Mujeres en Ciencia

Andrea Slachevsky: descifrando la conducta humana desde el estudio del cerebro  

Publicado 13-10-2015

La neuróloga de la Universidad de Chile publicó recientemente un libro que resume sus columnas de divulgación en revista Qué Pasa. Se trata de una obra imprescindible que aborda desde las principales patologías, hasta los mitos más difundidos sobre la mente humana.

SLACHEVSKYAceptémoslo. Nuestro cerebro no es otra cosa que materia orgánica, 1.500 gramos de ella para ser exactos y con capacidades limitadas. La memoria es quizá el mejor ejemplo. ¿Será cierto que sólo usamos el 10% de su capacidad? Desde 2011 que la neuróloga Andrea Slachevsky se encuentra abordando estos temas como parte de su columna “Cerebro Cotidiano”, que publica cada mes en la revista Qué Pasa.

Ahora, la académica de la Universidad de Chile, quien también es parte del Centro de Investigación Avanzada en Educación (CIAE), acaba de publicar un libro con la compilación de sus mejores escritos de neurociencia, convirtiéndose en una de las pocas científicas chilenas que llega a las librerías con un trabajo de este tipo. “Las librerías están llenas de libros de autoayuda, pero no es tan frecuente encontrar obras que aborden la neurociencia de manera masiva”, explica.

Con un lenguaje accesible y cotidiano, la autora realiza una auténtica contribución al entendimiento de la conducta humana a partir de la dimensión biológica del cerebro: gran parte de este saber se basa en hallazgos realizados con pacientes con trastornos siquiátricos durante las últimas décadas.

Usted ha derribado varios de los neuromitos, ¿por qué es importante develarlos?

Porque son percepciones erradas de nuestras capacidades y me parece que es muy importante abordarlos. Por ejemplo, uno de los más comunes es que usamos el 10% de nuestra capacidad cerebral, algo que no se sabe muy bien de dónde viene. Si bien es un mito anterior a Hollywood, ha sido potenciado por la industria cinematográfica.

Otro neuromito muy popular, es que las decisiones son puramente racionales y que los factores emocionales más bien interfieren con la toma de decisiones. Hoy sabemos que eso no es así, una decisión nunca es pura racionalidad, ya que el componente afectivo, es fundamental para ese proceso. Un ejemplo es lo que vemos en los llamados “conflicto de interés”, un problema muy atingente en la actualidad nacional en términos neurocientíficos.

¿Cuáles son las enfermedades neurológicas más comunes en los chilenos?

Son las mismas que en el resto del mundo. Por una parte somos una sociedad envejecida, lo que hace que dentro del continente seamos uno de los países en los que existe una mayor tasa de enfermedades asociadas al deterioro cognitivo como el Alzheimer. De hecho, se estima que actualmente en Chile hay 180 mil personas con esta u otras formas de demencia, condiciones de alta prevalencia e impacto social.

Por otra parte, está claro que en Chile tenemos altos índices de trastornos de salud mental que significan un problema social mayor: alcoholismo, depresión, ansiedad, todos con tasas muy altas. En general, las enfermedades del sistema nervioso central enfatizan la desigualdad: tienden a afectar más a los sectores socialmente deprivados o socioeconómicos bajos.

A su juicio, ¿por qué está de moda la neurociencia?

Primero, porque hay una sed de conocimiento. Antiguamente el cerebro era una especie de caja negra que no se podía ver y actualmente con el desarrollo de las técnicas de neuroimagen se puede ver en vivo. Entender realmente cómo funciona nos dice mucho sobre los límites y posibilidades de nuestra conducta. Nos da información más exacta que experimentos de índole psicológica. Segundo, por el gran número de enfermedades que afectan el Sistema Nervioso Central. Los trastornos de salud mental, las enfermedades neurodegenerativas y las demencias son condiciones que adquieren poco a poco mayor visibilidad y que recién comenzamos a entender. Así, la neurociencia es una forma de aproximarse a estos males y tratar de encontrar los mejores tratamientos.

¿Se puede reentrenar el cerebro?

Una de las cosas que buscamos con el Fondap (Fondo de Financiamiento de Centros de Investigación en Áreas Prioritarias) al que postulamos es exactamente eso. Con el envejecimiento se producen cambios cognitivos pero se sabe muy poco de ellos. Todavía hay mucho que explorar sobre la diferencia entre el envejecimiento normal y el patológico, desde lo cognitivo.

Hoy sabemos que hay muchas cosas que permiten envejecer en mejores condiciones, como estilos de vida saludable, dormir bien y el tratamiento oportuno de las depresiones. También la educación a edades tempranas influye de manera fundamental en el tipo de adultos mayores que vamos a ser, los estímulos que se recogerán, cómo llegará ese cerebro a la adultez y qué tipo de envejecimiento y deterioro cognitivo puede experimentar.

Enfermedades degenerativas y Alzheimer. ¿Cuáles son sus nuevos pasos en investigación?

Estoy en un proyecto de investigación en enfermedades neurodegenerativas y trastornos de demencia, específicamente estudiando los mecanismos que provocan la falta de iniciativa presente en pacientes con Alzheimer. Frecuentemente, aparte de los trastornos de memoria, hay una importante falta de iniciativa y una disminución de las actividades dirigidas hacia un objetivo, lo que termina siendo uno de los motivos de mayor discapacidad entre estos pacientes.

Lo que me interesa es entender mejor esa carencia para quizás luego lograr intervenir el proceso biológico subyacente. Además, a través de un Fondap, espero realizar otra investigación en este tema mucho más amplia.

Para finalizar, ¿cuál ha sido su experiencia como mujer y científica?

Si bien en medicina hay hartas mujeres mi impresión es que existe una leve discriminación. Especialmente en acciones de organización y selección, donde siempre hay preferencia por los hombres. Además, socialmente, es más aceptado que un hombre se dedique completamente a su trabajo en contraposición a la mujer, a quien se le cuestiona esa dedicación. ‘Un hombre que destaca en su trabajo hace un bien a su familia, una mujer que destaca en su trabajo abandona a su familia’, dice una obra española que siempre recuerdo y eso sigue pasando.

¿Cómo ve las políticas públicas relacionadas con estos males?

Hay dos realidades: en las enfermedades psiquiátricas se ha hecho un esfuerzo importante, como la incorporación al AUGE de las depresiones, las drogadicciones y el trastorno bipolar, pero con una limitante importante a mi entender; responde bien a los casos de baja complejidad, pero falla en comprender que no todos los casos y pacientes son iguales y por lo tanto es necesario tener respuestas de diversa complejidad.

Por otro lado, en las patologías neurodegenerativas como las demencias, recién se está hablando de la posibilidad de un plan nacional de Alzheimer. Pero son enfermedades totalmente olvidadas, a pesar de ser las responsables del incremento en las discapacidades.

En las secuelas de los traumatismos encéfalo-craneanos -principal causa de discapacidad en personas jóvenes- se atiende bien a sus problemas físicos, pero lo que más los invalida son sus dificultades cognitivas y conductuales, que muchas veces quedan en total abandono.

¿Qué sucede con los familiares a cargo de estos pacientes?

El estudio “Cuídeme” de 2013 muestra que 70% de las personas involucradas en el cuidado de estos pacientes refieren índices de sobrecarga severa, el 46% refiere problemas de salud mental y en una reciente investigación junto a la Facultad de Economía y Negocios (FEN) de la U. de Chile mostramos que el costo económico de atender a una persona con demencia llega a los seis millones de pesos anuales, cuyo gran porcentaje asume la familia del paciente.