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“Condiciones para la vida podrían ser más comunes de lo que pensábamos”

Publicado 18-04-2017

  • Luis Chavarría, director del Programa de Astronomía de CONICYT, se refirió al reciente anuncio de la NASA sobre “Encélado”, la luna de Saturno, en cuyo océano de corteza congelada, se encontrarían los elementos primordiales para la vida.
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Lanzada en octubre de 1997, Cassini alcanzó la órbita de Saturno en julio de 2004, después de un viaje interplanetario, que incluyó visitas a Venus y Júpiter.

Se presenta como una gran bola de hielo, que está fracturada en algunos puntos y bajo cuya superficie se esconde un océano. A grandes rasgos, así describe el astrónomo Luis Chavarría, director del programa de Astronomía de CONICYT, a “Encélado”, una de las lunas de Saturno que no para de sorprendernos. La semana pasada, la NASA realizó un anunció que puede tener profundas implicancias para la búsqueda de vida, más allá de la Tierra; en especial, porque nos demuestra que las condiciones necesarias para que ésta surja, podrían ser mucho menos extrañas de lo que pensábamos.

Utilizando los datos de la Sonda Cassini, que en octubre de 2015 logró su mayor acercamiento a este satélite, un equipo de científicos de la Universidad John Hopkins y la Universidad de Cornell, determinó un exceso de hidrógeno molecular, posiblemente debido a reacciones hidrotermales, similares a las que apreciamos en los géiseres submarinos de la Tierra. ¿Qué sabemos de esta luna? ¿Qué implica que se detectara esta clase de reacciones? Según Chavarría, desde hace más de una década que la sonda de la NASA aporta datos que van enriqueciendo nuestro conocimiento, los que se complementan con observaciones desde nuestro planeta.

Lanzada en octubre de 1997, Cassini alcanzó la órbita de Saturno en julio de 2004, después de un viaje interplanetario, que incluyó visitas a Venus y Júpiter. Ya en la órbita del planeta de los anillos, la sonda colocó sus “ojos” sobre este cuerpo cubierto de hielo, detectando lo que en un comienzo se pensó, era una suerte de atmósfera. “Pero luego se dieron cuenta que no era atmósfera, sino material eyectado. Esta particular cobertura surge como plumas de vapor que son expulsadas a través de fracturas en la superficie de Encélado”, dice Chavarría.

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Para Luis Chavarría es importante destacar que muchos de los hallazgos realizados por estas sondas de la Nasa son complementados desde observatorios terrestres, como los que apoya CONICYT y que están instalados en el norte de Chile.

El astrónomo de CONICYT agrega que bajo este manto de agua congelada, se esconde un océano, cuerpo líquido que, según los estudios realizados hasta ahora, ha dado muestras de poseer algunos de los elementos esenciales para la existencia de organismos vivos, como agua, dióxido de carbono, metano y silicatos. “A esto, ahora se agrega la detección de un exceso de hidrógeno molecular, que es una potencial fuente de energía química para microorganismos”, señala Chavarría.

Procesos como este, agrega el investigador, se generan de varias formas, pero los análisis de la NASA indicarían que se debe a fenómenos hidrotermales, vale decir, que el hidrógeno molecular se generaría en el fondo rocoso del océano. “Lo importante es que ese tipo de reacción genera energía. Entonces, tenemos una luna de Saturno, que tiene un océano y que, en ese líquido, están los elementos de la ‘sopa primordial’ de la vida. Y además hay energía. Si esto ocurre por millones de años, podría haber vida en ese lugar”, afirma Chavarría.

Pero aún más importante que descubrir actividad vital en esta luna específica, acota el astrónomo, es el hecho que las condiciones necesarias para que ella surja estén presentes en Encélado. “Entonces, los requisitos para la existencia de seres vivos podrían ser más comunes de lo que pensábamos. En el Sistema Solar ya tendríamos dos lugares con estas características , la Tierra y Encélado, a los que se podría sumar un tercer lugar, también investigado: la luna Europa, de Júpiter”, concluye.

Chavarría destaca el hecho de que muchos de los hallazgos realizados por estas sondas de la Nasa son complementados desde observatorios terrestres, como los que apoya CONICYT y que están instalados en el norte de Chile. “El apoyo que se da a todos estos instrumentos desde nuestra institución, es fundamental para poder corroborar los estudios”, asegura el director del Programa de Astronomía.

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