Entrevistas

“Mi elección expresa la rotación de miradas y perspectivas en el Consejo de Fondecyt”

Publicado 27-08-2018

  • A Edgar Vogel le corresponde dirigir el Consejo del Programa más importante que existe en Chile para el financiamiento individual en investigación científica y tecnológica, en un momento clave para la investigación. Hoy existe un crecimiento sostenido en la cantidad y diversidad de investigadores, los usuarios del sistema son cada vez más exigentes y se aproxima una nueva institucionalidad para la ciencia.

En 2003 presentó su primer Fondecyt, fecha desde la que ha realizado otros cinco como investigador principal y varios como coinvestigador

El doctor Vogel cuenta que llegó tarde a la academia, puesto que comenzó su doctorado a los 32 años. Sin embargo, en su vida siempre hubo espacio para la ciencia: Mientras trabajaba a tiempo completo haciendo estudios de opinión, su tiempo libre lo dedicaba a su hobby, apoyando a dos investigadoras de la Universidad de Chile en experimentos de psicología conductual.

“Yo estaba titulado de psicología de la Universidad de Chile y con un trabajo jornada completa en una empresa. Mis tiempos libres los dedicaba a hacer análisis estadísticos en los laboratorios de las doctoras Teresa Pinto y María de los Ángeles Saavedra, a quienes debo un reconocimiento por entusiasmarme con la ciencia”. La experiencia lo impulsó a tomar una decisión drástica: Dejó su cargo como consultor y, apoyado por su gerencia, aceptó una beca de la Universidad Yale para realizar un doctorado en Neurociencias. Allí se entregó por completo a lo que después se transformaría en su área de investigación: Modelos matemáticos de memoria y aprendizaje.

Pero no fue una decisión fácil, ya que antes de tomar la beca, aunque sabía que le interesaba mucho la investigación, “pensaba, equivocadamente, que la ciencia no era un oficio con el que uno podía sostenerse en Chile”. Al regreso de su estadía de cinco años en EE.UU, aunque volvió a trabajar en la empresa privada, ya tenía claro que su destino estaba en la academia. Para su fortuna, un ex compañero de universidad estaba a cargo de la formación de la Escuela de Psicología en la Universidad Católica del Maule, lugar en que comienza su carrera como académico dictando clases y realizando sus primeros trabajos como investigador independiente. Después de un par de años, pasó a su institución actual, la Universidad de Talca, donde además de dictar clases, asumió el decanato de su facultad por cuatro años y, por supuesto, se convirtió en investigador CONICYT.

Los 27 grupos de estudio, con un total aproximado de 250 integrantes investigadores son un apoyo fundamental en la realización de esta tarea.

¿Pero por qué irse a Talca?
Yo tenía la convicción que si hacía una carrera como académico, además del placer intrínseco que me causaba el ejercicio de la ciencia, ésta debería tener un significado social especial. Para mí era primordial aportar a la formación de los estudiantes. El hecho que yo me haya transformado en científico no fue una consecuencia natural de mi formación, ni de la influencia de mi familia de origen, sino el resultado del encuentro casi fortuito con un par de personas que me instigaron la motivación y proveyeron de los medios para que hiciera una carrera en ciencia. Mi compromiso fue, entonces, realizar lo mismo con jóvenes que tuvieran poco acceso a estas oportunidades. Talca se ajustó perfectamente a este objetivo. Todo esto se ha visto coronado al lograr que varios de mis estudiantes continúen sus carreras científicas, haciendo postgrados en Chile y el extranjero.

Dentro de ese mismo marco universitario, ¿cómo comienza su relación con CONICYT?
En la Católica del Maule cumplí el anhelo de formar alumnos, me convertí en profesor. Luego pasé a la Universidad de Talca, donde fui decano de la Facultad de Psicología. Allí creamos un doctorado en Ciencias Humanas, que ya cuenta con cuatro cohortes, todas con un importante número de Becados Conicyt. En este tiempo, además le dimos vigor a un proyecto de transferencia de tecnología a la comunidad, el Centro de Psicología Aplicada, CEPA, que contó con aportes del Ministerio de Educación. En paralelo, me fui consolidando como investigador y usuario de CONICYT. En 2003 presenté mi primer Fondecyt, que me parece fue uno de los primeros en aprobarse en el área de psicología experimental. Desde esa fecha, he realizado otros cinco como investigador principal y varios como coinvestigador, y he participado en proyectos de postdoctorado, Fondequip y Fonis. En 2009 me sumé al Grupo de Estudio de Psicología, del que fui director por casi tres años. En 2017 llegué a formar parte de los Consejos Superiores. La integración de esa experiencia como científico y gestor es lo que pretendo aportar acá. 

