Noticias

El globo que quiere iluminar Chile

Publicado 15-06-2005

Un equipo de jóvenes ingenieros está empecinado en tirar un globo al cielo… Pero no es un globo cualquiera. Es una bola voladora que iluminará con banda ancha inalámbrica todas las zonas por donde pase.

 

La idea venía dando vueltas en la cabeza de Fernando Ulloa desde el año 99, cuando hacía un doctorado en Gestión en Nuevas Tecnologías en Barcelona. Este ingeniero en telecomunicaciones de la Universidad Tecnológica Metropolitana quería implementar en Chile una solución de comunicación móvil terrestre que no fueran ni antenas celulares ni satélites. Ulloa quería hacer una aeroplataforma de telecomunicación a baja altitud manejada por robot.

 

Se puso a trabajar, buscó alianzas y bautizó su sueño como “Aeroplataforma de radiocomunicación digital en banda ancha para usuarios fijos móviles de redes IP”. Eso, traducido al castellano, consiste en un globo-antena que vuela por los cielos de Chile irradiando conectividad inalámbrica y que permite comunicación través de sistemas tan variados como WiFi, WiMax, EDGE, GSM, GPRS, UMTS, tercera y cuarta generación, etc.

 

“Tecnológicamente es muy entretenido, porque hemos juntado la banda ancha, la red IP, la radiocomunicación móvil y la robótica; es una tarea titánica”, dice Ulloa, que está orgulloso de contar que son los pioneros en este tipo de iniciativas en América Latina, “con sistemas de fácil despliegue, de bajo costo y que puede cubrir zonas desatendidas, acortando la brecha digital”, agrega.

 

Este globo ambulante funciona como un robot que es manejado por un control remoto comandado desde un vehículo especial que lo sigue desde la tierra. La idea es tener varias de estas antenas en funcionamiento, de manera que se comuniquen entre sí. Sería algo así como una mini red satelital.

 

El académico de la UTEM formó un equipo junto con el diseñador industrial y doctor, Héctor Torres, y el ingeniero Hugo Durney. Postularon su idea a un proyecto Fondef y lo ganaron. Hoy trabaja con la Universidad de Chile, la Universidad de la Frontera y Reuna. “La Universidad de Chile encarga de lo que es potencia y energía eléctrica en el globo y están proponiendo distintas soluciones, como una turbina eólica o celdas solares. Y la UFRO nos facilita su red para que nuestra estación se pose sobre las estaciones terrestres y amplifique la capacidad de comunicación”, cuenta Torres.

 

Ya hicieron un primer piloto y funcionó con el globo-antena a 150 metros de altura. La meta este año es hacerlo funcionar a 200 metros, el próximo año a unos mil y en 2008, a unos 21 mil metros, en la estratosfera. Claro, mientras más alto ande, más amplio será el lugar que puedan irradiar.

 

“Si pudiéramos levantarlo a mil metros estaríamos hablando de cubrir todo desde Santiago a Valparaíso. Y si nos llegamos a posicionar en la estratosfera esto podría comunicar a los aviones por banda ancha para que los usuarios puedan conectarse a la red. La conexión por satélite es muy baja y esta estación que estaría más próxima a ellos les entregaría mejor calidad de señal. Es un proyecto muy grande y si se inyectan más recursos, la velocidad con que podemos avanzar es mayor”, reconoce Ulloa.

 

Oasis de comunicación

 

La mayor gracia de este globo-antena es que es “multiuso”. Dentro de la aeroplataforma no sólo pueden ir sistemas de radiocomunicación digital, sino que también sistemas de vigilancia de incendios, el control de aguas, percepción remota, para investigaciones atmosféricas, para hacer mediciones químicas del ozono, etc.

 

“Con cámaras digitales podemos tomar fotos y aplicarlo en econometría, para ver los recursos del país, por ejemplo. Por eso hablamos mucho de una aeroplataforma digital a la que se le pueden sumar otras capacidades y aplicaciones, aunque el objetivo fundamental es iluminar los sectores

desatendidos que hay en el país y que por razones geográficas son muy difíciles de cablear. Este globo sería como una especie de oasis de comunicación”, dice Torres.

 

Fernando y Héctor no se cansan de enumerar las ventajas de este globo-antena, y al parecer lo mejor es que junta las “tres B”, bueno, bonito y barato. Tiene buenas condiciones de propagación de señal debido a la altura de operación, se puede reutilizar, se puede aplicar para distintos usos, se puede desplegar rápidamente en casos de emergencias, como terremotos o desastres naturales donde se caigan los sistemas eléctricos y, claro, permite conectar a lugares que por razones geográficas o económicas no tienen conexión.

 

Los académicos dicen que la ecuación es simple: las necesidades de comunicación son cada vez mayores y esto implica una gran demanda en redes de telecomunicaciones. Pero alternativas como los satélites son demasiado caras para nuestra realidad. “La carrera digital ya está en marcha y

nosotros como país tenemos que saber pillarlos con los recursos que nos permitan llegar a servicios competitivos a nivel mundial”, dice Fernando Ulloa.

 

¿Una amenaza para las grandes empresas de telecomunicaciones? Dicen que no. “Nosotros no somos una compañía operadora, somos investigadores. Esto será un problema cuando en el futuro inversionistas o nuevas empresas adopten esta tecnología. Esta alternativa es una oportunidad, no sólo para las compañías existentes, sino para nuevos inversionistas, porque en la medida en que haya una mayor cantidad de jugadores, el sistema crecerá y eso es bueno para el país”, asegura Torres.

 

Es que los objetivos son claros y por eso no transarán: “Hay gente que necesita acceder a tecnología y un aparato que dé conectividad abre las puertas a muchas aplicaciones nuevas que quizás ni siquiera conocemos”, anuncia Ulloa.

Publicado en El Mercurio Ediciones Especiales

16 de junio de 2005

Periodista: Pamela Carrasco T.

Deja un comentario

Tu dirección de correo electrónico no será publicada. Los campos obligatorios están marcados con *