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El krill, la lavadora y la ciencia aplicada

Publicado 16-09-2004

No pudimos conocer su laboratorio de biotecnología en Beaucheff, aunque nos dejó invitados. Lo entrevistamos por teléfono -sus compromisos científicos lo obligaron a viajar pocos días después de anunciarse el premio- pero la distancia a California no fue obstáculo para que respondiera con cercanía y una cierta cuota de humor.

 

-¿Qué le parece todo el revuelo sobre el Premio Nacional de Ciencias Naturales?

 

“Ufff… Es un tema que les dejo a los biólogos”.

 

-Pero a raíz de la controversia, surgieron hasta propuestas para nombrar al premiado por computadora, en base a estadísticas como el índice ISI. ¿Qué opina usted, ingeniero y amante de la tecnología?

 

“Difícil… Existen los índices, pero también se pueden manipular, dividir, reagrupar. Y me parece que el premio también tiene mucho que ver con la formación de discípulos, la formación de una escuela, el impacto en la sociedad, como lo dice la propia ley. El comité que existe me parece sólido, pero también es normal que se produzcan divergencias sobre sus decisiones”.

 

Ciencia clase B

 

-¿Persiste un cierto menosprecio en el mundo científico hacia la ciencia aplicada frente al resplandor de la “ciencia pura”?

 

“Hay de todo, aunque cada vez menos. Cuando se creó la carrera de biotecnología en la Facultad de Ciencias de la U. de Chile hubo profesores que les decían a los estudiantes que era una carrera de segunda, porque no era ciencia pura. Creo que este desprecio tiene algo que ver con nuestra cultura española. Hasta hace poco, en España se hacía buena ciencia, pero trabajar en tecnología era mal visto. No es como en la cultura anglosajona e incluso en Francia, donde los grandes científicos e inventores de los siglos XVIII y XIX -Pasteur, Dalton, etc.- se dedicaron también al ámbito práctico”.

 

-¿Falta un cambio de mentalidad en la empresa?

 

“Más bien la sociedad completa -que por cierto incluye al Estado y a las empresas- tiene que aceptar que hacer desarrollo en ciencia y tecnología es muy relevante para el bienestar del país. Eso está empezando a pasar, pero los cambios son lentos. El Estado, por ejemplo, debe colocar un mayor porcentaje de fondos en investigación tecnológica, como hacen los países desarrollados. También reforzar Fondef, que ha sido un hito muy importante. No toda la tecnología se puede comprar afuera”.

 

-¿Por qué no?

 

“Tomemos el ejemplo de los salmones. Chile va a pasar a ser en algunos años el primer productor mundial. Y para eso es esencial que desarrollemos aquí la tecnología de punta, por ejemplo en lo que es alimentos o vacunas para salmones. Además, nuestras condiciones y las enfermedades que se generan en Chile son distintas a las que hay en Noruega o Escocia”.

 

-Para la mayoría de los chilenos, la biotecnología constituye un universo desconocido, a una galaxia de distancia de los ciudadanos comunes. ¿Cómo describiría lo que investiga Juan Asenjo en su laboratorio?

 

“Mi camino ha tenido que ver con la contribución que puede hacer un ingeniero -con una buena formación computacional, matemática y física- en la biología. Hoy en día, con un modelo matemático podemos predecir cómo se comporta una bacteria, una levadura, una célula de hígado. Por ejemplo, tenemos un modelo computacional de las células que usamos en un trasplante de médula ósea o para el mal de Parkinson. De esta forma, podemos controlar su metabolismo celular para lograr que se multipliquen.

 

“O si tengo un modelo matemático que me explica cómo funciona la genética del árbol que se usa para fabricar celulosa, yo puedo modificar algunas variables para que haga una mejor celulosa. Son modelos matemático-computacionales que ayudan en ámbitos tan variados como el diagnóstico médico o la búsqueda de que la levadura produzca un mejor vino. Alguna vez he dicho que se trata de “sistematizar la biología”.

