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La oportunidad tecnológica de las regiones

Publicado 16-08-2004

Hace unos años el gobierno construyó un programa apoyado por Conicyt para crear centros de investigación científico-tecnológicos en cada región de Chile, dándole preferencia a potenciar las actividades económicas locales, mediante facilidades en créditos y rebajas en las patentes comerciales. Por otra parte, en 1991 nació el Fondo de Fomento al Desarrollo Científico y Tecnológico (Fondef) para fomentar y financiar el desarrollo de iniciativas tecnológicas y de I&D en diversos puntos del país.

 

Haciendo un análisis de los proyectos que existen, el primero que salta a la memoria es el Centro de Desarrollo de Software que instaló Motorola en Valparaíso, que ha logrado exportar aplicaciones para TV Digital e Internet Móvil. La Universidad Austral, por su parte, posee iniciativas enfocadas a las industrias locales como la leche y la actividad forestal y junto a Reuna creó el Centro de Aplicaciones Avanzadas para el desarrollo de IPv6. Incluso, el físico Claudio Teitelboim se llevó el Centro de Estudios Científicos a Valdivia en 2000.

 

En menor escala aparecen otros proyectos que aprovechan la economía local para el desarrollo de tecnología como el Centro Tecnológico de la Vid y el Vino (CTVV) de la Universidad de Talca y el Centro Tecnológico Minero en Iquique. Incluso en Quillota, existe un proyecto para la instalación de un Parque Tecnológico Industrial.

 

Sin desmerecer la importancia de estos proyectos en las industrias locales, pareciera que su éxito está dado por el ruido que logran de vez en cuando en los medios. Seamos realistas, no existen en Chile polos tecnológicos regionales al estilo de India, China o Brasil. Ni siquiera el proyecto de Laguna Carén, en Pudahuel, ha avanzado como se esperaba. Las razones son básicamente dos: el tamaño del mercado y el valor de la mano de obra calificada.

 

Por mucho que tengamos una envidiable red de telecomunicaciones, un buen porcentaje de PC y conexiones a Internet per cápita, no superamos los 16 millones de habitantes. Hagan la prueba… pregúntenle a cualquier ejecutivo de alguna empresa TI multinacional si instalaría una fábrica en Chile. La respuesta será: “Si, es un país con leyes claras y estable, pero se necesita un mercado y que la fórmula de costos sea conveniente para instalar un Centro Tecnológico”.

 

En cuanto a la mano de obra, en Chile tenemos excelentes profesionales y técnicos, pero en otros países, esa misma mano de obra cobra la mitad por su trabajo.

 

Pero no seamos pesimistas. Quizá sea difícil crear polos tecnológicos regionales para productos industriales o de hardware con fines de exportación, pero las fortalezas de Chile están en otras áreas como lo es el software y servicios tecnológicos (Motorola y el Centro de Aplicaciones Avanzadas), y el desarrollo de tecnología que aproveche los cluster locales como las experiencias de la Uach y el CTV. Los instrumentos existen, quizás afinándolos un poco más y generando políticas de rebajas tributarias e incentivos económicos comenzaremos a armar un mapa tech chileno.

 

Y si somos aún más optimistas, creemos en la globalización y se aprovechan ciertas cualidades de los TLC, por lo menos, el problema del mercado debería ser sólo una cuestión de tiempo, lo que permitiría a Chile saltar del desarrollo de centros tecnológicos orientados a los servicios o a las economías locales a la instalación de verdaderos Parques Tecnológicos. De esta forma, Quillota cumpliría su sueño, enterrando para siempre el eslogan de “La Tierra de las Chirimoyas”.

 

 

Diario Financiero

18 de agosto de 2004-08-18

Escrito por: Aníbal Flores,

Gerente general de Cientec Computación

 

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