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Entrevista a la doctora Teresa Torres, investigadora antártica: “La curiosidad innata de los niños es muy provechosa para la investigación científica”

Publicado 23-08-2013

Teresa Torres creció en Santiago, en los años en que había más patio para correr. Le gustaba pegar flores y hojas de árboles en sus cuadernos, hasta que un día se convirtió en paleobotánica antártica, pero claro, pasaron algunas cosas entremedio.

Profesora de Matemáticas y Física de formación, llegó por las vueltas de la vida a especializarse en la Paleosilología, que es el estudio de las maderas fósiles, y transformó la Antártica en su lugar favorito para desarrollar sus investigaciones, tanto así, que ya lleva sobre sus hombros alrededor de 20 expediciones y a pesar de tener la opción de quedarse calentita en su casa, aún no tiene intenciones de colgar el martillo.

Los caminos de la vida

Al momento de enfrentarse a la postulación para ingresar a la Universidad, muchas fueron las opciones barajadas por Teresa Torres, estuvo entre estudiar Obstetricia, Ingeniería Química, Arquitectura, Geología, Ingeniería en Construcción Civil y Licenciatura en Matemáticas y Física, la que sería finalmente su decisión final; “porque básicamente me gustaba estudiar y me sentía capaz de hacer cualquiera de esas cosas”, asegura.

Ingresó a la Universidad de Santiago de Chile (USACH) y cuando estaba en cuarto año, la Geología le volvió a llamar la atención y para ver bien en qué consistía, decidió entrar a esa carrera en paralelo con los estudios que ya llevaba. Pero al comprobar que había que memorizar muchas cosas, desistió y se quedó con la Física, sin embargo, ese no sería su alejamiento definitivo de la geología, sino todo lo contrario, su carrera estaría marcada por esta disciplina y terminaría trabajando codo a codo con sus especialistas.

– ¿Cómo fue que llegó desde la Física a trabajar con madera y plantas?

Luego de egresar de la USACH, entré a trabajar al Departamento de Ciencias Naturales de la Universidad de Chile y a los dos años salió la oferta de una beca para ir a Francia a hacer un posgrado en “Física del estado sólido”, la cual surgió en un momento en la que todo el mundo estaba preocupado por hacer cristales, porque se usaban en las telecomunicaciones, como en satélites, por ejemplo; entonces, en los laboratorios del mundo se estaba trabajando en ellos, fabricándolos y estudiando sus formas y estructuras. Fue en esa época en donde se me abrieron las puertas de la investigación.

Fuente: Instituto Chileno Antártico

Estuve dos años en Francia y al regreso me encontré con cambios en la estructura de la Universidad, se habían formado facultades y todas las ciencias básicas se trasladaron a Ciencias Forestales y ahí me instalaron en un Departamento que se llamaba Tecnología de la Madera. Fue entonces cuando mi director me dijo que tenía que tomar como línea de investigación el tema de la madera y como yo era profesora de física (y nunca lo he dejado de ser) comencé a trabajar en la determinación de cristales en maderas actuales, ya que así podía aplicar todo lo que había aprendido en Francia.

Sucede que las maderas tienen oxalatos, así como nosotros podemos tener cálculos en la vesícula o en los riñones por ejemplo, todas las plantas y los árboles forman esos agregados de sustancias minerales y las transforman en cristales. Esa información es muy útil para los forestales, ya que sus herramientas se les echan a perder más rápido cuando las maderas son muy duras y eso puede suceder cuando tienen mucho sílice, carbonatos u oxalatos.

– Pero comenzar a trabajar con maderas, de un momento a otro, no tiene que haber sido un proceso muy sencillo…

Siempre he sido un poco autodidacta, porque cuando llegué a Tecnología de la Madera y me empecé a meter en esto, comencé sola a aprender sobre la anatomía de las maderas, me metí al laboratorio y empecé a trabajar con los distintos elementos. Porque ya tenía el campo abierto, ya había aprendido a investigar y en la naturaleza tu no vas a inventar nada, si no que vas a descubrir lo que ya está presente, entonces uno se va entreteniendo descubriendo cosas, pero no inventando.

