Publicado 16-10-2004
Los beneficios potenciales del vino se han conocido durante años. Sin embargo, un estudio realizado por el Proyecto Ciencia Vino y Salud de la PUC, recientemente publicado en la revista Biological Research, reporta un nuevo hallazgo que confirma los efectos saludables del consumo moderado y regular de la cepa tinta en combinación con la dieta mediterránea, aquella rica en frutas y verduras, entre otros.
Con pruebas de laboratorio se comprobó que se produce un aumento de ácidos grasos omega-3, los cuales tienen efectos cardioprotectores demostrados: reducen los niveles sanguíneos de triglicéridos y colesterol, aumentan la respuesta vasodilatadora de las arterias y disminuyen la coagulación de la sangre. Poseen además, efectos antiarrítmicos importantes, tanto para el caso de la fibrilación auricular como ventricular. Adicionalmente, tienen acción antiinflamatoria, antialérgica y anticancerígena y un efecto protector de las patologías neurodegenerativas.
“Por qué aumentan los omega-3 luego del consumo de vino junto a una dieta mediterránea es algo que requiere investigación. Podemos aventurar una hipótesis: los omega-3 en el organismo se oxidan y destruyen fácilmente y los antioxidantes del vino contribuirían a protegerlos, tanto en el tubo digestivo como en los tejidos”, afirma el Doctor Federico Leighton, jefe del Laboratorio de Nutrición Molecular y Director del proyecto Fondef-CONICYT “Ciencia, Vino y Salud”, de la PUC.
Resultados
El estudio se realizó por un período de tres meses en dos grupos de 21 hombres jóvenes entre 20 y 27 años. Al primero se le proporcionó dieta tipo occidental, en la que el mayor aporte calórico proviene de las grasas y los carbohidratos. Al segundo grupo se le suministró una dieta mediterránea, rica en frutas y verduras, con pescado, leguminosas y pocas grasas saturadas. Durante el segundo mes ambos grupos, además, tomaron dos copas de vino tinto con las comidas.
Al medir el consumo moderado de vino sobre parámetros bioquímicos, fisiológicos y clínicos relacionados con ateroesclerosis y enfermedades crónicas, se encontró que el grupo con dieta mediterránea presentó un perfil de ácidos grasos plasmáticos de menor riesgo cardiovascular, principalmente por su mayor proporción de omega-3. De hecho, se observó que éstos aumentaron 27,7% en promedio.
“Es importante saber que no todas las grasas son malas, hay tipos y tipos. Son recomendables las que contienen omega-3 en proporción adecuada. Por ello es conveniente que en la dieta diaria se incluya más vegetales y pescado, junto a un consumo moderado y regular de vino”, advierte el doctor Leighton.
Publicado en El Diario Financiero
13 de octubre de 2004
página 11
Periodista: M. Victoria Massardo
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