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“Me compraría una parcelita en Marte”

Publicado 02-04-2012

En la acostumbrada visita de los martes al Departamento de Astronomía de la Universidad de Chile, ubicado en el cerro Calán (Las Condes, Santiago), los estudiantes del sexto Chile VA! Nacional 2012 tuvieron el privilegio de oír la charla del doctor José Maza, Premio Nacional de Ciencias Exactas 1999, y uno de los grandes astrónomos del país y del mundo. La especialidad del doctor Maza son las supernovas, o aquellas estrellas que, al final de su vida, se destruyen en un gran estallido que produce luz, liberación de partículas y arrastre de polvo y gas interestelar.

En 2011, su nombre fue mencionado mientras se dirimía quién obtendría el Premio Nobel de Física, que, finalmente, fue entregado a un equipo norteamericano que logró probar que el universo se expandía cada vez más rápido, contradiciendo todo lo anteriormente planteado. Pero ese hallazgo no hubiera sido posible sin la invención de una técnica para medir las distancias en el universo descubierta por el doctor Maza y su colega Mario Hamuy, entre el cerro Calán y el Tololo, tras estudiar 50 supernovas entre 1990 y 1993. Pese a ello, no fueron ni siquiera mencionados cuando se entregó el galardón, lo que generó una controversia en el ambiente científico que dio hasta para un libro (“El 4% del Universo: Materia oscura, energía oscura y la carrera por descubrir el resto de la realidad”, de Richard Panek, periodista del New York Times). Adam Riess, uno de los ganadores del Nobel, había conseguido, en 1994, que el doctor Hamuy le prestara los datos de su investigación, bajo la condición de esperar a que el equipo chileno hiciera la primera publicación científica. Pero Riess consiguió publicar primero en el Astrophyisical Journal Letters, mientras que los chilenos apostaron por el Astronomical Journal, que se demoró más. De esta manera, para no pocos en el mundo de la astronomía, perdieron el Nobel.

Sin embargo, el doctor Maza se mantiene alejado de la polémica y sigue preocupado de sus investigaciones.

“Siempre me ha gustado hablarles a los jóvenes, a la futura generación. Yo les hablo de astronomía porque es lo que sé, pero me interesa que los jóvenes aprendan sobre todo a motivarse, no necesariamente para ser astrónomos, aunque la astronomía te puede motivar para muchas cosas en la vida”, les dijo.

A los 20 años, cuando estudiaba ingeniería, el científico decidió cambiarse a la naciente Licenciatura en Astronomía, en la Universidad de Chile, pues estaba aburrido de aplicar, una y otra vez, la teoría de circuitos. Era fines de los años 60, el mundo estaba en plena carrera espacial y el joven doctor Maza ya había leído, por pura curiosidad, algunos libros sobre el origen del universo y los cuerpos estelares. Entró a probar suerte a Astronomía, sin saber la destacada carrera que iba a realizar.

A los estudiantes de Chile VA! les brindó una entretenida charla, llena de humor y de metáforas domésticas, sobre el sistema solar y las estrellas. “En Marte yo me compraría una parcelita. Tiene todas las condiciones para ser desarrollado urbanísticamente, o sea, para dejar la escoba como en todas las partes del mundo, pero hay agua en los polos marcianos y una atmósfera tenue, que de algo sirve. Uno tendría que vivir en un iglú o en una cúpula como el Movistar Arena, pero se podrían cultivar lechuguitas y tomates”, explicó, causando el asombro y risa de los chilevanenses. Incluso afirmó que, tal como los de su generación vibraron con la llegada del hombre a la luna, los de la actual generación soñarán la llegada del hombre a Marte… pero en 500 años. “¡Es el próximo paso!”, les recalcó. En todo caso, será difícil: solo por ejemplificar, ir al planeta rojo demoraría, en las condiciones actuales, entre seis a siete meses. “A la luna, en 1969, llegaron con naves que eran un chiste”, agregó.

El doctor Maza concluyó su exposición con un mensaje de proximidad a las estrellas, que a él todavía le gusta contemplar a simple vista, al margen de los sofisticados satélites, telescopios y programas computacionales que se usan hoy. “De la cabeza a los pies, todos ustedes tienen más de 5 mil millones de años, porque no hay ni un átomo que tenga menos. Los átomos más pesados fueron parte de una estrella. Vivimos dentro de una estrella, nuestros átomos estuvieron ahí y explotaron. Todos somos polvo de estrellas”, concluyó, entre aplausos.

Por último, les dejó un consejo: cuidado con la tecnología y el exceso de la información, hay que usarla, pero sin creerse todas las películas sobre los viajes espaciales y el espacio exterior.