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Radiografía de la brecha de género

Publicado 25-11-2008

Chile tras el Informe Globalde Brecha de Género 2008:

[25/11/2008]

Reportaje publicado en la Revista YA del diario El Mercurio, el martes 25 de noviembre de 2008, escrito por Daniela Mohor W.

Un salto hacia arriba de 21 puestos en sólo un año: La entrega de la versión 2008 del Global Gender Gap Report (Informe Global de Brecha de Género) por el Foro Económico Mundial – que ranquea a 130 países evaluándolos en términos de equidad entre hombres y mujeres- parecía traerle sólo buenas noticias a Chile. Del puesto 86 en 2007, logró avanzar hasta el 65. El progreso es incuestionable, sin embargo, la publicación del estudio también ha sido una oportunidad para expertos y autoridades de constatar que falta mucho para que Chile reduzca realmente las brechas de género y alcance niveles comparables a los de los países nórdicos, como Noruega, Finlandia y Suecia, pioneros en estos temas y que lideran el ranking.

El Global Gender Gap Report mide los niveles de equidad de género en cuatro áreas – educación, salud, participación y oportunidades económicas y participación política- para establecer el lugar que ocupa cada país. Se enfoca en la repartición de los recursos entre hombres y mujeres, sin tomar en cuenta el nivel de desarrollo de cada nación, lo que permite obtener una evaluación más precisa de las brechas, y también de las tareas pendientes.

“Chile fue capaz de subir 21 puestos desde el año pasado esencialmente gracias a un aumento en el número de mujeres en cargos ministeriales, a la cantidad de años que una mujer lleva como Jefa de Estado y una leve disminución en la brecha de género en el acceso a la educación superior. Además, mantuvo los mismos resultados en participación económica de la mujer y en salud. Es decir, que no se deterioró”, explicó a Revista Ya Saadia Zahidi, del Foro Económico Mundial, y una de los tres autores del ranking.

El informe, sin embargo, también registró que Chile está por debajo del promedio de los otros países de la región de Latinoamérica y el Caribe, y que pese a los progresos logrados recientemente en educación, salud y política, sigue atrasado en lo que se refiere a la participación y las oportunidades económicas del género femenino. “Las mujeres en Chile siguen ganando un monto considerablemente inferior que los hombres por un trabajo similar, y hay mucho menos mujeres que hombres en los cargos altos, como legisladores y gerentes”, dice Zahidi. “Hay muchos factores que deben ser tomados en cuenta cuando se identifican las razones de esas brechas de género, y los factores socioculturales juegan un rol crucial. Por ejemplo, en las sociedades en que las mujeres han jugado tradicionalmente un rol predominante en el área doméstica, se tiende a ver brechas mayores en participación económica, educación y empoderamiento político de la mujer”.

Ese parecería ser el caso de Chile. Aquí revisamos junto a distintos expertos cuál es la situación real del país en las cuatro áreas evaluadas.

LA EDUCACIÓN: MUJERES MÁS PREPARADAS QUE LOS HOMBRES.

Gracias a la ley que garantiza el acceso gratuito de hombres y mujeres a la educación hasta cuarto medio, Chile está entre los países de la región mejor ubicados en ese ámbito. “En educación es donde mejor estamos en América Latina en general, y, en el caso de Chile, esta igualdad es bastante más notable porque hay una larga tradición de inversión en la educación que ha beneficiado a las mujeres”, dice Sonia Montaño, directora de la división de asuntos de género de la Cepal.

A la vez, señala que el problema está en que las chilenas siguen concentradas en sectores tradicionalmente reservados a la mujer. “Hay pocas mujeres en las áreas científicas y tecnológicas”.

Todos los expertos coinciden en eso. “Chile tiene buenos niveles en cuanto a acceso, pero la mujer todavía tiene problemas en el currículo oculto y en prácticas docentes que incentivan que las jóvenes, a la hora de postular a carreras, se focalicen en las que son tradicionalmente femeninas y que son las más mal pagadas. Todavía hay una invisibilidad de la mujer desde el punto de vista conceptual en la educación que hace que los niños sigan construyendo patrones culturales donde se les asignan a las mujeres determinados roles y a los hombres otros más preponderantes”, dice Laura Albornoz, ministra del Sernam y actual directora de la Comisión Interamericana de Mujeres. Agrega: “En Chile, la mujer tiene en promedio más años de estudios que los hombres – 11,7 versus 10,8- , entonces las brechas que hay son más bien de carácter cultural y hacen que todavía haya una división sexual del trabajo. Ellas se crían preferentemente para asumir roles de maternidad y de cuidado del hogar”.

PARTICIPACIÓN ECONÓMICA: LA INJUSTICIA DE LA BRECHA SALARIAL.

