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Estudian factibilidad de cultivo del camarón de roca como opción para la pesquería artesanal

Publicado 08-07-2012

Julio, 2012. Una nueva alternativa productiva para pequeñas empresas pesqueras y acuícolas está investigando el docente del departamento de Oceanografía, Marco Antonio Retamal, a través de un proyecto Fondef que estudia la factibilidad de impulsar el cultivo del camarón de roca (Rhynchocinetes typus) en la Región del Bío-Bío. Fuente: Mundo acuícola.

 

Una nueva alternativa productiva para pequeñas empresas pesqueras y acuícolas está investigando el docente del departamento de Oceanografía, Marco Antonio Retamal, a través de un proyecto Fondef que estudia la factibilidad de impulsar el cultivo del camarón de roca (Rhynchocinetes typus) en la Región del Bío-Bío.

 

El proyecto apunta a desarrollar una tecnología adecuada para la producción controlada y programada de la especie, que en la región se conoce como el “camarón de grandes ojos verdes”, pero que en la zona central y norte del país es una opción económica real para los pescadores artesanales, que lo comercializan desde hace años.

 

El profesor Retamal, que había identificado el camarón en el golfo de Arauco en la década de los 80, señala que su elección para el proyecto responde a que se trata de una especie endémica, de alto valor comercial y potencial gastronómico. Por otro lado, el hecho de que se encuentre cercano a la costa facilita el desarrollo de la iniciativa, cuyo objetivo es lograr la obtención de ejemplares juveniles bajo condiciones controladas, en laboratorio, algo nunca logrado en Chile.

 

Desde este punto de vista, es una investigación pionera, pues –como indica el académico- los antecedentes sobre el cultivo de la especie son nulos o escasos. De hecho, agrega, “el ciclo reproductivo se conoce sólo hasta la etapa larval. Nunca se han obtenido post larvas o juveniles en cautiverio”.

 

El proyecto incluye una serie de etapas que van desde la captura de reproductores, aclimatación, apareamiento y obtención de larvas, así como una serie de experimentos destinados a determinar la densidad adecuada para la viabilidad de los cultivos.

 

Con un leve retraso provocado a consecuencia del terremoto –que destruyó las instalaciones construidas para el proyecto en la Estación de Biología Marina de Dichato- la investigación se inició con la recolección de reproductores en Chome (Península de Tumbes), los que fueron dispuestos en acuarios de laboratorio, donde se lograron los primeros desoves y larvas.

 

Sin embargo, cuenta el académico, no se pudo continuar la fase siguiente, puesto que se requería de instalaciones paralelas para alimentar las larvas.

 

Esto fue subsanado, con la entrega, en octubre del año pasado, de una estación experimental construida en el Campus Concepción, donde se han realizado de manera exitosa, desde enero de este año, los ensayos de impregnación (fecundación) de hembras y la obtención de huevos y larvas hasta el último estado de desarrollo.

 

Allí se ha instalado, además, un sistema de producción de microalgas y pequeños crustáceos para alimentar a las larvas. Los ensayos de apareamiento y obtención de larvas –explica el investigador- han consistido en disponer hembras y machos en estanques, con mudas de las primeras para determinar los niveles de receptividad y verificar la presencia de huevos. En caso positivo, las hembras son trasladadas a un estanque diferente, donde son revisadas semanalmente para determinar el estado embrionario de los huevos.

 

Una vez ocurrida la eclosión, las larvas son colectadas y transferidas a matraces, donde son alimentadas con una dieta consistente en una mezcla de microalgas y rotíferos (unos microscópicos invertebrados).

 

Ya se ha obtenido un primer grupo de larvas, que han alcanzado en 47 días los 7 estadios de zoea; es decir, los 7 estados larvales de la especie, en que los individuos adquieren apéndices cefálicos, torácicos y abdominales. Y existe un segundo grupo, que ha llegado al primer estadio larvario, además de hembras portadoras de huevos en diferentes estados de desarrollo embrionario.

 

Paralelamente, se han llevado a cabo una serie de experimentos destinados a evaluar la densidad óptima de los cultivos. Se compararon dos densidades de prueba, con la misma ración y tipo de alimento, evaluando variables como sobrevivencia, crecimiento, frecuencia de muda, entre otras.

 

“Los resultados de este experimento indicaron que es más factible una densidad de cultivo de 23.4 individuos por metro cuadrado”, explica el profesor Retamal.

 

En el corto plazo habrá nuevos ensayos para evaluar dos propuestas de alimentación, con la misma densidad de individuos, y cuyos resultados –como dice el investigador- entregarán las bases para la implementación del cultivo de la especie en la región.

 

Una vez afinada la tecnología, se emprenderá el proceso de transferencia de los protocolos de mantención del camarón de roca a los pescadores de la caleta Perone (Hualpén), que son quienes recibirán, en primer término, los resultados del proyecto.

 

“Esperamos que su traspaso y el inicio de su comercialización posterior se inicie este año, ya que (las larvas) deben alcanzar la talla comercial o una talla mínima de madurez sexual. Lo importante de aportar juveniles es que una vez lograda esta meta, todo se transforma en un proceso continuo”.

 

Según Marco Antonio Retamal, la inversión previa para el desarrollo de esta nueva opción productiva es mínima: el hatchery (criadero) situado en el Campus podría establecerse como un centro abastecedor; mientras que en terreno, los pescadores sólo requieren contar con jaulas -debidamente protegidas- para la mantención de los individuos que pueden ser alimentados con lo que se desperdicia de la pesca.

 

Por otro lado, agrega, la preparación técnica para llevar a cabo la actividad es menor, contra los beneficios que conlleva para el subsector contar con una nueva especie factible de ser comercializada, en momentos en que “prácticamente todos los recursos existentes, como el loco, el erizo y los langostinos, están sobre explotados”, puntualiza.

 

 

Imágenes: Universidad de Concepción.

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