 

Vuelta a casa

 

Ingeniero civil químico de la Universidad de Chile, Juan Asenjo (54, casado, 3 hijos) obtuvo un Ph D en el University Collage de Londres. Tras orientar sus investigaciones hacia la biotecnología, desarrolló una destacada carrera internacional, que lo convirtió en director del laboratorio de ingeniería bioquímica de la U. de Columbia en Nueva York. Luego de crear y dirigir el laboratorio de biotecnología de la Universidad de Reading, Inglaterra, decidió retornar a su Chile natal en 1995. Hace algunos días obtuvo el Premio Nacional por unanimidad del jurado.

 

-¿Qué lo hizo volver a Chile?

 

“En 1992 me tocó realizar una gran conferencia plenaria ante más de mil personas en un congreso de biotecnología en Florencia. Tenía 42 años y sentí que había alcanzado un lugar importante con mis investigaciones. Pero me pregunté si iba a seguir con eso mismo para siempre. Justo ese año me invitaron a Chile y al conocer esta realidad formulé un proyecto para crear en la Universidad de Chile un centro de excelencia en ingeniería bioquímica y biotecnología, con el objeto de formar doctores en ingeniería que aportaran al país”.

 

-Diez años después, ¿cómo evalúa esta opción?

 

“Volví en 1995 y los dos primeros años fueron duros, consiguiendo financiamiento por todos lados. Instituciones como la Fundación Andes, Conicyt e incluso empresas privadas me ayudaron. El hito clave vino a los 2 años de estadía: gané una cátedra presidencial y un proyecto Fondef. Hoy tenemos un centro de primer nivel, con diez doctores titulados y diez candidatos, que es parte del Instituto Milenio CBB de la U. de Chile. A nadie le sobra el dinero, pero tenemos fondos para hacer las cosas que nos interesan. Mirando para atrás, hoy creo que mi decisión fue espectacular… ni en mis mejores sueños me imaginé los resultados que tendría”.

 

A juicio de Juan Asenjo, “hacemos investigación tan buena o mejor de la que se hacíamos en Estados Unidos o Inglaterra. La gran ventaja es que aquí el impacto en la sociedad es mucho mayor. Y a veces estar un poco aislado permite pensar con más claridad”.

 

 

-¿Cómo estamos parados hoy en Sudamérica?

 

“Estamos bien. Proporcionalmente, creo que estamos igual o mejor que Brasil y Argentina. Argentina, por ejemplo, tiene un interesante desarrollo científico, pero es un buen ejemplo de que el cultivo de la ciencia no necesariamente redunda en un buen desarrollo tecnológico”.

 

Aunque este investigador amante del jazz y con fama de buen cocinero dice no meterse mucho en las tareas de lavado de ropa en la casa, algo sabe de detergentes y lavadoras. “Lo suficiente como para entender del gran ahorro de energía que significa lavar a 20 grados en vez de 50 grados. Basta calcular 20 litros por 30 grados por 1 millón de lavados al día en Chile solamente”.

 

El rey del enjuague

 

Estas inquietudes llevaron a Asenjo y su equipo a investigar una forma para lavar y acabar con las manchas de la ropa en agua menos caliente. Y dieron con una enzima en el estómago del krill (el crustáceo que vive en los mares australes) que trabaja a sólo 20 grados Celsius. En honor al investigador, la enzima fue bautizada como “juanasa” por sus colaboradores. Trabajaron para clonarla y mejorarla en el laboratorio y actualmente se tramita su patente internacional.

 

Los aires australes le quedaron gustando al equipo, que actualmente trabaja con enzimas extraídas de bacterias encontradas en las aguas antárticas. Otro campo que abordan sus investigaciones son los estudios para mejorar las células que se usan en los trasplantes celulares para tratar el mal de Parkinson. También con la formulación de vacunas virales ideales que puedan penetrar las células enfermas e integrar la información genética adecuada.