– Y el estudio de plantas y maderas fósiles, ¿cómo surgió?

Mi suegro, que era del norte, de Ovalle, buscaba yacimientos de minerales a través de los vegetales y siempre me traía maderas con distintas características para que yo las analizara y determinara sus componentes. Por ejemplo, me mostró la algarrobilla y me dijo que los mineros la usaban porque tenía un poder calorífico superior, entonces yo la estudiaba y descubría que efectivamente eso sucedía porque tenía muchos cristales, o el guayacán, que por qué era tan duro y era porque tenía muchas células de sílice, y así.

Hasta que una vez me trajo del sector Pichasca, una madera que según él tenía muchos minerales y era una madera fósil, entonces me dio mucha curiosidad y decidí ir a cortar esta roca para estudiar los minerales y descubrir cómo se había petrificado. Nunca imaginé que me iba a encontrar con la estructura del árbol, tal como si fuera una madera actual, pero transformada en piedra, estaba perfectamente conservada y aún mayor fue mi sorpresa al descubrir que esa especie era una Araucaria.

Ese descubrimiento se transformaría en mi primera planta fósil de especie nueva, y también llamaría la atención de los botánicos y de otras disciplinas de las ciencias naturales, al comprobar que esa especie habitó un lugar que en la actualidad es tan árido. Y así empezó la línea de investigación que llevo hasta ahora, la “Paleosilología” (estudio de las maderas fósiles).

 Desafíos Antárticos

A partir del descubrimiento de la Araucaria fosilizada en el norte, comenzó a rodearse de geólogos que le pedían su colaboración para determinar las características de sus plantas y troncos fósiles. Así fue como uno de ellos, Eduardo Valenzuela, le pasó una madera fósil, la que a la postre sería la segunda especie nueva de planta fósil descubierta por Teresa Torres.

En esta oportunidad también sería una Araucaria la protagonista, pero su lugar de origen sería diametralmente opuesto a la anterior, ya que ésta venía directamente desde la Antártica; y sin mover un pie fuera del laboratorio, porque todo el material para la investigación le fue proporcionado por el geólogo. Sin embargo, este trabajo llamaría la atención del Instituto Antártico Chileno, ofreciéndole presentar un proyecto sobre maderas fósiles en la Antártica.

Corría el año 1984 y Teresa Torres pone, por primera vez en la vida, sus pies sobre el mencionado continente. Se inicia así una intensa relación con el lugar que, a diferencia de los casquetes polares, jamás se derretirá.

– ¿Qué le gusta tanto de la Antártica?

He ido como 20 veces y lo que más me gusta es ir a campamentos, porque me gusta explorar y descubrir por mí misma. Cuando parto una roca y me encuentro con algo que no ha visto nadie y que ha permanecido ahí por millones de años, siento que es un enorme privilegio por el cual sólo resta agradecer.

– ¿Por dónde se empieza a buscar en un lugar tan grande?

A mí por ejemplo, me gusta ir a islas o lugares donde he sabido, por publicaciones de otros científicos que sin ser paleobotánicos, han encontrado restos fósiles de plantas o de árboles, entonces pienso, si un geólogo, por ejemplo, encontró un tronco, es porque en realidad debe haber muchas más cosas, porque cada explorador desarrolla la habilidad de encontrar lo que atañe a su especialidad y si a pesar de no andar buscando troncos, se encuentran con uno, es porque tienen que haber muchos más.

– ¿Por qué, considera usted, es particularmente importante el desarrollo de investigaciones científicas en la Antártica?

La Antártica es actriz principal en el escenario del cambio climático, lo que ocurra en esta materia incidirá directamente en la Antártica y eso cambiará el panorama mundial. Si se derriten cantidades importantes de hielo antártico, se convertirá en agua dulce que entrará al mar y por ende cambiará su pH, lo que afectará la fauna marina y el clima se verá alterado por la variación de las corrientes marinas, por lo tanto lo que pase en la Antártica puede cambiar las condiciones de vida en el planeta entero.

