Noticias

Morera, un forraje todo en uno

Publicado 16-11-2004

Especie oriental aparece como una alternativa para la alimentación de rumiantes, con contenido de nutrientes muy superior a la alfalfa.

 

Si un bovino pudiera elegir a la carta qué comer, seguramente ordenaría un forraje rico en nutrientes, altamente digestible y muy palatable. Encontrar tal delicatessen en la época estival, cuando las praderas se caracterizan por su baja productividad y calidad no es nada fácil.

 

Una alternativa parece venir de Oriente, de la mano de la morera, árbol en el que se crían los gusanos de seda, introducido en Chile con fines ornamentales hace ya varios años (entre la IV y X Región).

 

En países orientales como Japón y, especialmente en los tropicales del área del Caribe, esta especie integra sistemas silvopastorales o cultivos de alta densidad, generadores de fitomasa de calidad para la alimentación animal. En niveles que han fluctuado entre 30 y 50% de la dieta, los resultados han sido muy buenos gracias a su gran aceptabilidad y consumo por parte del ganado.

 

Desde 2002 el Departamento de Producción Animal de la Universidad de Chile lidera el proyecto Fondef Adaptación y uso de la especie morera en el sector agropecuario como fuente de forraje, bajo la dirección del investigador Héctor Manterola.

 

Qué nutritivo

 

En Chile dominan las especies Morus alba y Morus multicaulis, que tienen características similares en cuanto a valor nutritivo y aceptabilidad por los animales. Sin embargo, exhiben diferencias en cuanto a la forma del árbol y rapidez de crecimiento, lo que las hace más o menos importantes para ser utilizadas en sistemas productivos animales.

 

De acuerdo con la selección de biotipos en Los Andes, San José de Maipo, Rancagua, Temuco y Purranque, la especie de mejor comportamiento, hasta el momento, es Morus multicaulis. Se caracteriza por una hoja grande, elíptica, tierna y de suave aroma.

 

La biomasa medida para esta variedad alcanza en la zona central entre 28 y 35 ton MS/ha y en la zona sur alrededor de 18 a 20 ton MS/ha. Como se observa en la Figura 1, a medida que aumenta la densidad de plantación hay un incremento significativo en la producción de biomasa, así como también a medida que disminuye la altura de corte, de 40 a 20 cm.

 

Comienza a crecer en primavera, alrededor de septiembre, aunque el principal desarrollo se da de diciembre a enero. Si se corta rebrota mientras existan temperaturas altas (mayo); es decir, cubre perfectamente los meses en que la pradera está en su estado más bajo.

 

El valor nutritivo estudiado en árboles adultos cambia a medida que avanza la madurez de las hojas y tallos. Alcanza niveles de proteína bruta de hasta 35% en los dos primeros meses para luego bajar hasta 18% al iniciar la senescencia. En el caso de la digestibilidad de la materia seca de las hojas, ésta pasó de 95% a 80%, y en los tallos, de 75% a 55%.

 

Estos elevados valores de digestibilidad detectados en árboles adultos, como en las plantas de 1, 2 y 3 años, indican una alta disponibilidad de nutrientes para cualquier tipo de animal.

 

En estudios realizados en árboles nuevos (2 años), con diferentes densidades de plantación y frecuencias de corte, los valores medidos de proteína y digestibilidad han sido altos y, como se observa en la Figura 2, son influenciados principalmente por la frecuencia de corte más que por la densidad de plantación.

 

Si se compara con heno de alfalfa, la morera contiene 62,5% más de proteína y presenta una digestibilidad 20% mayor. Por otra parte, presenta un contenido de energía metabolizable sobre 3,8 Mcal, lo cual la hace comparable a un cereal, el que permite que sus hojas perfectamente puedan usarse como concentrados.

 

Respuesta animal

 

El comportamiento de los animales frente a la inclusión de morera en la dieta ha sido comprobado, a la fecha, mediante ensayos en caprinos. Las respuestas, tanto en producción de leche como en crecimiento en cabritos, ha sido muy positiva comparada con el heno de alfalfa (alimento utilizado como testigo).

