Publicado 10-04-2019
Un mapa interactivo para saber dónde plantar cerezos de aquí a 50 años, considerando cómo afectará el cambio climático a especies que, como ésta, pierden sus hojas en invierno. La doctora Michelle Morales, del Centro de Estudios Avanzados en Fruticultura, CEAF -uno de los centros apoyados por el Programa Regional de CONICYT-, trabaja en esta solución ya que, según cuenta, muchas de las actuales zonas de cultivo ya no serán aptas para la producción del cerezo debido al aumento de la temperatura global. Esta realidad la llevó a desarrollar esta propuesta, que permitirá tanto al Gobierno Regional como a los agricultores, adaptarse a los nuevos escenarios.
Este es solo una de las iniciativas beneficiadas por el IV Concurso de Fortalecimiento de Centros Regionales mediante proyectos I+D Ciencia y territorio 2018, iniciativa implementada por el Programa Regional desde 2015. Además del proyecto de CEAF, otras cuatro propuestas fueron adjudicadas, tres de ellas, también encabezadas por mujeres. “Queremos destacar que esta fue la primera convocatoria que incluyó, como parte del proceso de evaluación, criterios de equidad de género en la conformación de los equipos de trabajo”, explica Juan Paulo Vega, director del Programa Regional de CONICYT.
Otro de los proyectos adjudicados, encabezado por la doctora Tamara Barahona, del Centro de Genómica Nutricional Agroacuícola, CGNA, Región de la Araucanía, se encuentra trabajando para usar el lupino como una alternativa para la soja, con más proteínas, menos grasa, y completamente orgánico. En concreto, Barahona trabaja desarrollando una barra proteica a base de lupino, que será entregada por la JUNAEB en escuelas de la región, como una medida para ayudar a reducir los niveles de obesidad en los escolares.
Por su parte el Centro de Investigación en Polímeros Avanzados, CIPA, ubicado en la región del Biobío, presentó un proyecto que busca utilizar los descartes de la industria vitivinícola con fines productivos. “Planteamos usar las hojas, que actualmente se queman o se usan como compost en la tierra, para generar suplementos alimentarios bajo la forma de productos como jugos y sachets. Estos contendrán alto contenido de polifenoles y antioxidantes, los cuales son capaces de prevenir problemas de salud, como las enfermedades neurodegenerativas asociadas a la vejez”, explica la doctora Saddy Rodríguez, quien encabeza esta iniciativa. No es todo, porque también se proyecta crear productos cosméticos, como jabones, geles y cremas exfoliantes. Todo con las hojas de las uvas que sobran de la producción del vino.
Los otros dos proyectos adjudicados en esta IV versión del concurso para fortalecer centros regionales, pertenecen al Centro Regional de Investigación Hortofrutícola CERES, ubicado en la provincia de Quillota, región de Valparaíso. Uno de ellos, dirigido por la doctora Marta Albornoz, busca reducir las poblaciones de Bagrada hilaris, un insecto plaga originario de Asia y África, que solo durante el primer semestre de 2017 afectó en la región de Valparaíso a 21,3 hectáreas de cultivos. Con diversas estrategias, el proyecto plantea generar un método de prueba, a través del cual se pueda avanzar hacia una solución definitiva.
La otra iniciativa, es encabezada por el director del centro, el doctor Eduardo Gratacós, quien trabaja para validar una solución tecnológica que permita facilitar la polinización natural del chirimoyo. Cabe destacar que esta iniciativa es una segunda etapa del proyecto mencionado, debido al éxito obtenido en la primera etapa.
02-12-2019
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