Por otra parte, en Chile tenemos el privilegio de estar cerca, los otros países que llevan investigaciones allá gastan cifras muy superiores a las nuestras en sólo llegar e instalarse y esa ubicación estratégica debemos tomarla como una oportunidad.

Más peleadora que llorona

Teresa Torres se define como una mujer que no se deja abatir fácilmente, con un carácter a prueba de dificultades, quizás por eso asegura no haber sentido obstáculos añadidos por el hecho de ser mujer, de todas formas aclara que “los hombres siempre creen que una por ser mujer no puede hacer muchas cosas”.

Señala que muchas fueron las veces, respecto a sus expediciones antárticas, en las que escuchó comentarios del tipo “pero cómo va a ir una mujer sola” y allá partía ella, mochila al hombro a buscar sus fósiles. Sin embargo precisa: “a veces no iba sola, iba con otra acompañante”, y ahí el comentario se transformaba en plural, “¡cómo van a ir solas!”.

– ¿Cómo es liderazgo en este tipo de investigaciones?

Bueno, siempre he sido la jefa de las expediciones en las que he ido a la Antártica y por lo general se arman equipos de cuatro personas, las cuales yo designaba, entre colaboradores y estudiantes que estuvieran desarrollando sus tesis en el tema. Por lo general, en mi experiencia en investigación científica, he trabajado más con mujeres que con hombres.

Ahora soy la Directora de los dos Anillos de Investigación en Ciencia Antártica en los que estoy involucrada y una de las particularidades del trabajo en los Anillos, es que además de tener que ser multidisciplinarios y multinstitucionales, tienen que formar masa crítica en climas extremos, entonces bajo ese contexto, involucramos a 26 personas en el primer anillo y 28 en el segundo, con 15 tesistas.

Ciencia Escolar

Nunca ha dejado de sorprenderle la capacidad que tienen los niños en edad escolar de preguntar y de hacernos ver las cosas desde puntos de vista totalmente distintos, por eso asegura que “la curiosidad innata que tienen los niños es muy provechosa para la investigación científica” y plantea el desafío de ver qué sucedería si un estudiante que está en el colegio y que ha realizado algún proyecto escolar de ciencia, lo lleváramos a un laboratorio a trabajar con un profesor universitario que estuviera desarrollando una investigación en el mismo tema del estudiante, quizás tendríamos excelentes aportes y nuevos descubrimientos.

– ¿Cómo ha visto la participación de niños y niñas en el área de las ciencias?

En lo personal, de todas las conferencias y charlas que he hecho, las preguntas más inteligentes que me han hecho, siempre han sido de niños y uno al intentar responderlas se da cuenta que no había visto las cosas de ese modo, porque son mentes más abiertas que aún no están perturbadas con todo el conocimiento, aún no pierden la capacidad de asombro, porque están permanentemente descubriendo.

– ¿Cómo podemos incentivar a que más jóvenes se acerquen a las ciencias?

Creo que en el ámbito de las ciencias no hay que encasillar a los estudiantes marcándoles los caminos que deben seguir, hay que mostrarles todas las alternativas, darles a conocer las posibilidades que tienen parar desarrollarse, las distintas áreas donde pueden investigar y aportar.

Además a los escolares hay que darles la confianza para acercarse a las Universidades y a los docentes, de que no les van a cerrar las puertas. Llevarlos a los laboratorios y colaborar con sus inquietudes, no hacerles creer que la investigación científica es algo lejano e inalcanzable.

Teresa Torres sigue en su pequeña oficina de la Facultad de Agronomía de la Universidad de Chile, con los ojos clavados en su microscopio, observando y volviendo a observar sus placas con muestras recogidas en sus salidas a terreno.

Continúa hablando de proyectos en desarrollo y expediciones que vendrán, porque no se cansa de demostrar cuanto le apasiona lo que hace y que si sigue ahí, es porque aún quedan muchas cosas por hacer.

Fuente: Proyecto Asociativo Explora Región Metropolitana Norte.