Los obstáculos que persisten en materia de educación están directamente vinculados con las brechas que se mantienen en el mercado laboral. Claudia Dides, directora del Programa de Género y Equidad de la Flacso, destaca que aunque en los últimos años el número de mujeres laboralmente activas ha aumentado, pasando de 38,5% a cerca del 42%, persisten inequidades muy importantes entre hombres y mujeres. “Chile sigue siendo el país con el nivel más bajo de América Latina en este ámbito. Además, hay que ver las condiciones de trabajo de las mujeres, porque muchas trabajan sin contrato y eso significa que no tienen protección social”.

La investigadora Sonia Montaño indica que en Chile se da una situación paradojica: el nivel educativo de las trabajadoras es más alto que el de los hombres para un similar empleo, pero el sueldo de ellas es inferior. “Un primer elemento de discriminación es que a la mujer que sale a trabajar en un mall o en una empresa cualquiera de servicios le van a exigir una mayor educación que a los hombres. Entonces, Chile tiene un doble problema: primero, las mujeres mejor educadas que entran a trabajar son discriminadas, y segundo, las mujeres pobres quedan excluidas”.

Eso, agrega la experta, tendría mucho que ver con factores socioculturales. Montaño señala que un estudio del Centro de Estudios de la Mujer, que comparó Argentina, Perú y Chile, reveló que los chilenos son más reticentes a que sus parejas salgan de la casa, y que cuando lo aceptan es sólo por la necesidad de generar ingresos. También menciona estudios que evidencian que mientras están solteros, hombres y mujeres tienen una carga doméstica similar, pero que al casarse, la de la mujer aumenta y la de los hombres disminuye. Eso dificulta la salida de muchas mujeres al mercado laboral, sobre todo en los sectores menos favorecidos. “En Perú uno ve que las mujeres salen a trabajar con los niños. En Chile eso no pasa porque las mujeres tienen una forma de atender la familia que les impide salir al mercado del trabajo”.

Asimismo, según los datos recopilados por la Cepal, el desempleo femenino en Chile duplica el masculino, en muchos casos porque ellas no tienen quién les cuide a sus hijos mientras buscan trabajo.

Según la ministra del Sernam, Chile esté mal ubicado en el ranking en cuanto a participación económica de la mujer por dos razones. “Se producen dos tipos de segmentación: la primera es que el 80% de las mujeres que se encuentran en el mercado de trabajo remunerado lo hace en áreas que son una extensión del trabajo doméstico. Por regla general, son áreas vinculadas con labores mal pagadas, como el de trabajadora doméstica o los servicios sociales. Y, además, estudios indican que la mujer ocupa sólo un 13% de las gerencias y solamente un 5% de los cargos directivos de las empresas”.

A eso se suma que las mujeres que sí alcanzan cargos de alta remuneración perciben un sueldo muy inferior al de sus pares hombres. “Mientras más estudios tengamos las mujeres en Chile, mayor es la brecha en el salario que aparece. Las mujeres con doctorado o magíster pueden tener una brecha con los hombres que alcanza hasta el 50%”, dice la ministra Laura Albornoz.

El tema de la brecha salarial – que asciende a cerca del 30% y es una de las más altas de América Latina- es uno de los temas más preocupantes. Al punto que en abril, la Cámara de Diputados aprobó un proyecto de ley que busca reducirla y que ahora está en discusión en la Comisión de Trabajo y Previsión Social del Senado, donde falta precisar algunos puntos en debate como la definición del concepto de “trabajo de igual valor”.

Otra iniciativa que podría mejorar las condiciones salariales de las mujeres es el Programa de Buenas Prácticas Laborales que adoptó el gobierno – inspirado en programas similares en España, Noruega y Alemania, entre otros. En Chile, si bien el sector público está obligado a seguirlo, sólo se han adherido 44 empresas privadas, a diferencia de las 500 que se sumaron en Alemania, por ejemplo. “Distintos estudios internacionales indican que las empresas más productivas del mundo son las que tienen más mujeres en sus cargos directivos. Es decir que las que implementaron políticas de paridad como ocurre en Noruega, donde es obligación para las empresas cumplir con una presencia de 40% de mujeres en los cargos directivos, han aumentado su productividad en un 33%”, destaca Laura Albornoz.

Para Sonia Montaño, el ejemplo de Noruega (número uno en el ranking de este año del WEF) es muy decidor de lo eficientes que son las políticas de cuotas y de acción positiva en las empresas. “Tiene que haber una voluntad. No funciona lo de ‘el tiempo dirá’. Los empresarios suelen tener prejuicios de que las mujeres son incumplidoras porque van a tener muchos hijos, de que cuestan más, y todos los estudios de la OIT demuestran lo contrario. Contratar a las mujeres es más barato que a los hombres porque no abandonan el trabajo salvo para llevar a sus hijos al colegio y hoy no están teniendo más de dos en promedio. En cambio, los hombres tienen ausentismo laboral por una variedad de otras razones que hacen que los costos sean mayores para las empresas”.

