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Eric Goles presentó su último libro en Arica invitado por PAR Explora

Publicado 09-08-2018

  • El Premio Nacional de Ciencias Exactas 1993 y ex presidente de CONICYT, Eric Goles Chacc, presentó en Arica su última novela “La Conspiración de Babel” junto al Rector de la Universidad de Tarapacá, Doctor Emilio Rodríguez Ponce y conversó sobre su vida en la ciudad, que para él era una fiesta cuando niño. Sus raíces de familia artista, su éxito en temas científicos y literarios, y las no-ecuaciones en el amor son parte de esta entrevista.

Eric Goles junto al Rector de la Universidad de Tarapacá, Doctor Emilio Rodríguez Ponce y la directora del PAR Explora Arica, Mónica Navarrete.

Cierra un libro de portada color verde y se levanta del sillón. Era esperable que lo encontráramos leyendo, si lo hace casi obsesivamente desde niño. Eric Goles Chacc, matemático, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1993, vino a Arica invitado por el Instituto de Alta Investigación y el Proyecto Asociativo Regional Explora de CONICYT de la Universidad de Tarapacá, a presentar su última novela: La Conspiración de Babel de Editorial Lom. En su ajetreada agenda se dió tiempo para comunicar lo que tanto ama.

La intensidad de sus ojos verdes se acentúa, cuando recuerda que siendo niño desde su natal Antofagasta veraneaba en Arica, ciudad que para él era el paraíso de los juguetes, en la época de la Junta de Adelanto, cuando conoció la bebida Fanta, existente sólo en el norte, iba a de picnic a orillas del río San José y a nadar en las aguas marinas de La Lisera.

Su nexo con el arte es indiscutible, ya que su madre (de 91 años) es actriz de teatro en Antofagasta, la conocida Meche Chacc, descrita por Goles como “buenamoza y buena para el canto y bolero”. Su padre José, fue uno de los músicos más importantes de este país. ¿Quién no recuerda el tema “El pobre pollo enamorado” y el “Adiós al Séptimo de Línea”?, esos y más de 100 canciones son de la autoría de su padre, el primer ganador del Festival de Viña.

Su carrera de ingeniería la desarrolló en Santiago y después estudió matemáticas en el extranjero, también realizó el programa de televisión Enlaces y luego publicó su primera novela: “El zapato perdido de la Marilyn”, que es casi una autobiografía.

Próximo a cumplir 67 años, que ni se le notan, siente que el mejor regalo es el amor de sus hijos y su pareja Pilar, con quien desea continuar hasta el último momento de su vida.

Nos confiesa que tiene tres stent dentro de las arterias del corazón, que usa sólo whatsapp y no tiene redes sociales, pero responde los emails de inmediato, “es mi modo de comunicarme con el mundo como científico”.

¿Qué vinculo tiene con el norte desde el punto de vista humano y científico?

-El primer vínculo es la tierra, para mí el desierto es vida, tú me colocas en un paisaje lleno de verde y al poco tiempo quiero arena, sol y piedras, soy un enamorado de los desiertos del norte de Chile.

Cuando regresé de mi doctorado, cuatro años ininterrumpidos en Francia, partí de inmediato a ver a mi madre a Antofagasta y luego me perdí por cuatro días con unos amigos en la Punta de Angamos en Mejillones.

¿Cuándo surge su conexión con la literatura?

-Primero, soy un gran lector, la necesidad de leer me aparece de manera omnívora. Aunque en mi casa no había muchos libros, yo los arrendaba. A los 10 años apareció un libro de Dostoievski, Los hermanos Karamazo. Actualmente leo en promedio un libro semanal.

Segundo, yo era enfermo, tuve una alergia muy grande, que mi madre pensó que me iba a morir. Ya me tenían poco menos que pedido. Me desfiguraba como un monstruo y me daba vergüenza ir al colegio, así que me quedaba en casa y leía.

¿Cómo parte su interés por las matemáticas?

-A los 12 años no sabía que era bueno para las matemáticas, me iba mal, pero siempre en la línea de flotación, nunca para hundirse, pero tenía una cultura tres veces superior a cualquiera de mis compañeros, eso era muy secreto, el colegio no me interesaba.

Cerca de mi casa estaba el club de ajedrez, pasaba y veía que los niños jugaban con relojes, tenían un pituto que había que apretar y eso me llamaba la atención. Como soy de una obsesión infinita, le dije a mi madre cómprame un libro de partidas de ajedrez y ella llegó con “Las Partidas De Capablanca”, las cien partidas que rehice una por una y me las aprendí de memoria. Así gané un campeonato en el club y luego a un campeón de Chile. El ajedrez es una suerte de matemática simple.

Me di cuenta que era bueno para la matemática y entré a ingeniería donde era mucho más profunda y pone en juego la noción de verdad. Opté por ser matemático profesional, es mi modo de vivir. El día que no pueda crear matemática, aunque esté vivo será mejor que muera.

Goles llegó a la Universidad de Tarapacá a presentar su última novela: La Conspiración de Babel de Editorial Lom.

Y la paleontología ¿qué lugar ocupa en su historia?

