salvo por un pequeño lunar, lucía sano. Y en estos días en que las dietas se ponen de moda para lucir cuerpos perfectos en playas y piscinas, el melanoma está al acecho. El bronceado perfecto que la vanidad aconseja, bien puede ser el punto de partida para este agresivo cáncer a la piel, porque su aparición está asociada a la radiación ultravioleta, a la exposición al sol inadecuada y excesiva, durante períodos largos.

 

Detectado a tiempo, cuando es un lunar de poca profundidad, puede ser extirpado mediante una cirugía, con un 95% de posibilidades de que la persona se recupere. En sus etapas avanzadas el lunar alcanza la epidermis y las células malignas comienzan a circular. Los pacientes que están en esa fase normalmente tienen expectativas de vida de entre tres y seis meses. Pero ahora hay buenas noticias para ellos en la Universidad de Chile. Dos de sus investigadores, los doctores Flavio Salazar (37) y Carlos Ferrada (51), han dado con una vacuna que atenúa los efectos del melanoma.

 

“No es lo mismo decirle a una persona váyase para su casa, porque no hay nada qué hacer, a que le digan que vamos a probar una vacuna que tiene entre un 10% y 15% de pacientes que mejoran y entre un 30% y 40% que alargan su vida”, dice Salazar. Con su creación, explica, “hemos logrado mantener pacientes durante más de 500 días, un año y medio, funcionando bien”.

 

“Esto es único”

 

En relación a experiencias similares en países desarrollados, el doctor Salazar explica que “nosotros hacemos un procedimiento que realmente es único, no es mejor ni peor de lo que otros hacen, pero es único”. Claro, porque lo han hecho con los escasos recursos para la investigación científica que hay en Chile.

 

La vacuna se produce con la misma sangre de los pacientes y activa sus sistemas inmunológicos para que puedan destruir los tumores. “Iniciamos estudios en seres humanos, generamos un protocolo (propuesta de investi-gación) que describe los pasos a seguir y el tipo de pacientes que se va a incluir”, relata Salazar. En este caso se trató de 15 personas que sufrieran sólo melanoma y no otras enfermedades y que tuvieran el mal en sus etapas 3 ó 4 (las más avanzadas).

 

El tratamiento tuvo un costo de un millón de pesos por paciente. El 60% del financiamiento fue aportado por el Instituto Karolinska de Suecia (país donde Salazar hizo su doctorado) y el resto lo aportaron los pacientes. Uno de ellos fue apoyado por su municipio y otro por un club deportivo, aunque la mayoría consiguió el dinero con familiares.

 

Así funciona

 

Lo que se inyecta en los pacientes son células dendríticas, cultivadas a partir de su propia sangre. Estas células están en todo el cuerpo y, entre otras particularidades, pueden comer de un tumor y tras procesarlo presentan en sus membranas las proteínas de ese tumor. Por otra parte, los linfocitos “t” que forman parte del sistema inmunológico humano pueden reconocer en la membrana de una célula dendrítica una molécula extraña, a la que atacan con inmunotoxinas y la hacen reventar, la matan.

 

La asociación entre células dendríticas y linfocitos “t” es la clave de la vacuna. Para hacer una dosis, se obtienen células dendríticas de la sangre del paciente, las que se sumergen en un medio acuoso. A este cultivo se agregan factores de crecimiento que hacen que las células dendríticas de la sangre se transformen en dendríticas iguales a las de la piel. Con este procedimiento se pueden producir millones en sólo siete días. Una vez obtenidas, se hace un “puré” de melanoma que se cultiva junto a las células dendríticas, éstas se lo comen y en sus membranas quedan las proteínas propias del melanoma. Luego estas células son inyectadas en los pacientes y entonces los linfocitos “t” reconocen y atacan al melanoma.

 

Entusiasmado, Salazar dice que este protocolo es de lo más top: novedoso, efectivo y no tan caro. “De todos los métodos de vanguardia que se están probando en Estados Unidos, estamos haciendo lo mismo que ellos”, dice. Pero una investigación de este tipo, de acuerdo a los estándares del primer mundo, requería de un millonario laboratorio de bioseguridad, pero en Chile no había cómo construirlo. “La vacuna la hicimos igual y no cumplimos con todos esos espectaculares métodos de seguridad. No la habríamos hecho si hubiesemos partido por pensar primero en el laboratorio y después en la vacuna”, comenta el médico.

 

Cáncer renal y leucemia

 

Actualmente, Salazar y Ferrada desarrollan un nuevo protocolo. Esta vez pretenden desarrollar vacunas biológicas para inmunoterapia en cáncer de piel, cáncer renal y leucemia. Tiene un costo de 420 millones de pesos y obtuvieron 310 millones a través del Fondo de Fomento del Desarrollo Científico y Tecnológico. “Ganamos el proyecto para tratar de aquí a tres años a 45 pacientes”, dice Salazar.

 

El doctor también cuenta que se han asociado con dos empresas: Oncobiomed (una clínica onco-lógica) y Tecnofarma, que aportarán el 20% del proyecto.

 

En todo caso, Salazar dice que el aporte económico más significativo proviene de los estudiantes de pre y post grado: “No se les paga o se les paga muy poco. Son profesionales que reciben 100 mil pesos y trabajan todo el día”. Pero el equipo -formado por médicos, biólogos, bioquímicos, veterinarios, biotecnólogos y químicos farmacéuticos- goza de satisfacciones que no se pagan con plata: “Tuvimos un paciente que tenía un melanoma intraocular, bastante grande, y estaba con morfina para el dolor. Se puso la primera vacuna y cuando volvió por la segunda nos dijo que ya no estaba usando morfina, porque ya no le dolía”.

 

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28-09-2003

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