Columnas de opinión

Estados Unidos y Chile: Solidaridad Científica

Publicado 20-04-2011

El terremoto que en febrero de 2010 asoló al país, impactó también el desarrollo de las investigaciones, tanto por el efecto en las instalaciones como en el equipamiento científico de nuestras universidades, interrumpiendo o retrasando el valioso trabajo de numerosos investigadores.

 

Casi de inmediato, científicos nacionales e instituciones ligadas al desarrollo de la ciencia y tecnología, pusieron en marcha un amplio dispositivo para solicitar ayuda internacional.

 

Una de estas iniciativas de apoyo internacional se realizó exitosamente hace un par de semanas, con la llegada -a cuatro universidades chilenas- de un valioso envío de equipos de laboratorio, entre los que se cuentan centrífugas, microscopios, computadores, incubadoras, balanzas, espectrofotómetros, refrigeradores, cámaras y otros implementos.

 

Este equipamiento proviene de los Estados Unidos y forma parte de la ayuda que los Institutos Nacionales de Salud (NIH) de ese país pusieron a disposición de diversos grupos de investigación, en el ámbito de la salud y biomedicina.

 

La historia detrás de esta importante noticia está marcada por el esfuerzo, la generosidad y el trabajo silencioso de muchas personas e instituciones -públicas y privadas- comprometidas con la investigación colaborativa y el entendimiento mutuo en busca del conocimiento.

 

Inmediatamente después de ocurrido el terremoto, un grupo de investigadores chilenos en EE.UU., liderados por el Dr. Pablo Moya, representante de la agrupación de científicos chilenos en el NIH, comenzó a contactar a sus pares chilenos, con la intención de obtener y coordinar la ayuda para reponer equipamiento científico dañado y retomar el curso de diversos proyectos interrumpidos por la emergencia. La idea fue acogida por las autoridades estadounidenses y, en adelante, contó con el apoyo de la Embajada chilena en ese país, de nuestro Servicio de Aduanas, de la empresa FedEx de transporte privado de carga aérea, para ir en ayuda de las casas de estudios receptoras: universidades Católica del Maule, de Talca, de Concepción y de Chile.

 

Desde la Comisión Nacional de Desarrollo Científico y Tecnológico (CONICYT), nos correspondió gestionar y articular los esfuerzos de los diversos participantes, lo que nos hace sentirnos satisfechos por el éxito de una operación que tomó más de un año materializar.

 

Es el momento de agradecer y de reconocer el rol de quienes hicieron posible este auténtico ejemplo de solidaridad, de voluntad y de colaboración entre comunidades científicas, para avanzar en el conocimiento y el desarrollo de nuestros países.

 

María Elena Boisier Pons

Directora del Programa Fondecyt de CONICYT