Entrevistas

Juan Carlos Castilla y cómo la investigación puede inspirar a la ley

Publicado 18-10-2010

[18/10/2010] “Chile ha desarrollado en los últimos 40 años ciencia de muy buen nivel, lo que tiene que ver con CONICYT y con que se han aplicado políticas en forma sostenida. A eso le llamo “el gran capital científico”. Y hay que empezar a reconocerlo”, comenta el galardonado.

 

Juan Carlos Castilla es profesor titular de la Facultad de Ciencias Biológicas de la Pontificia Universidad Católica y fundador de la Estación Costera de Investigaciones Marinas, en Las Cruce (ECIM-UC).

 

El Doctor Juan Carlos Carlos Zenobi comenzó sus estudios en el Liceo Nº 6 de San Miguel -“el mismo donde estudió el guitarrista de Los Prisioneros”, como él mismo recalca- y terminó la enseñanza media en un liceo nocturno porque de día trabajaba en una ferretería. Quizás esos conocimientos que adquirió entre clavos, palas y pinturas le sirvieron para levantar a pulso con algunos colegas su Estación Costera de Investigaciones Marinas de la Universidad Católica de Chile (ECIM UC), en Las Cruces (Región de Valparaíso), inaugurada en 1983: cercó un kilómetro cuadrado de playa a toda intervención humana. Una experiencia pionera.

 

– ¿Cómo llegó a la idea de la ECIM?

 

“Quería saber cómo funcionaba el sistema sin el hombre. En ecología tenemos especies clave, porque cuando están ahí, el sistema funciona de una manera y si no están, operan de otra. Yo denominé al hombre como una súper especie clave, porque es la única que usa herramientas”.

 

Al cabo de un par de años los locos alcanzaron enormes dimensiones. Su población era 10 veces mayor dentro de la estación que fuera de ella. Y tras de ocho años, los cochayuyos comenzaron a abundar.

 

El Dr. Castilla quería más: en 1988 consiguió llevar su “experiencia de laboratorio” a la vida real y obtuvo un permiso especial. Trabajó por más de dos años con unos 120 pescadores artesanales de Quintay, con muy buenos resultados. Al poco tiempo, empezó a gestionarse la Ley de Pesca, que finalmente fue promulgada en 1991. Castilla comentó a las autoridades de la época su investigación. “No sé qué abogado fue el que incluyó las dos líneas y media que dice que los pescadores artesanales de Chile, debidamente organizados, tendrán derecho a uso de áreas de manejo”, comenta.

 

– ¿De qué manera, específicamente, la ley recoge la experiencia de Las Cruces y de las distintas caletas con las que trabajó?

 

“La ley de Pesca divide el mar: están las primeras 5 millas que son de uso exclusivo de la flota pesquera artesanal, entre Arica y Puerto Montt (más al sur están los fiordos). Y dentro de esas 5 millas, pegadas a la costa, es donde están las áreas de explotación y manejo, que solamente incluye recursos bentónicos (como almejas, ostras y erizos de mar), nada de peces. Y más allá de las 5 millas, está la pesca industrial. Ese tipo de arreglos han aparecido en varias partes del mundo, sin embargo, la legislación sobre las áreas de explotación y manejo y la cantidad de estas áreas que hay en Chile -unas 600-, prácticamente, no existen en ninguna parte del mundo”.

 

Hijo de un emigrante español, el Dr. Castilla nació en Argentina -“pero yo soy santiaguino”, se apresura en decir- porque su papá no quiso dar la vuelta en barco por el Cabo de Hornos. Su madre era hija de italianos.

 

Ya en la universidad, el Dr. Castilla estudió pedagogía en química, donde conoció a su esposa, con quien lleva 44 años casado. Cuando su primer hijo tenía apenas dos meses, partió solo a Gran Bretaña a hacer su magíster en la Universidad de Gales. Y pese a todas las dificultades iniciales que tuvo con el inglés, su profesor le dijo: “Tú no eres de magíster, eres para doctorado”, así que dio el salto. Tras un año de estudio, llegó su esposa a cursar un magíster en bioquímica. Allí nacería su segunda hija (ya en Chile nacería su tercer hijo)

 

– ¿Cómo fue esa época?