-Cuando mis hijos eran pequeños se interesaron por los fósiles y dinosaurios, busqué cursos básicos de paleontología y empecé a ir con mi hijo, compré libros y nos metimos a concho durante cuatro años, hasta que nos aburrimos.  Recorrimos la pampa, encontramos fósiles marinos cuaternarios, dientes tiburón debajo de las piedras con dos a tres millones de años. Uno puede encontrar como maravillarse en la vida de tantas maneras.

¿Cómo vive el éxito?

-Vengo blindado de niño porque mis padres son artistas y vivieron para el éxito y aplausos. Soy una persona tímida en el uno a uno; pero en uno contra dos mil, ahí sale el artista. Ahora no hago las cosas para que me aplaudan, las hago porque me producen un placer infinito.

Dice que con la televisión le costó lidiar con la gente, pero teniendo un Premio Nacional de Ciencias a los 42 años, ser Doctor Honoris Causa en Francia y único miembro latinoamericano de la Academia Croata de Ciencias, tuvo que aprender a convivir armónicamente con un público, al que ha llegado hasta sus dormitorios.

Su papá era enamoradizo y usted?

-Yo me he casado una vez con la madre de mis hijos y estoy separado desde el año 2001, duré 23 años, número primo. Hace varios años tengo una pareja estable y estor muy feliz.

Hay ecuaciones en el amor?

-Ahí no hay matemática que valga, uno se enamora y ya. Cuando uno es muy joven hay un problema de madurez porque aspira a más infinito con el amor, ve en el otro una idealización tal, que nunca es suficiente. Esa apropiación del otro a mí desde joven me llevó a múltiples fracasos.

El amor verdadero depende de las edades, es tener constancia, en el día a día tener un espacio de amor y cariño es una bendición del planeta. Al día de hoy vivo un amor más maduro, en particular comprendo su espacio y ella el mío.

¿Qué sueño quisiera cumplir?

-Quiero seguir haciendo bien lo que hago, estar bien de salud como ahora con todas mis neuronas funcionando, a eso aspiro, si eso funciona el resto lo hago yo. Tengo 67 años pero mi “mate” es de hombre de 40 años, me ataja el cuerpo a veces, aunque nado 500 metros sin parar en piscina o mar.

¿Cuántas cosas hace gratis usted?

-Pocasas, si a mí me llaman de una universidad pública regional y me piden que haga una charla no les voy a cobrar, les digo: cómprenme los pasajes, invítenme a unos buenos mariscales y listo. Pero si me llaman de una empresa minera, les cobro.

 

Me acuerdo de Nicanor Parra, una vez le pidieron una entrevista, él los miró y les dijo: “por entrevista tres mil dólares”, yo decía “vaya el tipo codicioso” y nada que ver, él tenía toda la razón. ¿Por qué a un tipo que se ha sacado la cresta haciendo su poesía, va a tener que hacer las cosas gratis? Siempre me acuerdo de Nicanor, depende de quién me invite. A veces cobro, es honesto y es bueno para mis colegas científicos que lo hagan.

CIENCIA, COMUNICACIÓN Y EXPLORA

¿Cuáles son los ingredientes que necesita un científico para comunicar sus investigaciones a un público general?

-Interés en hacerlo, y ahí dejas afuera el 90 por ciento, porque es como cualquier profesión, hay que tener ganas.

Hay muchos científicos buenos para el “toyo”, por ejemplo José Maza, lo conozco de toda la vida y le pegó el palo al gato porque es un tipo agudo y buen comunicador.

A nivel internacional a los científicos les exigen outreach, tiene que haber un componente donde se comunica a la población lo que se hace.

¿En qué están los científicos a nivel nacional?

-En general la calidad de la masa crítica de los chilenos es buena y ha crecido. Hay más becas y es más fácil hacer ciencia, pero faltan muchos recursos.

No tenemos cómo generar más puestos en las universidades porque si formamos jóvenes con doctorado y cuánta cuestión hay, tienen que esperar a veces que se muera uno para poner otro y la empresa chilena no absorbe doctorados. Un joven llega del extranjero y hay 15 puestos por concurso y 300 postulantes con 200 que los merecen, no puede ser.

¿Qué relevancia tienen los proyectos Explora de CONICYT?

-Con Explora tuve una relación en algún momento extremadamente cercana, porque ese programa lo creó la madre de mis hijos, Haydeé Domic, antes que yo estuviera en CONICYT y es una tremenda oportunidad que se afianzó en el país, pues quedó en la glosa presupuestaria.

Explora se hizo un nombre y ocupa un lugar en la sociedad chilena y eso es bueno, el hacer todo lo posible para aquellos que deseen realizar la difusión en ciencia y tecnología con los colegios. Es importante hacerlo en masa y Explora sabe la expertise y me da la impresión que lo está efectuando bien.

Después de dos cafés y un jugo de guayaba, Eric Goles, comenta que su última novela “La Conspiración de Babel” ya la ha presentado siete veces y que cada público lector completa sus personajes y la historia de este matemático Kurt Gödel de este relato de ficción, basado en hechos reales históricos.

Al final, después que prometió mostrarnos la foto de su madre, la encuentra. Y simplemente es una mujer bella, a la que visita varias veces  al año en Antofagasta. “Mi madre es como Dorian Gray y tiene un carácter más fuerte que el mío”, nos comenta y agrega que su relación no es de abrazos, nunca lo fue, porque su cariño lo demuestra de otra forma. A veces, recordando su niñez cuando ella lo subía también a actuar al escenario, y todos lo aplaudían.

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