PARTICIPACIÓN POLÍTICA: LA SUBREPRESENTACIÓN DE LAS MUJERES

Pese a los resultados chilenos en el Informe del WEF, uno de los principales atrasos en Chile se da en la política. La elección de una mujer Presidenta no se vio reflejada en los otros cargos políticos, salvos los ministeriales, que son por designación. (Ver recuadro).

Diferentes estudios indican que hoy las chilenas sí están dispuestas a votar por mujeres, por lo que la discriminación no se haría a nivel de los electores. “Chile es el país de la región más atrasado desde el punto de vista político. No se condice el hecho de que las chilenas sean tan educadas con este bajo nivel de representación política. En Rwanda por ejemplo, la mitad de la toma de decisiones la realizan las mujeres”, dice Sonia Montaño, de la Cepal. “El problema está en los partidos que no ponen a mujeres en las listas, aunque no falte quienes quieran ser candidatas. Y los partidos no lo van a hacer por iniciativa propia”.

María Cristina Benavente, investigadora del Programa de Género y Equidad de la Flacso, tiene una opinión similar. Indica además que uno de los problemas principales es que cuando los partidos incluyen a mujeres en sus listas proponen a figuras que no tienen posibilidades de salir electas o no les ponen énfasis a sus campañas. “No hay una voluntad política de los entes masculinos de los partidos de incorporar a la mujer. No hay otra manera de hacerlo que la ley de cuotas”, dice.

Ese tipo de ley existe en Colombia y Argentina, por ejemplo, y ha dado buenos resultados. Pero en Chile, el proyecto de ley de participación política de la mujer impulsado por el gobierno aún no ha sido discutido ni una vez en el Congreso.

Según los especialistas, la falta de mujeres en la política chilena es preocupante, ya que distintas investigaciones internacionales han demostrado que las mujeres, al entrar al poder, tienen un efecto importante. No sólo mejoran la representación de la sociedad, sino que además ponen en agenda temas de importancia para la mujer. “No hay democracia cuando no hay mujeres representadas en el Parlamento y eso afecta el tipo de leyes que se aprueban, tiene incidencia en los tiempos que demora la tramitación de leyes y en los temas que se abordan”, sentencia Laura Albornoz.

LA SALUD: EL EMBARAZO ADOLESCENTE COMO FACTOR DE INEQUIDAD.

La salud es uno de los ámbitos en que Chile tiene mejores indicadores, comparado con los otros países de América Latina. El informe del Foro Económico Mundial (WEF) señala, entre otras cosas, que el 99,8% de los partos en Chile son atendidos por equipos médicos preparados, y de manera general los expertos coinciden en que el acceso de las mujeres a la salud es bueno (pero especifícan que no existen estudios sobre la calidad de los servicios prestados).

Sin embargo, quedan varias áreas en que las mujeres enfrentan situaciones que las desfavorecen respecto de los hombres. Uno de ellos es el embarazo adolescente, que afecta, según el Informe Global de Brecha de Género, a 60 de cada mil niñas entre los 15 y 19 años de edad. “Las cifras son alarmantes y las niñas de los sectores de menos ingresos del país tienen tasas de embarazo siete veces mayores que las niñas de los sectores acomodados, sabiendo que el embarazo adolescente puede constituirse en el futuro en una importante fuente de inequidad para las mujeres en Chile”, lamenta Laura Albornoz, ministra del Sernam.

Para María Cristina Benavente de la Flacso, no obstante, no bastan las medidas para mejorar la educación sexual, ya que el problema estaría en la falta de atención dirigida específicamente a los adolescentes en la salud pública chilena y también en que la anticoncepción siga culturalmente a cargo de las mujeres.

Otro elemento de inequidad entre géneros tiene que ver con las tasas de depresión. Si bien en todo el mundo ese mal acecha más a las mujeres que a los hombres, los especialistas consideran que en Chile está particularmente asociado a la doble o triple carga de trabajo de las mujeres. “La calidad de vida de las mujeres es peor que la de los hombres, entonces hay factores de riesgo para ciertas enfermedades, como el estrés, que antes eran más propios de los hombres y que ahora ya no lo son”, señala Vivian Milosavljevic, responsable de estadísticas de la división de asuntos de género de la Cepal.

La experta indica además que las mujeres también se ven desfavorecidas en la vejez. “Muchas quedan viudas porque tienen una mayor esperanza de vida que los hombres y ellas no tienen necesariamente cobertura previsional o reciben una pensión insuficiente”.

Un último elemento de inequidad está en los planes de las isapres, que penalizan a las mujeres en edad fértil, subiendo el precio para ese tramo y que suponen que sólo el género femenino debe hacerse cargo de los costos asociados al embarazo y el parto. Esa es una tarea pendiente, aseguran los expertos. La ministra del Sernam, Laura Albornoz.