 

“Fue muy dura. Los tiempos han cambiado, ahora las becas son mejores, hay más posibilidades, en esa época conseguirse una beca era una cosa extraordinaria. Uno aperraba con muy poco dinero”.

 

Castilla pertenece a la Academia de Ciencias de EE.UU. (es uno de los pocos chilenos integrantes de esta institución) y de Chile. Ha ganado importantes galardones, como el Premio Internacional de la Fundación BBVA de Madrid a la Conservación de la Biodiversidad, que recibió de manos del propio Príncipe Felipe de España. Y mediáticamente se hizo conocido en 2007. Ese año, Al Gore, ex vicepresidente de EE.UU. y protagonista del documental ganador del Oscar en 2006, “Una verdad incómoda” (que puso en el tapete el cambio climático), visitó Chile para participar en un seminario. Castilla fue como panelista o “telonero”, como él mismo dice. Y se robó la película. El periodista Fernando Paulsen comentó en esa oportunidad: “Fui por Gore y salí con Castilla”. Y ahora, ganó el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas y Tecnológicas 2010.

 

 

Joaquín Lavín, Ministro de Educación, comunicó a Juan Carlos Castilla que obtuvo el Premio Nacional de Ciencias Aplicadas.

 

 

– ¿Qué significa este premio para ud.?

 

“Creo que uno adquiere responsabilidades respecto de la percepción de los demás. Si uno es Premio Nacional, lo perciben como “nacional”, pero porque es una percepción externa, no es que uno se haya transformado en algo distinto.

 

En los últimos días, le he dado clases a cientos de escolares. Entonces, me preparo, voy a la sala de clase y la profesora me presenta y los niños me aplauden. Eso me conmueve.

 

Al mirarme como nacional, como país, me piden opiniones. Y yo también tengo cierta tribuna”.

 

– ¿Cómo para decir qué cosas?

 

“Chile ha desarrollado en los últimos 40 años ciencia de muy buen nivel, lo que tiene que ver con CONICYT y con que se han aplicado políticas en forma sostenida. A eso le llamo “el gran capital científico”. Y hay que empezar a reconocerlo.

 

Partiendo de esa base, hay dos cosas que están faltando en Chile. Primero, la conexión de los científicos con la sociedad y, en una parte importante, somos los científicos los responsables. No hay una transmisión de conocimiento elemental dentro de la sociedad, en particular, a los estudiantes. Ahí hay un vacío. No se está usando el capital científico que el país tiene para mejorar la educación.

 

Y lo segundo, es que el Gobierno -también puede ser el Estado-, no está usando adecuadamente este conocimiento en términos de tener grupos de cuatro o cinco expertos. No para que le pronostiquen el terremoto, porque nadie puede, sino que para que digan en qué estado está el conocimiento geofísico en Chile. No estoy hablando de plata, digo que hay un capital aquí y no se usa”.

 

 

Mary Kalin, Premio Nacional de Ciencias Naturales 2010; María Elena Boisier, Directora del Programa Fondecyt de CONICYT y Juan Carlos Castilla, Premio Nacional de Ciencias APlicadas 2010.

 

– Ud. es ecólogo marino y Mary Kalin, la ganadora del Premio Nacional de Ciencias Naturales de este año, también es ecóloga. ¿A qué cree que se debe esta “coincidencia”?

 

“En el caso de Mary y el mío, hay escuela, que es lo bonito. No son personas individuales, sino que hay decenas de alumnos, colaboradores y ayudantes. Mary y yo tenemos un objetivo común: tenemos un país ecológicamente maravilloso y estamos tratando de entender cómo funcionan los sistemas. Mary desde el tema terrestre y yo, desde el sistema marino costero. Ambos hemos hecho avances y progresos. Mary y yo remamos en el mismo bote y para el mismo lado”, finaliza entre risas.