Yo no tengo dudas de que hacemos una contribución importante al país, pero debemos mostrar al resto de la sociedad esto.

¿Cómo es que termina presidiendo el Consejo Superior de Ciencias?
Mi primera reacción fue decir que no, puesto que es una gran responsabilidad que implicaba organizar nuevamente mi agenda de trabajo para el año. Pero comprendí que el hecho que proviniera de las ciencias sociales (siendo el presidente anterior de las ciencias biológicas), que trabajara en una universidad fuera de Santiago y que me quedaran dos años como consejero, me hacían un buen candidato a los ojos de mis colegas consejeros. Mi elección, entiendo, es una señal acerca de la intención de este consejo de ir rotando miradas y perspectivas en el ejercicio de este cargo. 

“El programa posee una inmensa fuente de datos que sería interesante utilizar en la forma de estudios que permitan justificar el impacto del Programa Fondecyt y el aporte que están haciendo los distintos instrumentos”.

Está entusiasmado con el desafío.
Sí. En este consejo se toman decisiones importantes acerca de los concursos, tales como la elaboración de bases, distribución de recursos y adjudicación; y también hacemos el seguimiento de los proyectos en ejecución. Esto es, en sí, muchísimo trabajo, el cual intentamos realizar en aproximadamente dos a tres reuniones al mes y muchas horas de teletrabajo con las plataformas informáticas de Conicyt. Los 27 grupos de estudio, con un total aproximado de 250 integrantes investigadores son un apoyo fundamental en la realización de esta tarea. El grupo de profesionales de Fondecyt, liderados por la directora Alejandra Vidales, hacen que este sistema funcione de manera coherente y eficiente. Fondecyt tiene un capital en recursos humanos excelente, con un conjunto de profesionales coordinadores con vasta experiencia y alta especialización en gestión y evaluación de proyectos científicos. Desde que asumió el cargo de directora, con el permanente apoyo de la Dirección Ejecutiva de CONICYT, ha impulsado muchas mejoras en los procedimientos, lo cual debiera abrir espacios para que los Consejos puedan invertir parte de su tiempo a reflexiones estratégicas.

Por ejemplo, el programa posee una inmensa fuente de datos que sería interesante utilizar en la forma de estudios que permitan justificar el impacto del Programa Fondecyt y el aporte que están haciendo los distintos instrumentos. Analizar esa información nos permitiría avalar, a través de buenos argumentos, nuestro quehacer. Y si vamos a contar con una entidad política que tratará de conseguir mayor presupuesto para la ciencia, debemos tenerlos disponibles. Yo no tengo dudas de que hacemos una contribución importante al país, pero debemos mostrar al resto de la sociedad esto.

A partir del trabajo de los Grupos de Estudio, las adjudicaciones las definen los Consejos y, si bien es una responsabilidad muy grande, existe confianza transversal en las decisiones de esta instancia. 

Cuando se integró, ¿cómo le pareció el funcionamiento interno?
Me sorprendieron dos cosas. Primero, la independencia con la cual los consejos toman decisiones con respecto a la adjudicación, ya que el financiamiento se basa estrictamente en la calidad científica de los proyectos y la productividad de los investigadores. A partir del trabajo de los Grupos de Estudio, las adjudicaciones las definen los Consejos y, si bien es una responsabilidad muy grande, existe confianza transversal en las decisiones de esta instancia. Lo segundo es el enorme compromiso con la tarea del personal de Fondecyt y de los grupos de estudio. Se ha instalado en cada uno de los actores de este proceso la convicción que los fallos de los concursos deben hacerse contra viento y marea. Esto ha ocurrido desde que Fondecyt partió como programa. Es un valor que la comunidad científica reconoce a pesar de tener otras críticas.`

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