 

-¿No teme modificar el orden natural introduciendo todas estas alteraciones?

 

“No, porque es la historia de la evolución de las especies, a través de mutaciones que les permiten adaptarse mejor. Darwin fue bien claro al describir cómo los seres mejor preparados, los más adaptados eran los que sobrevivían de mejor forma”.

 

-¿Aceleran esa adaptación?

 

“En ciertos casos sí. Aceleramos o hacemos posibles nuevas variables. Siempre a nivel de bacterias o de células únicas. No en ratones, conejos o plantas”.

 

Sin chicote

 

Juan Asenjo debe ser uno de los chilenos que ha dirigido más estudiantes en sus tesis doctorales. Lleva alrededor de 40 (la mitad en Chile y la mitad en el extranjero). Se le reconoce una gran capacidad para formar equipos dinámicos y eficientes, atraer talentos y luego “ubicarlos” en importantes centros científicos del mundo.

 

-¿Tiene alguna fórmula para lograr esta empatía?

 

“Hay dos elementos. En primer lugar, soy muy informal. En mi centro no hay horario de entrada ni de salida. La gente que saca su doctorado lo hace por vocación personal, ellos deben ponerse las pilas y motivarse a sí mismos. No hay un chicote. Por otra parte, tengo claro que cuando las ideas se discuten en forma abierta, automáticamente se generan más ideas, lo que es beneficioso para todo el equipo”.

 

-¿No teme incentivar jóvenes a seguir un camino que en nuestro país puede resultar frustrante en términos laborales?

 

“Ellos van a crear el campo. Cuando uno es pionero al principio se puede frustrar un poco, pero para eso hay que crear mentalidad de ser pionero. Ahora, en este sentido, me parece importante que haya un cambio en las universidades regionales. No siempre ahí hay concursos públicos abiertos y claros en que se elija al mejor postulante”.

 

-Pero, pese a todos los discursos, el “click” entre ciencia y empresa parece no producirse.

 

“Ese click -que en realidad es un gran clack- se está empezando a producir. Su retardo tiene que ver con que los empresarios no ven lo que los científicos pueden hacer por ellos y porque a los científicos les importa un rábano lo que los empresarios piensen de ellos. Hay algunos tímidos ejemplos, pero si nos quedamos con esta velocidad de cambio no es suficiente.

 

“En este punto un tema importante son las expectativas de los doctores en ingeniería. Ellos deben tener claro que, una vez titulados, no necesariamente van a hacer investigación a la empresa. El doctorado -que implica el desarrollo de pensamiento que no existía- enseña una forma de pensar más creativa e innovadora que siempre los va a acompañar. Van a ser gerentes quizás, pero la experiencia del doctorado los hará distintos”.

 

Patentes “made in Chile”

 

Un área muy poco desarrollada en Chile es la generación de patentes. El doctor Juan Asenjo, con un puñado de otros investigadores, ha estado a la vanguardia en este campo. Junto a la empresa danesa de biotecnología Novo Nordisk patentó en Europa y Estados Unidos una enzima para permeabilizar la pared de la levadura.

 

Actualmente, junto a la Universidad de Chile, tramita la patente de una enzima para lavar a baja temperatura.

 

“Una vez patentada, si Procter and Gamble, Lever u otra empresa se interesa en fabricar esa enzima u otra basada en esa secuencia de aminoácidos, se negocia un royalty, que normalmente gira en torno al 1 o 2 por ciento de las ventas. Ese royalty, cuando llega a la Universidad de Chile, se divide en distintas partes, que van a la empresa que apoyó el proyecto, los investigadores autores de la patente y la universidad”.

 

 

Fuente: El Mercurio, Artes y Letras

Fecha: 26/09/04

 

https://www.conicyt.cl/bases/fondef/PROYECTO/01/I/D01I1031.HTML

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