Publicado 08-01-2018
Un grupo de investigadores del CeBiB quiso homenajearla bautizando con un nombre inspirado en el suyo, a su más reciente hallazgo: una nueva bacteria, encontrada a 6.170 metros de altura, en un lago del volcán Llullaillaco. La llamaron Subtercola vilae.
Irma Vila, profesora de biología y química, master of science, experta en la rama de la ecología que estudia los ecosistemas acuáticos continentales y sus organismos y, además, docente de la Facultad de Ciencias de la Universidad de Chile, es considerada la madre de la limnología chilena, por sus contribuciones a la microbiología y ecología de los lagos en el Altiplano y el Desierto de Atacama, y a la formación de científicos.
Vila cuenta también con decenas de publicaciones en revistas internacionales y ha sido investigadora en numerosos proyectos Fondecyt de CONICYT.
¿Cómo recibió el homenaje del grupo de investigadores, nombrando en su honor a la nueva bacteria descubierta?
Muy bien. Aunque lo más importante de este trabajo es haber encontrado un ser vivo en una región designada por investigadores de la NASA (Administración de la Aeronáutica y del Espacio de Estados Unidos) como una zona sin vida. Trabajan allí porque la consideran símil a otros planetas como Marte.
Están buscando en el norte de nuestro país a los iniciadores de la vida, para descubrir existencia en otros mundos.
Hay teorías que postulan que el comienzo de la vida habría sido originado por cianobacterias, aquellas que tuvieron la capacidad de iniciar la fotosíntesis y con eso, la vida. Empezaron el uso del carbono y el oxígeno para generar materia de nuevo. Por esto siempre se les relaciona con el agua, porque aparentemente se requeriría de este líquido no sólo para generar la vida, sino que para continuarla. Esto tiene una importancia muy grande, porque traslada el descubrimiento de la bacteria Subtercola vilae a la investigación interplanetaria.
Y el agua y sus habitantes es una de sus fuentes de estudio también, ¿por qué no hay más científicos trabajando el área de la microbiología?
Porque la tecnología para estudiarlo se ha desarrollado solamente en los últimos años. La microbiología – ciencia encargada del estudio y análisis de los microorganismos, seres vivos pequeños invisibles al ojo humano- es un área muy poco conocida y estudiada en Chile.
Asimismo, el término limnología ha sido superado hoy día por lo que la gente llama ecología acuática. En general, no sólo en limnología, sino que en todo lo que corresponde a aguas continentales, existen muy pocos especialistas. Yo se lo digo a mis alumnos; el estudio de las aguas interiores, a pesar de lo diverso e importante que es en este país, ha estado dejado de lado por la preponderancia de las ciencias del mar y la biología marina.
Creo que la limnología va a tomar importancia por el cambio climático y la mayor demanda por el agua. Especialmente en las zonas desérticas o semidesérticas de Chile, donde tenemos estos procesos de La Niña o Niño que nos dejan con periodos de sequía largos, en extensas zonas del país.
Mujeres en la ciencia
¿Cómo fue ser una de las mujeres pioneras en nuestro país en el mundo científico?
Fue difícil al comienzo, porque creo que desconfiaban del conocimiento y la capacidad de trabajo de una, especialmente para salir a terreno. Porque los hombres, como machistas que somos todavía, decían “¿qué va a hacer esta mujer calando redes igual que los pescadores en los lagos?”, o usando un equipo de pesca corriendo en los ríos.
No fue fácil porque había mucha desconfianza de lo que una podía lograr, tanto física como intelectualmente. Las mujeres tenemos que demostrar mucho más de lo que se le exige a nuestros colegas varones. Pero lo superamos.
¿Qué les diría a las niñas y adolescentes para que se interesen en la ciencia?
Les digo que es muy importante conocer la naturaleza y cómo funciona. Los chilenos tenemos el defecto de no entender nuestro propio entorno. Tú preguntas por las aves, los árboles, y nadie tiene respuestas. Por ejemplo, en Estados Unidos los gringos saben cuál es la altura de la Estatua de la Libertad, en cambio llegan a Chile y preguntan cuánto mide el Cerro Santa Lucía y nadie tiene idea. Somos poco enterados de cómo funciona la naturaleza –incluida nuestra historia- y eso debería estimular a las nuevas generaciones, porque hay mucho por conocer y por saber.
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