Centros regionales

CIPA continuará impulsando desarrollo para el Biobío

Publicado 02-03-2015

Foto CIPATras conocerse los resultados del Proyecto de Fortalecimiento a la Continuidad de Centros Regionales, de CONICYT, el Centro de Investigación de Polímeros Avanzados, CIPA, celebra la adjudicación de fondos para seguir desarrollando ciencia e investigación, por tres años más. La buena nueva para el equipo, también se traduce en una excelente noticia para la Región del Biobío, que podrá seguir contando con un centro de investigación de primer nivel.

Desde el punto de vista científico, CIPA ha generado diversos aportes a la investigación y generación de conocimiento. Ejemplo de ello son las cerca de 160 publicaciones científicas que ha presentado, o su contribución a la formación de más de 100 profesionales en el ámbito de las Ciencias Químicas. Paralelo a eso ha desarrollado asesoría tecnológica con alrededor de 50 empresas clientes de la Región del Biobío.

A los aportes generados por proyectos de investigación liderados por el centro, se suman aquellos relacionados con la inserción de capital humano en el país. En los últimos años Chile ha fortalecido la formación de postgrado mediante una serie de becas y beneficios para quienes deseen formarse en el extranjero. Sin embargo, una debilidad detectada es la escaza posibilidad que tienen estos profesionales para insertarse laboralmente a su regreso. “Si estamos formando capital humano como país, lo ideal es que lo volvamos a insertar acá. En ese sentido los centros regionales contribuyen a que los investigadores retornen y puedan aportar como capital social al desarrollo de Chile y sus regiones” cuenta el Dr. Claudio Toro, director ejecutivo de CIPA.

Es en este marco en el que CONICYT reconoce la labor del centro, nacido en 2003, y le permite mediante la reciente adjudicación, obtener fondos para funcionar durante tres años más, financiando principalmente sus recursos humanos.

Uno de los desafíos de CIPA en su nuevo periodo, será trabajar en líneas con un alto grado de pertinencia para el desarrollo regional, y conseguir soluciones tecnológicas orientadas a beneficiar a empresas de menor tamaño. “Siempre que desarrollemos algo tenemos que pensar en un modelo estratégico o empaquetamiento tecnológico, que asegure que el conocimiento que ha sido generado, se entregue a la comunidad”, señala el Dr. Toro. Otro desafío importante, según cuenta, es tratar de mantener la actividad científica que poseen actualmente, cuidando que exista un equilibrio apropiado entre los esfuerzos que dedican a la generación de conocimiento y a la transferencia de los resultados.

Es así como, con el objetivo de significar un mayor aporte a la región, CIPA ha replanteado sus líneas de investigación, concentrándolas en tres: 1) Obtención de polímeros para aplicaciones médicas y agrícolas, 2) Obtención de polímeros para la remoción de especies contaminantes (orientado a proveer de soluciones ambientales a la gran industria regional), y 3) Valorización de residuos de la agroindustria, del sector forestal, y de empresas de consumo masivo que producen residuos poliméricos en grandes cantidades (con un alto potencial de ser reutilizables).

Junto con analizar sus resultados técnicos, CIPA valora la confianza recibida por los organismos que lo financian, así como por la comunidad que lo ha visto en ocasiones como referente. “Efectivamente valoramos mucho el que organismos como el Consejo Regional de Antofagasta, haya puesto sus ojos en nosotros y esté interesado en conocer cómo estamos trabajando, eso quiere decir que no pasamos inadvertidos y que estamos haciendo un buen trabajo desde el punto de vista científico, y por otro lado, que estamos dando a conocer lo que hacemos, que también es algo importante”, sostiene el director del centro, que también es enfático al señalar: “tenemos que crecer mucho en términos institucionales, como para sentirnos capaces de llevar a cabo investigación de forma integral”. En este sentido juega un rol clave la actividad sinérgica que desarrolla CIPA con sus universidades fundadoras, la Universidad del Bío-Bío y la Universidad de Concepción. “Nos apoyamos mutuamente con infraestructura y capital humano y tratamos de conseguir resultados pertinentes a las necesidades regionales”, cuenta el Dr. Toro.

Al consultar por recomendaciones a otros centros de carácter científico-tecnológico, y en base a su experiencia, el director de CIPA destaca como aspectos relevantes la capacidad que han de desarrollar los centros de atender demandas y problemáticas locales, la importancia de formar grupos de trabajo capaces de alinearse con los objetivos y la misión del centro al proponer indicadores e impactos en concordancia con el financiamiento otorgado y las capacidades humanas con las que se cuenta. Asimismo propone trabajar en desarrollar capacidades asociativas efectivas que incrementen realmente los impactos de la investigación. En definitiva pensar que la cadena de valor de la investigación, no solamente comprende el desarrollo científico, sino que existe también un gran desafío desde el punto de vista de la articulación productiva que genere la tracción necesaria para que esos desarrollos se transfieran. “Una vez que esa articulación productiva se desarrolla o somos capaces de escalar productos dentro de la empresa, tenemos que pensar en que hay que pasar a una fase de comercialización, recién después de esta fase, podemos decir que hemos puesto un producto en el mercado a través de una innovación basada en ciencia. Eso sí es relevante. Ahora, si nosotros creemos que cuando tenemos la solución tecnológica el problema va a estar solucionado, estamos perdidos. Como centro aplicado, sabemos que debemos construir ese camino o buscar los socios estratégicos idóneos”, afirma el Dr. Toro.

 

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