 

El estudio de crianza de cabritos se realizó con animales de 10 kg de peso, que permanecían con sus madres hasta el momento en que éstas se encerraban y éstos iban a sus respectivos tratamientos de suplementación.

 

El heno de alfalfa utilizado presentó un contenido de proteína bruta (PB) de 16,1%; fibra detergente neutra (FDN) de 51,3% y digestibilidad de la materia seca (DMS) de 60,6%. Por su parte, el contenido nutricional de las hojas de morera varió conforme avanzó el ensayo. Entre el inicio y final del estudio, la proteína bruta disminuyó de 25,9% hasta 16,5%, la fibra detergente neutra subió de 26,3% a 28,4% (cifras bajas en relación a cualquier forraje) y la digestibilidad de la materia seca bajó de 82,6% a 68,6%.

 

Los cabritos alimentados con morera presentaron, a partir de la segunda semana, mayores ganancias de peso en comparación con los que se les suministró heno de alfalfa, 58,2 gr/día versus 53,2 gr/día. La diferencia se hizo significativa a partir de la octava semana, al término del ensayo, cuando la diferencia alcanzó a 79% (63,6 gr/día versus 35,5 gr/día).

 

En general, la suplementación con morera, durante las 9 semanas que duró el ensayo, se tradujo en una ganancia de peso promedio de 43,9 kg/día, esto es 24% más que cuando los cabritos recibieron heno de alfalfa.

 

Esta diferencia se sustenta en un mayor consumo de materia seca, pero principalmente, en la mayor concentración y disponibilidad de nutrientes que posee la morera. Al final del período, mientras los animales de un grupo consumían 1,8 kg MS, en términos de heno de alfalfa, en el otro llegaron a ingerir 2,2 kg MS, como morera.

 

En cuanto al estudio sobre producción de leche, se utilizaron animales de una cruza F1 de Anglo-Nubian x Criolla, en su tercera etapa de lactancia, a los que se les suministraron los alimentos en cuestión durante la tarde, al ser encerrados.

 

En este ensayo las hojas de morera presentaron al inicio de la investigación 81% de materia seca y 25% de proteína, y al final, 78% y 16%, respectivamente. De igual modo, la digestibilidad aparente de la materia seca fluctuó entre 86% y 79%. El heno de alfalfa, en tanto, presentó 15% de proteína bruta y 59% de DAMS.

 

La producción de leche tendió a ser mayor en las cabras alimentadas con morera, especialmente a partir de la sexta semana. En ese momento la producción alcanzaba a 519 gr/animal/día contra 478 gr/día de los animales alimentados con heno de alfalfa. A la novena semana la diferencia era de 481 versus 433 gr/animal/día; es decir, 11%. Es necesario recordar que las cabras de ambos grupos estaban en la tercera etapa o final de la curva de lactancia, cuando la producción declina.

 

Consultado Manterola sobre posibles restricciones de la morera, señaló que, igual a lo que a veces ocurre con las praderas de ballica en el sur, su consumo en fresco podría aumentar el nivel de amoniaco en el rumen, ya que la proteína es muy soluble. Esto implica un gasto energético del animal para eliminar la sustancia.

 

Los estudios planteados para esta temporada contemplan su uso en pollos en crecimiento, en cerdos en crecimiento y en salmones. En estas especies se ofrecerá como harina de hojas, que es prácticamente un verdadero concentrado proteico y energético.

 

Datos Clave:

 

Requerimientos:

 

Arraiga profundo, pero necesita alta humedad y fertilidad. Tiene una gran y rápida capacidad de rebrote.

 

Biología:

 

Puede durar 15 a 20 años en producción y tiene receso invernal. La propagación es más rápida a partir de estacas enraizadas.

 

Usos:

 

Se puede pastorear directamente o cosechar para suministrar al animal como soiling, heno o harina de hojas.

 

 

Publicado en El Mercurio (Revista El Campo)

15 de noviembre de 2004

Periodista: Andrés Acevedo Farías

 

https://www.conicyt.cl/bases/fondef/PROYECTO/01/I/D01I1010.HTML

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *